Adiós a Josemari, camarero de Casa Emilio

Fallecía en la madrugada del domingo al lunes, tras sufrir una caída en el Paseo de Calanda el pasado 30 de diciembre

x
x
x

“Estuvimos hablando ayer por la noche. Estaba cabreado y dolorido. Me dijo que tenía unas ganas inmensas de salir del hospital. Estaba a punto de empezar sus vacaciones. Y así lo teníamos apuntado en nuestros cuadrantes: ‘Vacaciones de Josemari’”, decía el restaurador Emilio Lacambra. Su mano derecha, uno de sus grandes cómplices, José María Tomás Gil (Villafeliche, Zaragoza, 1957-Zaragoza, 2019), Josemari para todos, acaba de fallecer a los 61 años.

Había sufrido una caída en el Paseo de Calanda el 30 de diciembre de 2018, hacia las once de la noche, a consecuencia de la cual sufrió varias heridas en el rostro y en el cuello. Se desmayó del impacto y recuperó el conocimiento al cabo de un rato. Se percató de que apenas podía moverse. Solicitó ayuda a gritos, y la recibió poco después de la policía; finalmente fue recogido por una ambulancia e ingresó en el hospital Miguel Servet. El día de Reyes publicó en su muro de Facebook una foto y un comentario que revela su sentido del humor: “Mirad, qué chico más escoscadico”.

Adiós a Josemari, camarero de Casa Emilio

Josemari, madridista y zaragocista, escribió: "Mi nuevo 'look'".

Emilio Lacambra, con lágrimas en los ojos y la voz resquebrajada, explicaba: “Entró a trabajar aquí el 1 de diciembre de 1971. Tenía 14 años; este año se habrían cumplido 48 de trabajo con nosotros. ¡No me lo puedo creer!”. Adoraba tanto Villafeliche, su pueblo, que “tenía unas ganas locas de jubilarse para ir a vivir allí. Su primo hermano es el alcalde”, recuerda Emilio. Josemari había logrado que el cinéfilo Luis Alegre o el director de cine Gaizka Urresti fueran pregoneros de las fiestas de la localidad zaragozana.

Luis Alegre, que fue de los primeros en comunicar la noticia de su fallecimiento, es uno de los grandes asiduos de Casa Emilio desde hace más de 30 años. Lo retrata así para HERALDO.ES: “Siempre fue lo mismo: camarero, el camarero más extraordinario que se pueda imaginar. Si existiera un premio al mejor camarero de la historia de Aragón, él sería un firme candidato a ganarlo. Era un icono de un lugar icónico. Conoció y atendió a multitud de personas diferentes, de todos los ámbitos y clases sociales. Pero, con todo el mundo, su actitud era la misma. No privilegiaba a nadie. Entre la gente que atendió, se encuentran muchas figuras de la vida cultural, política y social del Aragón y de la España desde los años de la Transición. Era algo más que la mano derecha de Emilio Lacambra, con el que tenía una relación paterno-filial. Era un tipo encantador, muy gracioso, y muy muy paciente. A veces se hacía el cascarrabias, pero era más tierno y bueno que la madre que lo parió”.

La escritora Cristina Grande, colaboradora habitual de HERALDO, señala: "Estoy de acuerdo con Luis: era el mejor camarero del mundo. Yo siempre comía perdiz escabechada, porque Josemari sabía que me encantaba y decía 'tú, perdiz' y ya no se me ocurría pedir otra cosa. Yo le llamaba 'husky' porque tenía un ojo de cada color y esa peculiaridad me hacía mucha gracia. Era un hombre adorable".

Adiós a Josemari, camarero de Casa Emilio

Josemari con algunos amigos de Casa Emilio. De pie, Antonio Pérez Lasheras, Vicente Pinilla, Eva Cosculluela, Ignacio Martínez de Pisón, Maribel Ayuda; sentado, Félix González. /Archivo Josemari Tomás Gil. 

