Miguel Albero: “El saber es padecer”

El escritor madrileño presenta en Zaragoza su nuevo libro: ‘Esto se acaba. Cartografía de lo efímero’, un deslumbrante ensayo sobre la fugacidad en la naturaleza y en el hombre

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Miguel Albero (Madrid, 1967) es poeta, novelista, cuentista y ensayista. Además es Director de Relaciones Culturales y Científicas de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID). El miércoles 16, a las 19.30, presenta su nuevo libro, ‘Esto se acaba. Catografía de la efímero’ (Abada) en la librería Cálamo, en compañía del escritor y bibliófilo José Luis Melero Rivas. En el madrileño sello Abada ha publicado libros muy curiosos, con hondura, imaginación, ironía y erudición, como ‘Instrucciones para fracasar mejor’, ‘Lista de esperas’ y ‘Roba este libro’.

Miguel, ¿qué tipo de escritor es y querría ser?

Si uno no escribe de lo que quiere sino de lo que puede, uno es el escritor que puede y no el que quiere. En mi caso, hay algo que he conseguido mantener, y responde al hecho de tener una profesión que me gusta y me ocupa y me mantiene. Siempre he escrito lo que me ha dado la gana, antes aspiraba a que eso que escribía con esa libertad tuviera un mayor reconocimiento, ahora ya simplemente a que me publiquen.

¿Qué le deben sus libros en prosa, de novela y ensayo, a su condición de poeta?

Deben la misma vocación por la palabra, siempre digo que solo me faltan los prospectos de medicamentos, ahí también la cuidaría.

No deja de ser curioso que exista ese insecto, efímera, ‘Ephemera’, que vive solo un día… ¿Qué ha aportado ese animalillo a su reflexión?

Mis ensayos nacen siempre de la etimología. Saber que efímera es un insecto que solo vive un día y cumple el mandato de T. S. Eliot nacer, copular, morir, es lo único que importa cuando se trata de ir al grano, me llevó a investigar sobre el asunto, y como soy obsesivo, ha dado un ensayo y un poemario, que con el nombre de ‘Efímera’, sale en la colección Vandalia, de la Fundación José Manuel Lara, en marzo.

¿Por qué no ha cuajado en español la palabra efimeridad?

Porque es fea de mucha fealdad, y porque, y ahí lo más interesante filosóficamente, porque como es un concepto que refleja la brevedad, tan transitorio es que el pobrecito no tiene derecho a un sustantivo. De lo eterno, la eternidad; de lo efímero, lo efímero.

¿Cuál es la relación entre lo efímero y el arte de lo breve?

Existe el arte efímero, expresión que abarca desde la versión contemporánea, que ya se ha convertido en duradera (el arte corporal, el ‘land art’, las instalaciones, las ‘performances’) hasta la antigua, llamando arte efímero a ese despliegue barroco del arte ligado a la victoria, a la muerte, a la celebración. En cualquier caso, el segundo nace con la idea de que te acuerdes, que perdure, y el primero se documenta para que perdure. Pero la vocación no es garantía, hay cosas concebidas como efímeras que duran, y estatuas ecuestres de emperadores perpetuos que fueron convenientemente derribadas.

La idea de la brevedad es capital en muchos autores: Borges, el propio Freud, incluso Baltasar Gracián, incluso Walter Benjamin… ¿Qué presencia tienen en su libro?

Mucha, Borges está presente en todo cuanto escribo, Benjamin es una referencia de la modernidad y por tanto de lo efímero, y una conferencia de Freud, en 1915, llamada ‘La Transitoriedad’, es uno de los ejes de mi libro.

Creo que el libro tiene una mirada poetica constante, permanente. Se percibe en el concepto de belleza, en la presencia de la nieve, en algo tan frágil como la pompa de jabón, en el fuego mismo.

Pues le agradezco esa lectura, porque ese adjetivo permanente me gusta mucho como mirada de lo efímero.

¿El drama del ser humano es, podría ser, la conciencia de su fugacidad?

Sin duda, o por ser más precisos, la consciencia de esa fugacidad. El animal tiene lo primero pero no lo segundo. El saber es padecer.

¿Ha desencadenado lo efímero un modelo de pensamiento?

Más que de pensamiento, de vida. Bauman nos define como sociedad líquida, porque lo efímero, como metástasis, ha invadido el territorio de lo sólido, de lo duradero.

¿En qué medida el libro es un juego del pensar, toda una especulación, un divertimento lírico y filosófico?

Siempre pienso que hay que cumplir el mandato de Montaigne, que el ensayo es enseñar deleitando. Yo me lo paso genial investigando mis obsesiones, y pretendo que al menos el lector no se aburra con el resultado.

FICHA

'Esto se acaba. Cartografía de lo efímero'. Miguel Albero. Abada editores. Madrid, 2018. 268 páginas. [Presentación en la librería Cálamo, el miércoles, 16, a las 19.30, en compañía del escritor y biliófgilo José Luis Melero Rivas.]

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