Morricone cuelga la batuta

El compositor de más de 500 bandas sonoras anuncia una gira de despedida que culminará el 22 de junio en Roma.

El compositor italiano Ennio Morricone en imagen de archivo.
El compositor italiano Ennio Morricone en imagen de archivo.
Alfredo Aldai

¿Quién no ha silbado en alguna ocasión la melodía central de 'El bueno, el feo y el malo' o imaginado los saltos de Iguazú a los sones de la banda sonora de 'La misión'? ¿Quién no ha llorado con los besos censurados que veían la luz al final de 'Cinema Paradiso'? Ennio Morricone (Roma, 1928) no solo es el único compositor cuya celebridad ha trascendido de los sectores cinéfilos, sino que sus piezas más evocadoras forman parte de la cultura popular. Autor prolífico, con más de 500 partituras entre películas y programas de televisión -solo en 1968 firmó la música de 20 largometrajes-, Morricone ha anunciado a sus 90 años una gira de despedida que le llevará por toda Europa hasta el verano. Tras dos conciertos en la Arena de Verona, colgará la batuta el 22 de junio en las romanas Termas de Caracalla, al frente de una orquesta de 200 músicos. Será la despedida de un titán que revolucionó la música de cine.

Morricone logró en 2016 el Oscar que tanto se le resistía por 'Los odiosos ocho' (recogió uno honorífico en 2009). Desde entonces, solo ha compuesto la banda sonora de 'La correspondencia', de Giuseppe Tornatore, aunque en la web IMDB le adjudican la música de una cinta de animación que se estrenará este año, 'El fantasma de Canterville'. Y es que el compositor ha sido un obseso del trabajo durante toda su vida. "Me levanto a las cinco de la mañana. Primero hago gimnasia y después camino. Leo los periódicos y me meto en faena a las ocho", relató.

A Morricone nunca le ha hecho falta irse a vivir a Hollywood o aprender inglés para trabajar con directores como John Carpenter, Brian de Palma, Barry Levinson, Oliver Stone, Warren Beatty, Terrence Malick, Roland Joffé o Quentin Tarantino. También compuso e hizo arreglos para temas inmortales de la música popular, como 'Il mondo', de Jimmy Fontana. Fuera del cine, ha compuesto un centenar de obras. "Las bandas sonoras son las que me han dado éxito y fama, las que han arrastrado mi carrera", reconoce. "Gracias a esta faceta puedo cultivar la otra".

Niño prodigio, al igual que el otro gran músico del cine europeo, Nino Rota, Morricone nació en el Trastevere romano. Hijo de un trompetista de jazz y un ama de casa, comenzó a desarrollar sus aptitudes musicales con seis años y a los doce ingresó en el conservatorio de Santa Cecilia. Allí estudió armonía y trompeta hasta completar su formación 'cum laude' en la mitad de tiempo que sus compañeros: seis meses para unos estudios de cuatro cursos.

Silbidos, disparos y gritos

A los 16 años, ya tocaba con varias orquestas en hoteles romanos. A mediados de los 50, el joven Morricone alterna su trabajo de trompetista en night clubs con la composición de música para programas de la RAI. Colabora con estrellas de la época como Paul Anka y Rita Pavone y pone música a espectáculos de teatro, ballets y music hall. En 1961, firma su primera banda sonora, 'El federal', una tragicomedia ambientada en la II Guerra Mundial.

El reconocimiento internacional le llegó gracias a su asociación con el director Sergio Leone, compañero suyo del colegio y responsable de la mítica trilogía de spaghetti westerns formada por 'La muerte tenía un precio', 'Por un puñado de dólares' y 'El bueno, el feo y el malo'. Bajo el seudónimo de Dan Savio -también utilizó en los comienzos de su carrera el de Leo Nichols- Morricone incluyó en sus partituras sonidos inéditos hasta entonces en la música de cine. Los silbidos, disparos, tañidos de campana y gritos que puntuaban rítmicamente las andanzas por el Oeste del 'hombre sin nombre' revolucionaron un género musical en el que Hollywood había marcado la pauta a base de melodías orquestales.

Según su autor, lo único que hizo fue utilizar instrumentos pobres y arcaicos "porque los personajes eran exactamente así". La experimentación prosiguió de la mano de los realizadores italianos más relevantes: Bertolucci, Pasolini, Pontecorvo... Combina la orquestación tradicional con instrumentos como la armónica o las guitarras eléctricas e incorpora la voz de la soprano Edda Dell'Orso, presencia recurrente a lo largo de su torrencial discografía.

Ese ritmo de producción febril se ha traducido en la irregularidad de sus trabajos: junto a músicas que nos acompañan para siempre desde que salimos del cine, también encontramos discos alimenticios. En otras ocasiones, su carácter de divo ha chocado con los directores: es el caso de su experiencia con Pedro Almodóvar en '¡Átame!', que no satisfizo a ninguna de las partes. Por eso le gustan los cineastas "que hablan poco y entienden mucho".

"Esos que me critican por prolífico tendrían que informarse de lo que escribieron Bach y Mozart durante su vida", puntualizaba. "Siempre tengo una respuesta estándar para esta pregunta: si me comparo con ellos, soy un vago". Celoso de su autoría, Morricone tampoco ha dudado en protestar cuando ha visto cómo su música era utilizada con otras imágenes diferentes para la que fue concebida. Así, pidió una compensación económica a Quentin Tarantino por usar sus notas en 'Kill Bill' y montó en cólera cuando un anuncio italiano de desodorantes aprovechaba la partitura de 'La misión'.

Felizmente casado desde 1956 con Maria Travia y padre de cuatro hijos -uno de ellos compositor y otro director-, el autor de los himnos de 'Novecento' se considera un hombre de izquierdas -"no un comunista"- y su nombre siempre ha aparecido junto a los de Bertolucci y Moretti cuando tocaba pedir un revulsivo para la escena cultural italiana. "Yo creo sobre todo en el cine", establece.

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