Aventuras de verano / 27

"Mi primera escapada de casa fue por amor"

El zaragozano Eduardo Zubiaur es cantante, actor y compositor. Ha compuesto varias bandas sonoras para el cine.

El músico Eduardo Zubiaur
"Mi primera escapada de casa fue por amor"
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Eduardo Zubiaur (Zaragoza, 1977) es compositor y cantante. En 1997 fundó El Polaco y en 2009 su actuación formación AER, con el bajista Jesús Sancho, el batería Roberto Beltrán y el guitarrista Fernando Pedrajas. La banda ganó el premio al disco mejor autoeditado, en los Premios de la Música Aragonesa de 2013, con ‘Recuerdos del futuro’. Eduardo es actor también y ha compuesto bandas sonoras para cine.


-¿Qué hace un cantante y músico como usted en verano?

-Cada verano es distinto. Este verano: París, oh, là là...


-¿Dónde descansa?

-Me gustan todos los destinos. La ciudad por el ocioso bullicio. La montaña por la soledad del camino. El pueblo por las chimeneas y hornos de leña. La playa por la posibilidad de que empiece la fiesta de la espuma. Me gusta sobre todo sumergirme, pero no siempre en el mar.


-¿Cuál ha sido el viaje de verano de su vida? ¿Y la ciudad que más huella te dejó?

-El verano pasado, en California. Fui de gira y tuve la suerte de empezar tocando en el famoso The Viper Room de Los Ángeles. Fue una experiencia inolvidable, pero no todo fue trabajo; como me quedé más tiempo pude vivir la ciudad en su cotidianeidad, que es lo que más me gusta cuando viajo, vivir en cada sitio como si fuera de allí.


-¿Qué busca Eduardo Zubiaur como compositor y como cantante? ¿Qué tipo de artista querría ser?

-Por supuesto, quiero ser yo mismo, pero mejor cada día. Poco puedo decirle de tipologías, lo mío es muy especial porque para mí es esencial ser genuino. Todo lo que me gusta tiene este sello. Busco lo esencial en mí, y lo diverso en la interpretación de las cosas, sin olvidar disfrutar del camino, que es largo... No tengo prisa. Quiero aprender siempre y tener la fuerza para dar lo mejor.


-El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. ¿Cuáles serían sus mejores recuerdos?

-En Vilafortuny, mi infancia: de pie, con la cabeza abajo y entre las piernas, mirando a la gente caminar al revés. Cometas, bicicletas, amigos del verano, arena en el bañador, merienda, cumpleaños. Mi mejor adolescencia fue con mi grupo de entonces, El Polaco, de conciertos por Aragón, risas, nuevas experiencias, amistad y fiesta.


-¿Cuál es la mejor manera para disfrutar la música en verano?

-Me gusta especialmente escuchar música en el coche, durante un largo viaje. Pero luego hay algunos festivales muy buenos, como Pirineos Sur. También aprecio la buena música callejera y espontánea.


-Si tuviera que decir cuál es su canción y su concierto del verano, ¿qué diría?

-Mi canción del verano, por supuesto, ‘Coche’, de AER, del disco ‘Recuerdos del futuro’; mi concierto del verano se lo doy a Will Spector y los Fatus, con los que compartí escenario en Ico Festival, buenísimos, dinámicos y ¡muy gamberros!


-Ábranos su discoteca personal. ¿Cómo es, qué hay, cuáles son sus álbumes fetiches?

-Mi discoteca es muy variada: desde arias de ópera a sonidos más actuales como Vampire Weekend, MGMT, M83, o el barullo del hip hop... Pero de forma persistente me parecen magistrales, bellos y accesibles, The Doors, Neil Young (‘Harvest’), Pink Floyd (‘Wish you where Here’), Nirvana (‘In Utero’), Portishead (‘Third’) y, por supuesto, Los Planetas (‘La leyenda del Espacio’), Enrique Morente (‘Sueña la Alhambra’), Andrés Calamaro (‘Salmón’)...


-¿Cuál sería el menú de un día perfecto?

-Puede haber muchos menús. Podría ser un buen ensayo, una buena grabación, o mejor componer una gran canción. Aunque si nos ponemos hedonistas, comer, dormir y fregar...


-¿Cuál ha sido el gran personaje, real o de ficción, de sus vacaciones?

-Luis Buñuel, gran paisano, ahora tan recordado y tanto tiempo olvidado.


-¿Cómo fue su primera vez?

-Fue en un hotel de Salou. Tenía unos 9 años... Esa fue mi primera noviecita y mi primer beso, un beso de fresa... Mi primer libro, ‘Ilusiones’ de Richard Bach. Mi primera escapada de casa fue por amor: en Jaca estaba ella y me fui en autoestop. De exposiciones recuerdo que me impactó de pequeño una de Dalí, en el museo Camón Aznar de Zaragoza.


-Lleva muchos años fuera de Zaragoza pero siempre vuelve. ¿Cómo ve la ciudad, qué le da?

-Un reencuentro con la familia y los amigos. Un ‘reconfort’, una comodidad, un acento que me hace cosquillas en los oídos, una velocidad vital adecuada. También visiones viejas y nuevas: un tranvía, el paseo de las ranas en Ranillas, un recinto Expo apto para rodar películas de zombies, un Parque del Agua encantador, un Ebro y un Canal Imperial por fin visibles. Nuevos puentes y paseos. Y las salas de música donde me siento bien: la López, el Poeta eléctrico, el Corazón Verde. No quiero hablar de política.


-¿Cuál es la mejor o la más extraña anécdota veraniega vinculada a tu profesión?

-Se me ocurre una, no muy extraña pero está el azar de por medio. Fue cuando estábamos grabando ‘Recuerdos del futuro’. Hacía mucho calor y me fui a dar una vuelta por el rastro. Había tres músicos tocando en la calle: tuba, acordeón y violín. Los grabé con el móvil para escucharlos después. Me gustaron tanto que los veía participando en el disco. Eran perfectos para 204 años. Tenía que encontrarlos de nuevo. ¿Pero cómo...? Volví al rastro impulsado por la idea, pero no estaban. Al cabo de algunos días, preguntando por ahí, alguien me dijo donde solía desayunar Scott, el acordeón y líder del conjunto. Lo cierto es que estuve rondando los alrededores durante días, pero no había suerte, no lo encontraba... Me costó más de dos semanas, pero al final di con él una mañana, y le propuse la idea. Ellos son Desvariétés Orquestina y terminaron grabando en cuatro temas de nuestro disco. Un encuentro fortuito, una “casi persecución” y un resultado que me encanta.