El zaragozano ‘Doble retrato de matrimonio’, de Lavinia Fontana, estrella en el Prado

La pieza es una de las más destacadas de la muestra dedicada a las pintoras renacentistas en el museo madrileño

Vista de la exposición que se inaugura hoy en el Prado
Vista de la exposición que se inaugura este martes en el Museo del Prado
Luca Piergiovanni

El Museo del Prado inaugura hoy la muestra ‘Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historia de dos pintoras’, con la que la pinacoteca continúa su labor de enmendar la laguna de mujeres en los museos del mundo. Y una de las piezas estelares de la muestra es de procedencia zaragozana. Se trata de la pequeña pintura, ‘Doble retrato de matrimonio’, que la pintora boloñesa Lavinia Fontana (1552-1614) realizó entre 1577 y 1585. La pieza se expone habitualmente en el Museo de Zaragoza y proviene de los fondos de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis. El director del museo zaragozano, Isidro Aguilera, asistió este lunes a la presentación de la muestra en Madrid.

«La pintura que hemos cedido –explica– tiene mucho interés porque es la única que representa un género pictórico muy importante en la Italia del siglo XVI, el de la pintura de matrimonio. Está ubicada hacia la mitad del recorrido de la muestra y es la única pieza que se presenta al público en una vitrina iluminada en su interior».

Y es que la obra es un delicado óleo sobre cobre de 17 por 14 centímetros, pintado por ambas caras. En una de ellas está la propia artista, y en la otra, según se cree, el pintor Gian Paolo Zappi, con quien contrajo matrimonio en 1577.

«Es excepcional en muchos sentidos –subraya Aguilera–. Por el soporte, porque no se ha atribuido hasta tiempos recientes, por la cercanía del tema a la artista... Al Museo de Zaragoza la pintura llegó dentro de los fondos de la Academia de San Luis, con los que se creó el propio centro, por lo que entendemos que fue parte del material que se adquirió en su día en Italia para que los alumnos de la Academia tuvieran modelos con los que practicar dibujo y pintura.Es una de las obras fundacionales del museo, pero hasta hace una docena de años no se pudo atribuir correctamente». Y es que durante décadas se pensó que había salido de los pinceles de Benvenuto Tisi ‘Il Garófalo’, pintor de Ferrara de la primera mitad del siglo XVI, considerándolo autorretrato del artista con su esposa.

La pieza, tras su correcta atribución, solo ha abandonado una vez Zaragoza, con motivo de la exposición ‘El esplendor del Renacimiento en Aragón’, cuando viajó a los museos de Bellas Artes de Bilbao y Valencia entre 2009 y 2010.

Con la muestra que se abre al público este martes, el Museo del Prado dedica por primera vez una exposición a dos mujeres: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana, dos de las pintoras más importantes de la historia del arte, que vivieron su profesión cada una a su manera y consiguieron alcanzar reconocimiento y éxito profesional pese a los prejuicios.

La exposición es una muestra más del «propósito de enmienda» de la pinacoteca madrileña, que en la temporada 2016/2017 dedicó su primera muestra a una mujer –Clara Peeters–, y que se ha propuesto saldar su deuda histórica con las mujeres artistas, según reconoció ayer el director del museo, Miguel Falomir, durante la presentación.

‘Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historias de dos pintoras’ demuestra no solo la calidad artística de ambas autoras, al nivel de cualquier artista masculino, sino también que había maneras completamente distintas «de sentir y posicionarse» como artistas mujeres en su época.

Abierta hasta febrero de 2020, está comisariada por Leticia Ruiz, jefa del Departamento de Pintura Española hasta 1500 del Prado. La muestra trata de dibujar la peculiar carrera de ambas, desdibujada a lo largo del tiempo pese a la notoriedad que alcanzaron en su época.

Anguissola «fue un mito temprano, una mujer «con una personalidad impresionante», según palabras de Ruiz, alcanzó fama muy joven, gracias a sus numerosos autorretratos; Fontana tuvo en cambio una trayectoria «más tradicional», fue hija de un pintor famoso (Prospero Fontana), y la primera mujer que consiguió vivir de manera profesional de la pintura.

Anguissola abrió la puerta a mujeres como Fontana, una autora que aprendió en el taller de su padre y aunque es «menos incisiva» a la hora de retratar «la psicología de los personajes», combina en su obra «la sofisticación con la mundanidad», según la describe Ruiz.

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