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La Orquesta Escuela Social de Harinera ZGZ ensaya para un concierto dirigido por Gustavo Dudamel, al que irán parte de sus integrantes, niños en riesgo de exclusión

Kira Rivarés dirigiendo a la Orquesta Escuela Social, ayer en la Harinera.
Kira Rivarés dirigiendo a la Orquesta Escuela Social, ayer en la Harinera.
Guillermo Mestre

Es sábado por la mañana y por la avenida de San José de Zaragoza van apareciendo chavales con instrumentos musicales al hombro. Tienen alrededor de diez años. Algunos llegan charlando entre ellos, otros van con sus padres o con sus abuelos y también los hay que acuden solos. Predominan los violines, aunque se pueden ver también flautas traveseras, violonchelos, clarinetes o violas. Algunos de estos instrumentos son más grandes que los propios niños.

La escena se repite cada semana en el centro cultural comunitario Harinera ZGZ, donde tiene su sede la Orquesta Escuela Social. Pero ayer fue un día especial, porque si normalmente los jóvenes músicos tocan en grupos pequeños de la misma familia de instrumentos, en esta ocasión se reunía todo el conjunto para un ensayo general. Unos 70 niños se dieron cita en la antigua fábrica de harinas zaragozana para practicar el famoso cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven, popularmente conocido como el ‘Himno de la Alegría’.

La batuta de Kira Rivarés, directora artística de la orquesta, fue la encargada de conducir todas esas ganas de aprender en la buena dirección. Aunque en este caso, la música no es la única motivación de Rivarés, porque los componentes de esta particular banda son menores en situaciones de riesgo de exclusión social. Y en esta categoría amplia entran casos de víctimas de violencia de género o terrorismo, huérfanos, refugiados o familias con salarios paupérrimos. El proyecto busca la "transformación social" de estos pequeños, con los que su directora explica que se crean "vínculos", ya que no solo se trata de enseñarles música.

Donaciones de instrumentos

Si la Orquesta Escuela tuviera que comprar los instrumentos para todos sus integrantes, el proyecto sería inviable, por lo que depende de las donaciones. "El año pasado recibimos 80 instrumentos", se congratula Rivarés, que cifra en hasta 200 los que pueden haber atesorado desde que comenzaron su labor, en el año 2013. Además de donativos, la Orquesta Escuela precisa de apoyo institucional y del espacio que les otorga la Harinera. Sin toda esta ayuda el proyecto "no sería sostenible", asegura Kira Rivarés.

Por medio de donaciones consiguió su violín Saray Cuenca, que ya lleva dos años practicando con este instrumento que, afirma, le "gusta mucho". Giulya Stand y Angie García también van camino de ser violinistas, ya que ambas practican todos los días, aunque solo sea "un rato". Los ensayos son su momento favorito, ya que en la orquesta también han hecho amigas y se divierten juntas.

Elisabeth López es una de las abuelas acompañantes. Ayer llevó a su nieta al ensayo y destacó el "amor a los niños y a lo que hacen" de los profesores. A Luci Freire, madre de Giulya, le gusta el proyecto porque "es algo que les quedará", "una experiencia única", añadió, mientras comenzaban ya a escucharse los instrumentos afinando.

Para los ensayos generales, se emplea el espacio que normalmente se utiliza para los de las artes circenses. Entre telas y cuerdas, los responsables de la Orquesta Escuela montaron casi 70 sillas y decenas de atriles en forma de semicírculo. No solamente los alumnos se sientan en ellas, también hay profesionales de la música como Javier Mompeón, profesor de clarinete en el Conservatorio Superior de Música de Aragón, que colaboran con el proyecto. Para completar esta orquesta, algunos alumnos de la misma institución, con edades similares, han decidido colaborar y prestar sus dotes musicales al conjunto. Es el caso de Alejandro López, que toca la flauta travesera desde hace 4 años.

Importantes citas

Por delante, los músicos tienen dos importantes e ilusionantes citas. Una, en Zaragoza. El 31 de mayo, en el Parque de la Memoria. La segunda será en junio, pero un poco más lejos. Nada menos que Gotenburgo, en Suecia. Donde parte de los chicos coincidirán con orquestas escuelas de toda Europa. Serán más de 2.000 niños que se pondrán a las órdenes del director de orquesta Gustavo Dudamel, uno de los más prestigiosos del mundo en la actualidad. En ese concierto será donde suene el ‘Himno de la Alegría’ que ahora practican.

De momento, lo de ayer fue solo un entrenamiento. Pero tuvieron un público de excepción, sus propios padres y abuelas. E, incluso, alguna familia curiosa.

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