José Miguel Navarro resume las tradiciones, los mitos y el bestiario del Pirineo aragonés

El etnógrafo publica en Prames el volumen 'Diccionario de signos, símbolos y personajes míticos y legendarios'

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José Miguel Navarro López, un etnógrafo minucioso e integrador de los trabajos de los demás, entiende que «los símbolos, los mitos y las leyendas han acompañado al hombre desde el principio de los tiempos». Quizá sean esa consideración, de partida, y la conciencia de la infinita riqueza de las tradiciones las dos razones que le han llevado a redactar el ‘Diccionario de signos, símbolos y personajes míticos y legendarios del Pirineo’, un libro repleto de iconografía, fotos de Navarro y dibujos de Merche Pérez y Eva Caballero, que ya «se ha convertido en el éxito del año de Prames», según su editor Rafael Yuste.

El volumen lleva un prólogo de Ángel Gari Lacruz, el gran maestro de la brujería y de las piedras mágicas de Aragón, que recuerda que este volumen «aporta informaciones para interpretar el imaginario colectivo vinculado a símbolos, mitos y su localización en el territorio. El autor lo aborda, según los casos, desde un triple nivel: presenta su origen antiguo, plantea aspectos conceptuales y los ejemplifica con casuística del Alto Aragón».

A lo largo de las páginas, y de los distintos vocablos, entran y salen numerosos especialistas de estos asuntos: el citado Gari, Severino Pallaruelo, Enrique Satué Oliván, José María Satué, Chema Lera, Adolfo Castán, Rafael Andolz, Alberto Serrano Dolader o Juan Domínguez Lasierra, estudioso del ‘Aragón legendario’.

Gigantes, amantes, duendes

Antes de adentrarse en su prolijo diccionario, lleno de datos, Navarro estudia los símbolos más frecuentes en Aragón, y los divide en telúricos o fecundantes, situados especialmente en los Monegros; solares (y alude a Baldellou y Oliván); funerarios, donde son claves las cruces; cristianos y populares, centrados en la conjura de los miedos. El hombre pirenaico, dice Navarro, «decoró su casa mediante la colocación de motilones, espantabrujas, representaciones de animales, herramientas o elementos vegetales».

El viaje por el ‘Diccionario’ ofrece muchas cosas. El autor no elude términos universales –del tipo: ángel, amuleto, caballo, iglesia, instrumento, ninfa o unicornio, por citar algunos–, y busca su vínculo directo con los Pirineos. En ese viaje hay de todo: los fabulosos dinteles, las ricas portadas y pórticos, los dragones, centauros y animales fabulosos inscritos en los capiteles de las columnas, los diversos aquelarres, las piedras sagradas, las flores, los pájaros, las plantas y las aves.

José Miguel Navarro resume las tradiciones, los mitos y el bestiario del Pirineo aragonés

Una de esas fachadas a las que asoma el deseo de trascendencia del hombre. /José Miguel Navarro.

El universo legendario de los Pirineos es de una gran variedad. Abundan los seres gigantescos y ‘omes grandizos’ (como Chuan Ralla o Silbán), los cíclopes, como el de Graus, o su pariente El Hombre Choto, ese pastor o joven rabadán que, un día, loco de amor, subió a lo alto de Pena Canziás y se arrojó al vacío, muriendo despeñado.

Dice José Miguel Navarro: «Junto con Silbán, Chuan Ralla, el Basajaraun o el Fotronero, encarnan las fuerzas primitivas y salvajes de la naturaleza, aunque por su morfología, como bien afirma Á. Gari, podría tratarse de una leyenda sobre un vástago del demonio». Llama la atención la figura del Basajaraun, el señor del bosque, el gigante benévolo, «protector de ovejas y pastores», que también puebla los libros de Dolores Redondo. Aquí también se le llama bonajarau o bosnerau, y «habita las selvas cercanas a Broto».

Aragón es pródigo en duendes, esos genios domésticos, atemporales e invisibles: el duende de Angüés, el de Jaca, el organista, «que moraba en el convento de San Agustín», el de Torre Lucán o el Carapuchete, protagonista de dichos y canciones infantiles en algunos pueblos de la Canal de Berdún», que quizá sea un jorobado. En algunos lugares, a los duendes familiares se les llama menutos. También hay muchos fantasmas: el del abad de Alquézar, el de una mujer llamada Águeda, el de Agüero, vinculado a las apariciones espectrales de difuntos de la noche de Todos los Santos (Aragón posee su propia Santa Compaña con la procesión de las almetas, o almas en pena), el de Bolea, el de Doña Violante, que moró en Caspe, en Loarre y que se supone que reposa en el monasterio de Veruela.

José Miguel Navarro resume las tradiciones, los mitos y el bestiario del Pirineo aragonés

Así imaginó Merche Pérez al Hombre Choto que vivía en la Peña Canziás. / Merche Pérez.

El gran personaje femenino es, sin duda, la mora; estas criaturas oníricas que remiten a otros tiempos residen en Molina de Aso, de Plan, de Echo, de Chaves y Solencio, Siresa, Rasal, Santa Cruz de la Serós, Vadiello y Villanúa... Hay arquetas, relicarios, religadas (esvásticas antiquísimas), pilas bautismales, ermitas, campanas, todo un arsenal de piedras: agujereadas, sagradas, fertilizantes...

En la iglesia de Fiscal hay una representación de los unicornios, y en Denuy y en Gavín se arrastran pintorescas serpientes. La del barranco de Denuy tenía larga caballera y un intenso fulgor en los ojos. De la de Gavín se sabía poco, pero la gente al pasar ante su guarida se protegía con un espejo, según contó Enrique Satué.

José Miguel Navarro López resume: «El hombre es el único animal de pensamiento simbólico». Al fin y al cabo, como dijo el especialista Coomaraswamy, «el simbolismo es el arte de pensar en imágenes».

LA FICHA

'Diccionario de signos, símbolos y personajes míticos y legendarios del Pirineo aragonés'. José Miguel Navarro López. Fotos: José Miguel Navarro. Ilustraciones: Merce Pérez Betrán y Eva Caballero. Zaragoza, 2018. 255 páginas.

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