El abandono y el olvido de la iglesia de Borau

El templo dedicado a Santa Eulalia, del siglo XVI, lleva más de una década esperando a que se concluyan las obras de restauración

Los andamios cubren el interior de la iglesia de Borau desde hace más de 10 años.
Los andamios cubren el interior de la iglesia de Borau desde hace más de 10 años.
José Luis Ona

La iglesia de Santa Eulalia de Borau, en la Jacetania oscense, está tan olvidada de todo el mundo que ni siquiera tiene el dudoso ‘honor’ de aparecer en la Lista Roja del Patrimonio. Pero lo merece. Hace más de 10 años tuvo que cerrarse al culto, que se trasladó a la ermita del Pilar, ante el amenazante tamaño de una grieta que atravesaba la torre. El templo, además, presentaba importantes goteras y en cada tormenta el agua penetraba en su interior.

El alcalde, Daniel López, se reunió con el obispado de Jaca, propietario del edificio, y con las instituciones provinciales y autonómicas, buscando fondos para emprender la restauración. Se hicieron obras, en la cubierta y en el interior del templo, y se eliminaron las goteras. Pero no llegó más dinero, el trabajo quedó interrumpido, y hasta hoy. Ahora es un océano de andamios y polvo.

El suelo de la iglesia está cubierto de restos de las bóvedas.
El suelo de la iglesia está cubierto de restos de las bóvedas.
José Luis Ona

"La iglesia se cerró hace muchos años –relata uno de los vecinos de la localidad–. Se empezaron a desprender las bóvedas de cañizo y había un peligro real de que alguien resultara herido. El problema es que se han solucionado algunas de las dolencias del edificio pero, como ya no entra agua y el templo está cerrado, pues parece que está todo ya bien. Y pasa el tiempo, con los andamios dentro, a la espera de que el tema se solucione. Si hay alguna boda se celebra en el monasterio de San Adrián de Sasabe, y si se trata de un funeral u otra ceremonia religiosa, como no somos mucha población, se celebra en la ermita. Y así van pasando los años. Esto lleva así una década".

El aspecto de la iglesia es desolador: andamios, tubo de desescombro, nubes de polvo y materiales desparramados por el suelo de madera que tiempo atrás colocó el Ayuntamiento para mitigar el frío que daba la piedra. La tarima se ha podrido ya y está llena de agujeros. El retablo mayor, uno de los elementos artísticos a los que los especialistas conceden más importancia, está cubierto con plásticos, pero no sería de extrañar que sufriera también daños.

En el interior aún quedan grietas sin reparar.
En el interior aún quedan grietas sin reparar.
José Luis Ona

La iglesia de Santa Eulalia de Borau está datada en el siglo XVI aunque su origen es muy anterior. El especialista en románico Antonio García Omedes la visitó en noviembre de 2011 y, tras pedir las llaves para estudiar algunos elementos de su interior (un tímpano con crismón reutilizado), ya alertó de su deficiente estado: "Las grandes grietas de la capilla sur, sobre la que se alza la torre, de no mediar actuación, auguran un futuro poco halagüeño", aseguraba. A las grietas se le colocaron testigos pero, evidentemente, con el tiempo la situación no ha mejorado.

Y es que la iglesia precisa de una intervención arquitectónica muy estudiada. Se ubica en un cerro. Terminar la restauración del interior es urgente, pero quizá lo sea más solucionar el problema de la torre. La torre campanario, adosada al templo, se ha ido separando del edificio con el paso del tiempo. Falla la cimentación y las enormes grietas, a las que se han puesto testigos de yeso, tienen cada año un aspecto más amenazante.

"La torre es un peligro real –aseguran en Borau–. Si no se solucionan sus problemas de cimentación y se desprende, los escombros pueden caer en las casas cercanas". 

Interior de la iglesia, poco antes de que se iniciara la restauración.
Interior de la iglesia, poco antes de que se iniciara la restauración.
Antonio García Omedes

La iglesia de Santa Eulalia de Borau fue construida en el siglo XVI por mediación del infanzón jaqués Martín de Sarasa. La levantó Juan de Landerri, maestro que después se encargaría de la capilla de la Trinidad de la catedral de Jaca. El templo tiene una sola nave, coro elevado a los pies y ábside de tres lados. Se reintegraron en ella algunos elementos románicos procedentes de un templo anterior, como un tímpano que se empleó para decorar el acceso a una capilla hoy inexistente. El especialista en románico Antonio García Omedes lo ha estudiado y, por su simbología, lo fecha en el siglo XII.

Los historiadores del arte destacan en su interior el bello retablo mayor, dedicado a Santa Eulalia, que fue realizado por Leonardo de Labárzana y su hijo Lope.

Tiene otros interesantes retablos, dedicados a San Pedro, a la Inmaculada y a la virgen del Rosario.

Uno de los aspectos más destacados de su patrimonio es el coro, que se cierra con un antepecho de madera tallada, de estilo renacentista, que representa elementos vegetales.

La restauración de la iglesia parece exceder las posibilidades de un ayuntamiento con 70 empadronados, y desde el obispado de Huesca se asegura que el problema está en vías de solución, algo que llevan escuchando en Borau desde hace años. Según el delegado de Patrimonio de la diócesis, Jesús Lizalde, "Hay soluciones para todo y ya estamos en marcha. El obispado ha dado el visto bueno para que se continúen las obras. Hace unos meses (sic) se hizo la primera fase de la restauración y ahora continuaremos con la techumbre. El año pasado se hizo la bóveda, dentro están los andamios y se va a terminar todo pronto".

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