Las cuidadoras del tesoro literario del Paraninfo

La de Zaragoza es la Universidad española con mayor número de incunables únicos, que requieren un mimo especial. Un equipo de profesionales vela por su salud, pero también los protegen de ladrones de libros

De izda. a dcha.: Rosa Navarro, Ángela Córdoba y Paz Miranda, cuidadoras de la biblioteca del Paraninfo
De izda. a dcha.: Rosa Navarro, Ángela Córdoba y Paz Miranda, cuidadoras de la biblioteca del Paraninfo
GUILLERMO MESTRE

El subsuelo del edificio del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza guarda un tesoro bibliográfico compuesto por miles de libros, de los cuales 400 son incunables: libros salidos de la imprenta en el espacio de tiempo que va desde la presentación del invento en 1453 y hasta 1500. Volúmenes de tiradas muy pequeñas, muchos de los cuales se han perdido con el tiempo debido a incendios, guerras o revoluciones, y que tienen un enormísimo valor. Y cuidan de ese patrimonio un equipo de expertos documentalistas, del que destacan tres mujeres: Paz Miranda, responsable de la biblioteca del Paraninfo, junto a Rosa Navarro y Ángela Córdoba, técnicos especialistas en bibliotecas. Desde 2006 (cuando comenzaron las obras de restauración del Paraninfo) y hasta marzo del pasado año, el fondo estaba en la biblioteca María Moliner de Zaragoza. Ahora, el medio millón de libros y colecciones históricas ha regresado a su lugar original, con instalaciones renovadas.

Miranda y compañía transitan ese subsuelo a diario, cruzan el largo pasadizo de paredes de mampostería para acceder a las cámaras donde se guarda ese tesoro. Además de los ladrones (que los ha habido y los sigue habiendo), debe protegerse de otras amenazas, microscópicas pero letales: hongos, bacterias y fotones. "Por un lado suponen una seguridad porque solo se puede acceder a estas salas a través de un acceso controlado por cámaras. Por otro lado, hay que tener esta tarjeta –muestra Paz Miranda–, esta ‘llave de todos los libros’ que es la que abre las puertas". Acompañada de Rosa Navarro y Ángela Córdoba, abren algunas de las estancias, pero dejan la más interesante para el final, la que controla telemáticamente todas las variables de la habitación: temperatura, humedad y luz.

Los volúmenes más valiosos

"En esta sala, se mantiene la atmósfera constante las 24 horas del día, 365 días del año, –indica Navarro–. La temperatura es de 20 grados, la humedad relativa del 50%. También la luz puede dañar este depósito bibliográfico: nunca debe superar los 5 luxes. En la sala especial tenemos 30.000 volúmenes, los más valiosos de todo el Paraninfo".

La biblioteca de la Universidad de Zaragoza conserva manuscritos y páginas que han sido encontrados en lugares insospechados. Por ejemplo, un manuscrito mozárabe había sido utilizado hace siglos para crear la tapa de otro libro. En aquella época no se valoraban los manuscritos, y su material servía para proteger volúmenes. Cuando se restauró el libro a principios del siglo XX fue una sorpresa encontrar un manuscrito tan importante.

Otras veces se han hallado ejemplares aljamiados (escritos en castellano pero con grafía árabe), escondidos para evitar la Inquisición. Durante los trabajos de restauración del Salón del Trono de la Aljafería se encontraron seis páginas del Corán. "En la Universidad de Zaragoza tenemos una de las colecciones históricas más importantes de toda España, aunque no todo está en el Paraninfo, ya que no tenemos espacio. Por eso, algunos de esos tesoros está también en colecciones de las bibliotecas de las facultades", aclara Ángela Córdoba.

La imprenta medieval

La capital del Reino de Aragón fue un emplazamiento crucial para la difusión de la imprenta en España. El invento de Guttemberg data de 1450, pero llegó a Aragón a través de Italia, donde se extendía la Corona de Aragón. La primera imprenta se instaló en Segovia en 1472, pero un año después ya estaba en Barcelona y Valencia y a Zaragoza llegó en 1475. ¿Por qué fue la capital aragonesa un emplazamiento clave? Porque aquí encontró una infraestructura idónea: como capital y sede arzobispal, Zaragoza contaba con instituciones que demandaban libros y documentos. Por otro lado, la red local de molinos papeleros fue determinante para el despegue de la industria.

Una segunda protección de los ejemplares más valiosos son las cajas de conservación, "donde se guardan ejemplares de encuadernación artística o que están muy deteriorados. Son cajas de un cartón especial libre de ácido que aísla del ambiente", señala Miranda, que se lamenta de que "tenemos todavía muchos ejemplares en mal estado que deberían ser restaurados. Obras muy valiosas que deben guardarse en esas cajas para frenar ese deterioro. Aragón necesitaría un centro de restauración donde llevar esos ejemplares, porque acceder a empresas externas resulta muy caro y no podemos permitírnoslo".

Mercado negro de incunables

Reciente está todavía en la memoria el robo del ‘Códice Calixtino, en la catedral de Santiago de Compostela, en 2011. Las bibliotecas más importantes de España han reforzado su seguridad y la del Paraninfo es una ellas. "No se puede explicar el sistema pero podemos decir que nuestros incunables están a buen recaudo –sonríe Paz Miranda–. Además de las cámaras y las tarjetas únicas de acceso, las condiciones de consulta de algunos ejemplares son muy estrictas: los investigadores deben inscribirse y su acceso es acompañado".

En la actualidad, los incunables son libros muy valiosos, y los ejemplares únicos (aquellos de los que solo consta ya un solo volumen porque el resto de la tirada se ha perdido) aún resultan más cotizados. Existe un mercado negro de libros, similar al de otras obras de arte, en el que se venden ejemplares de oscura procedencia. El robo de libros se hace por encargo, cuando un coleccionista quiere un ejemplar en concreto, pero robar un incunable o un libro especialmente valioso no es fácil. Están muy protegidos. Así que esos ladrones se hacen pasar por investigadores, estudian en esas bibliotecas, pasan meses y meses, ganándose la confianza... Es el caso del ladrón que se hizo pasar por profesor de Griego para acceder a los fondos del seminario de Tarazona en los años ochenta. El ejemplar fue recuperado hace dos años. La digitalización ha permitido evitar robos y deterioros.

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