El escritor y periodista Mariano Gistaín decía: “Me he quedado noqueado. Me encantaba su jovialidad, su sentido del humor, muy aragonés, somarda, pero fino y absoluto. Y me gustaba mucho su paciencia con los clientes más gamberros. Me sentía muy cómplice con él y nos entendíamos muy bien, pero creo que esto lo podría decir mucha gente”.

Josemari tenía muchos amigos, era camarero y testigo de un sinfín de tertulitas y de citas en su local. Dos de las últimas fueron una organizada por el citado Luis Alegre, donde reunió a un montón de amigos en una fiesta que se bautizó como “la gran emiliada”, y la celebración del cumpleaños del escritor Ignacio Martínez de Pisón, con sus amigos y algunos invitados de Madrid, como Mara Torres, conductora de ‘El faro’ en la cadena Ser. Había un momento en que Josemari, relajado ya tras haber servido el pisto, el revuelto de bacalao, el ternasco y el helado de corte, ‘frisel’, era el primero en disfrutar de los chistes o de las canciones festivas.

Eva Cosculluela, librera de Los Portadores de Sueños y comentarista de libros de 'Artes & Letras' de HERALDO, dice: "Josemari era todo un personaje, y le gustaba ejercerlo: siempre nos reñía y siempre con razón: por llegar tarde, porque le habíamos dicho que éramos diez y luego éramos 40, porque le movíamos las mesas para estar más a gusto... Nos reñía con toda la razón del mundo, pero impostaba el enfado para parecer un gruñón. En realidad, el enfado le duraba un minuto: siempre acababa sonriendo y haciéndonos bromas. Nos ha aguantado todo lo del mundo, mucho más de lo razonable. Se ha quedado con nosotros hasta que nos íbamos, ya de madrugada, tardísimo. Una de las últimas veces que fuimos debíamos estar cansados y nos retiramos a las dos. Josemari empezó a decirnos que no hacía falta que nos fuéramos tan pronto, que por él no había problema en que nos quedáramos, que cómo era que no nos quedábamos hasta el final... quería quedarse él también con nosotros".

Añade la librera de Los Portadores: "Siempre quería hacerse una foto con todo el grupo. Cuando nos íbamos nos paraba en la puerta y llamaba a Nicoleta para que nos la hiciera. Rápidamente la subía a las redes, siempre con una nota diciendo lo bien que se lo había pasado con nosotros y lo que nos quería. Cómo lo vamos a echar de menos. Y cómo lo queríamos".

José Luis Melero, escritor y bibliófilo, insiste en algunas observaciones: "A José Mari le teníamos todos una devoción especial. Todo le caía bien y todo nos lo perdonaba. Era un pedazo de pan. Simulaba enfadarse algunas veces cuando le habíamos dicho que iríamos 10 y aparecíamos 25, pero a los cinco minutos ya estaba montando más mesas y riéndose con nosotros. Lo que él nos ha aguantado no nos lo habría aguantado nadie. En el fondo, él sabía que lo queríamos como a uno más de nosotros. Fue el camarero más bueno y paciente que hemos conocido y que conoceremos".

Una vez conocida la tristísima noticia ha recibido todo tipo de elogios. “Lo siento mucho. José Mari era un profesional de los pies a la cabeza y una gran persona”, ha escrito Manuel Martínez. La actriz y programadora cultural Blanca Carvajal dice: “¡Qué tristeza, qué pena! Lo siento en el alma. Lo vamos a echar mucho de menos”. Esta última frase la redondea un escritor aragonés que dice: “Josemari Tomás Gil ha hecho más por las letras aragonesas y los nuevos creadores que muchas instituciones culturales”.

Adiós a Josemari, camarero de Casa Emilio

Josemari, en Vilafeliche, con Nicoleta, compañera de trabajo en Casa Emilio.

Su cuerpo se instalará el martes 15 en el cementerio Torrero a las 12.15 de la mañana y será enterrado el miércoles 16 a las 9.00 de la mañana. Que descanse en paz quien supo hacer tan feliz a tanta gente con lo que más le gustaba: la gastronomía, la tertulia y sus ganas de discutir de fútbol. Era socio del Real Zaragoza y madridista.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión