Rosa Montero: "Me espantan los dogmas, los fanatismos de izquierdas y de derechas"

La escritora, Premio Nacional de las Letras Españolas de 2017, publica una nueva entrega de Bruna Husky y la presenta en Zaragoza, en el museo Pablo Serrano: 'Los tiempos del odio' (Seix Barral)

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Rosa Montero (Madrid, 1951), Premio Nacional de las Letras Españolas de 2017, publica una nueva novela protagonizadas por Bruna Husky: ‘Los tiempos del odio’ (Seix Barral), que presenta el martes 13, a las 19.30, en el museo Pablo Serrano.

¿Qué significó, y cómo vive y lo ha vivido, la concesión del Premio Nacional de las Letras?

Significó y significa muchísimo para mí. Tuvo un carácter casi terapéutico. Es decir, curó, espero que para siempre, esa herida de inseguridad atroz que todos arrastramos. Y también un cierto desasosiego ante el persistente paternalismo de algunos mandarines de la cultura. Fue una bendición. He escrito mejor y con mayor libertad tras recibirlo. Sigo agradecidísima.

Siempre insiste en que Bruna Husky quizá sea su mejor autorretrato o su mejor ‘alter ego’. ¿En qué se parecen?

No es exactamente un autorretrato, pero sí es el personaje con el que me siento más unida y con quien más me identifico en el fondo. Ella es en todo mucho más exagerada que yo, pero las dos estamos obsesionadas por la muerte, por el paso del tiempo y por la pérdida. Y al mismo tiempo, a consecuencia de esto, tenemos una aguda conciencia de estar vivas, una hambre insaciable de vivir, somos vitalistas, vividoras, ya digo que ella de una manera mucho más extrema. Esto es lo principal, pero también tenemos otras similitudes; le he dado el gusto por el vino blanco (aunque ella, a su modo tremendo, casi es una alcohólica), compartimos un talante obsesivo y también cierto conflicto entre la entrega amorosa y la independencia. Pero también hay cosas en las que somos completamente distintas:ella es muy valiente físicamente y cobarde en lo emocional, porque cree que los sentimientos la debilitan. Yo, por el contrario, soy una cobardica en lo físico pero valiente en lo emocional. Por eso Bruna es un misántropo (aunque se va curando poco a poco) y yo amo a la gente y lo mejor que tengo en la vida son mis amigos.

¿Qué es lo que le preocupa más a Bruna: el amor o la muerte?

La muerte, pero el amor le parece el mejor antídoto.

Rosa Montero: Me espantan los dogmas, los fanatismos de izquierdas y de derechas

Rosa Montero, coleccionista de salamandras, en el estudio de su casa madrileña, próxima al Retiro. Ivan Giménez (Seix Barral).

El detonante del libro parece ser el amor. Una de las frases más repetidas es “Sin amor no merece la pena vivir”. ¿Fue esta frase el origen, el núcleo de la historia?

No realmente, pero es uno de los ingredientes esenciales. En esta novela, como en todas las mías, el tema principal es el paso del tiempo y la necesidad de aprender a vivir mejor y a tenerle menos miedo a morir. Pero luego hay dos subtemas fundamentales, que son, por un lado, el retrato de un tiempo turbulento, sectario y violento; y, por el otro, la necesidad del amor en sus dos vertientes: el amor colectivo que nos permita sobrevivir a estos tiempos de odio por medio de estrategias sociales de empatía, solidaridad y civilidad, por contraposición a la depredación, el abuso y el enfrentamiento; y el amor individual y pasional, esa magia que nos hace rozar el cielo

¿Podría ser que cada vez más, en sus novelas, haya un canto más acentuado al amor físico?

No sé qué decirte. En ‘La función Delta’, mi segunda novela, ya jugaba un papel muy importante el amor físico. También en ‘Historia del Rey Transparente’, en ‘El corazón del Tártaro’, desde luego en las tres Brunas, en La Carne... yo diría que prácticamente en todas mis novelas hay cierto énfasis en ese aspecto de la realidad. Lo que sí creo es que el amor, y no sólo el físico, ha ido ganando espacio e importancia en mis novelas. Cada día tengo más claro que uno de los mayores anhelos del ser humano es ser querido de la manera en que quieres ser querido.

El odio es el envés del amor. ¿Es, diría, uno de los motores más perversos de la convivencia? Lo pregunto también por el título de la novela...

El odio me aterroriza, porque conduce a la deshumanización del otro, a la crueldad y al infierno en la tierra. Es uno de los rasgos más embrutecedores y envilecedores del ser humano.

Bruna Husky es una criatura existencialista. Cuenta todo el tiempo lo que le queda, tres años, tres meses, trece días... ¿Quiere cantar o exaltar el ‘carpe diem’ desde la consideración, o el temor, de que la vida sea una carrera contra la muerte?

No temo que la vida sea una carrera contra la muerte: sé con total certidumbre que lo es, jajaja. Ni a Bruna ni a mí se nos da bien olvidarnos de que somos mortales, que es lo que hace la mayor parte de la gente para vivir. Pero, como he dicho antes, esa conciencia de la fugacidad te permite vivir el presente con mucha más intensidad. Sabiendo y celebrando que estás vivo.

La novela transcurre en el siglo XXII, un siglo intolerante, convulso también, próximo a las guerras civiles. ¿Tampoco aprenderán nada de la historia y sus errores quienes nos sucedan?

Siempre digo que mis Brunas son mis novelas más realistas. Para mí el mundo de mi novela es una representación del mundo de hoy. Y creo que aprendemos, pero dificultosa y lentamente, y que en cualquier momento podemos perderlo todo. Ahora estamos en peligro de una involución, soplan vientos totalitarios y dogmáticos, pero creo que esa lucha entre, digamos, la civilidad y la barbarie, se ha producido desde siempre. Ya en las cavernas debía de haber trogloditas que escogían estrategias de cooperación para sobrevivir y compartían la comida con los demás, y otros trogloditas que le atizaban un garrotazo al más débil para robarle su filete de mamut. Y así seguimos y seguiremos, en la misma batalla.

Habla de una colonia que rechaza la tecnología, pero en el fondo es dogmática… ¿Estamos condenados al dogma y a la intolerancia?

Me espantan los dogmas, los fanatismos de izquierdas y de derechas, las personas que creen que pueden construir paraísos en la Tierra. Esos paraísos acaban convirtiéndose en mataderos. El tema del dogmatismo es habitual en mis novelas y es una constante del ser humano, pero creo que sí podemos escapar o al menos combatirlo. Como antes he dicho, una parte de la Humanidad pelea contra eso.

También es una novela con el terrorismo como melodía de fondo… ¿Quiere decirnos algo, establecer correspondencias, en qué medida lo que sucederá no es lo que nos está sucediendo ya: con Cataluña, los ecos etarras, el yihaidismo, Trump?

Es exactamente igual que lo que nos está sucediendo, pero también hubiera sido exactamente igual que en los años treinta con la subida del nazismo, o en los tiempos anteriores a la guerra de Yugoeslavia, etcétera. Es algo que tiene que ver con la condición humana. Eso sí, ahora estamos en un momento mundial especialmente crítico. Yo ya lo veía desde la primera Bruna, que empecé a escribir hace diez años. Ya entonces percibía en el ambiente la crisis de credibilidad y legitimidad democrática, y cómo mucha gente añoraba la falsa pureza de los dogmas y de las tiranías, religiosas o laicas. Describí desde mi primera Bruna un mundo flotante, el Reino de Labari, que es una cruel sociedad ultrarreligiosa. Dos años después apareció el ISIS, que es mucho más feroz que mi Reino de Labari.

¿Lograremos desembarazarnos alguna vez del terrorismo?

Lo veo difícil.

¿Es consciente de que en el libro hay como una partitura de piano que tiene algo de melancolía sorda, de desolación, y que afecta a Bruna, a Paul Lizard, a la Ángela que se arranca el tatuaje en las primeras páginas?

Qué bonita observación. Lo sé, sí... es esa melancolía del tiempo que te deshace y de los deseos no conseguidos. Pero la novela tiene para mí un final claramente feliz. Ganan los “buenos”, por así decirlo, en esta perpetua batalla contra la barbarie; y Bruna consigue solucionar un par de temas esenciales. Entre otras cosas, aprende a amar.

Rosa Montero: Me espantan los dogmas, los fanatismos de izquierdas y de derechas

¿Cómo trabaja los personajes secundarios? Tienen mucha fuerza, memoria, personalidad.. Son coro y novela misma.

Muchísimas gracias. Pues los trabajo con mucho respeto. Me meto y vivo dentro de ellos igual que hago con mis protagonistas. Jamás los uso como marionetas del personaje principal. Aunque aparezcan menos, para mí son igual de complejos y están igual de vivos,

¿Qué le pide a sus novelas en cuanto a atmósfera, ritmo, acción y lenguaje? ¿Cuál es su poética?

Todos escribimos para el lector que llevamos dentro, así que aspiramos a escribir una novela que nos guste. Y para que me guste debe ser una novela sincera (es decir, que sea lo que de verdad necesitabas escribir), estilísticamente tallada, depurada, sin adjetivos sobrantes, sin lugares comunes, y que sea capaz de transmitir emoción y belleza de la manera más personal y distinta posible.

LA FICHA

Los tiempos del odio. Rosa Montero. Seix Barral. Barcelona, 2018. 399 páginas. [La novela, protagonizada por la replicante Bruna Husky, se presenta esta tarde a las 19.30 en el museo Pablo Gargallo.]

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