Muñoz Molina: "Escribir a mano me da mucha más libertad"

El autor de ‘Sefarad’ o ‘El invierno en Lisboa’, académico de la RAE y Premio Príncipe de Asturias, participó en el Foro Ibercaja y explicó cómo escribe sus novelas

X
X
X

Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) cree que "todo el mundo tiene una historia que contar, y a veces la misión del novelista es oírla". El autor de ‘Sefarad’ y ‘La noche de los tiempos’, entre otros libros,. creció en su Úbeda natal oyendo historias que saltaban los montes de Mágina e inundaban sus oídos, relatos de campesinos que habían vivido la Guerra Civil en el bando republicano; cuando volvieron a casa, derrotados, descubrían el silencio, la miseria, el hambre y el miedo.

El escritor –que participó ayer en el Foro Ibercaja con la charla ‘Instrucciones para escribir una novela’– desconfía mucho de los genios y cree que casi todos tememos ser considerados ‘carcas’ o antiguos. No recela de las nuevas tecnologías tanto como del uso que hace el poder de ellas, y cree que en el tiempo que nos espera "puede ser más que el tiempo de Klimt, de Bonnard o el de Juan Gris que el tiempo de Picasso".

Señaló que en la redacción de una novela, en su caso, lo único que siempre tiene claro "es la incertidumbre. No existen para mí leyes o normas. La experiencia, en realidad, no te enseña nada. Cada novela nace una manera distinta e inesperada". Y, como hábito general, lo que suele hacer "es dejarse llevar" sin más.

Analizó sus inicios, la cantidad de libretas y folios que tenía hacia 1979, donde estaban los embriones de ‘Beatus illle’ (1986). Se dio cuenta de que entonces tenía algunas carencias; fue al servicio militar, se olvidó del libro, y poco después empezó a colaborar en el periódico ‘El ideal de Granada’, lo cual le dio un aprendizaje decisivo: disciplina y conciencia de los límites. Poco después, un amigo le preguntó si no le apetecería hacer una novela y eso fue decisivo. "Uno escribe para alguien, porque tiene un lector. Le di muchas vueltas al libro. A veces interviene el azar, la inspiración o un chispazo. Y finalmente comprendí que la clave del libro era contarlo en primera persona por un personaje que parecía que estuviera muerto". Muñoz Molina era entonces un enamorado de Alfred Hitchcock, de la novela y del cine negro, y también le interesaban mucho e mexicano Juan Rulfo, especialmente sus los cuentos de ‘El llano en llamas’, y William Faulkner.

Para él es muy importante una frase inicial. Y luego hallar un tono, una música, una estructura y el punto de vista del narrador. No usa mapa o brújula, se guia por la intuición. Escribe de un tirón y luego corrige. Corrige, frase a frase, palabra por palabra, coma a coma. Y en ese momento es muy importante que haya "una persona de confianza o un editor que sea generosa y a la vez exigente. Eso siempre es clave". Dijo que no se sentía cómodo en un período que no conociese y que no era lector de la novela histórica, aunque "sí de la historia, que me apasiona", y mostró al público sus instrumentos: un cuaderno, en el que había escrito su conferencia, y un lápiz negro.

"El paso del tiempo me ha hecho más inseguro. Escribir a mano me da mucha mas libertad". Antonio Muñoz Molina se confesó apasionado de la cultura, y dijo que en sus libros está integrada con naturalidad "como un rasgo de identidad personal", y criticó que las instituciones apoyan los coches o cualquier otra industria pero han dejado "de comprar libros para las bibliotecas y dejan de apoyar a la cultura". Algo que vivió de manera muy directa en los dos años que dirigió el Instituto Cervantes de Nueva York.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión