MEMORIAS. 'ARTES & LETRAS'

María Teresa León y sus veranos de lecturas prohibidas en Barbastro

Renacimiento reedita ‘Memoria de la melancolía’ de la escritora, donde recuerda la biblioteca de su tíos Concha de la Yera y Antonio Franco

Reedición de 'Memoria de la melancolía' de María Teresa León.
Retrato de juventud de la escritora María Teresa León.
Archivo HA.

María Teresa León (Logroño, 1903-Majadahonda, Madrid, 1988) es una de las grandes mujeres de la generación del 27. Una de las ‘sinsombrero’, capaz de hacer casi de todo: fue cuentista, novelista, dramaturga, actriz, trabajó en la radio y redactó uno de las memorias más bellas de aquella generación: ‘Memoria de la melancolía’ (Losada, 1970), donde hace recuento de su vida: sus amistades, sus citas, de niña, con Emilia Pardo Bazán, Galdós y Antonio Machado, sus encuentros con Rafael Alberti, que perdió la cabeza por ella, "la mujer más guapa de Madrid", Federico García Lorca o Luis Buñuel, entre otros muchos.

‘Memoria de la melancolía’ fue escrito en el exilio, en varios lugares, quizá un poco en Buenos Aires y sobre todo en el Trastevere, Roma, con una mirada impresionista y poética, quizá cuando ya empezaba a sentir la visita del Alzheimer, que la aislaría a su retorno a España en 1977. Con Alberti fue siempre generosa; en el libro anota: "Ahora yo soy la cola del cometa. Él va delante. Rafael no ha perdido nunca su luz".

La última edición de ‘Memoria de la melancolía’ databa de 1999, en Castalia, y ahora lo reedita Renacimiento, que ha abierto una Biblioteca María Teresa León. En el prólogo al volumen, Benjamín Prado dice que es, «además de muy bello, un libro muy profundo, tiene una capacidad de reflexión y un rango filosófico, que definen el nivel de pensamiento de su autora y su capacidad para el análisis de los acontecimientos históricos que le tocó vivir y quiso protagonizar», y aún añade otra definición: se trata de «un manual de resistencia y el inventario de una resurrección, personal y colectiva», por el que desfilan Picasso, Pablo Neruda, Hemingway en La Habana y en Madrid, León Felipe, Bergamín o, entre muchos otros, Albert Camus, que le dijo en dirección al aeropuerto: «Si quiero conocer a alguien le pregunto: ¿Con quién estaba usted cuando la guerra de España? Si me dice con Franco, no vuelvo a saludarlo».

El militar y sus hermanas

‘Memoria de la melancolía’ tiene un vínculo aragonés muy curioso. Entre 1913 y 1917, por esa época debió ser, María Teresa León visitaba en Barbastro –"ciudad chica de Aragón que cultivaba viñedos y olivos"–, a una hermana de su abuela, Concha de la Llera, casada con el militar altoaragonés Antonio Franco Crespo (1846-1930), cuya biblioteca fue como un despertar a la vida entre libros en español y francés. Franco Crespo vivía con su esposa en una casa del paseo del Coso, 31, que aún existe, y tenía dos hermanas, Francisca y Carmen, solteronas, que vivían en la calle Monzón, actual calle Joaquín Costa, que ha investigado y localizado el anticuario Antonio Buil.

Reedición de 'Memoria de la melancolía' de María Teresa León.
Rafael Alberti y María Teresa León.
Museo Alberti.

A María Teresa la expulsaron de su colegio en Madrid por leer libros prohibidos. Confiesa en su autobiografía: "El principal culpable de las lecturas de la chica había sido un tío viejo encerrado en una ciudad de Aragón. Varios veranos anteriores a la confesión pueril de sus lecturas, ya había estado en aquella casa que daba mitad sobre el paseo de Barbastro y mitad sobre el monte".

"Un día tocó a la niña sus pequeños senos minúsculos. Vamos, vamos, aún tienen que crecer. Luego la apretó contra su ropón oscuro y la besó en los labios. La niña corrió, corrió a lavárselos en la fuente..."

Añade que "había un jardín subiendo hacia lo alto por escalerillas temblorosas y una gruta tapizada de musgo y hasta una bodega donde esconderse (…) Era un lugar maravilloso para soñar una niña, para crecer".

Aquel militar ilustrado, que "no recibía más que monjas", vagaba sin ruido, buscando sorprender a las criadas. Y aquí la revelación: "Un día tocó a la niña sus pequeños senos minúsculos. Vamos, vamos, aún tienen que crecer. Luego la apretó contra su ropón oscuro y la besó en los labios. La niña corrió, corrió a lavárselos en la fuente, se los restregó contra la yerbabuena, se quedó mirando los musgos de la gruta...". Y apareció por allí el niño Salvador, «trece años perdidos, porque era tonto», que le traía un jilguero. "La niña no miró el pájaro sino la boca entreabierta de dientes impecables y se abrazó a su cuello y le besó en los labios. ¡Ay, el niño tonto no sabía que lo que le regalaban tan largamente era el beso de un viejo!".

Reedición de 'Memoria de la melancolía' de María Teresa León.
Fachada de la casa de Antonio Franco en el paseo del Coso, 31, Barbastro.
Toni Buil.

Agrega algo más adelante: "Aquella casa fue para la niña la silenciosa casa de la lectura. Todos los libros fueron para ella. No hubo selección para proteger sus ojos virginales. Vio estampas donde mujeres impúdicas se sentaban descaradamente en enaguas sobre las rodillas de los caballeros y vio desnudos que se llamaban Venus (...) ¿El amor? No sabía exactamente de qué se trataba..."

Y al final, tras recorrer su vida y recordar con melancolía la Guerra Civil y su ajetreada vida, expresa una reflexión que prueba la incertidumbre de vivir: "Tengo miedo de que me pregunten: Abuela, ¿qué es la vida? y tenerles que contestar: No lo sé".

LA FICHA

‘Memoria de la melancolía’. María Teresa León. Prólogo de Benjamín Prado. Renacimiento: Colección Biblioteca María Teresa León. Sevilla, 2020. 446 páginas.

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