José Luis Melero: "Soy lo más alejado a eso que llaman 'una rata de biblioteca'"

Hoy, a las 19.30, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, el escritor y bibliófilo presenta su nuevo libro, ‘El lector incorregible (Xordica), en un acto que organizan Los Portadores de Sueños. Conversará con Genoveva Crespo y Rodolfo Notivol

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¿En qué es incorregible como lector?

Soy incorregible y apasionado porque me sería muy difícil vivir sin los libros. En los libros está todo lo que a uno le puede interesar. Pero a mí me gusta más la vida que los libros: pasear, estar con los amigos, salir a cenar, besar a mis hijos, subir a La Romareda… Soy lo más alejado a eso que llaman «una rata de biblioteca».

¿Qué se siente más: lector, rastreador de libros o divulgador?

En realidad, las tres cosas. Yo soy escritor porque soy lector. Creo que es el camino correcto: primero hay que leer mucho y después ponerse a escribir. Y para ser el lector de muchos de los libros que me gustan y poderlos divulgar, también he tenido que rastrear no poco hasta encontrarlos. Cuando un escritor ha leído poco se nota enseguida. Son esos que, como digo yo siempre, han escrito más libros de los que han leído.

¿Cómo nacen sus artículos, cuál es la mecha, la llamarada?

Yo quiero contar lo que a mí me gustaría que me contaran. Ahí está siempre el origen de mis artículos. Tratar de contar algo nuevo que no está en el canon o en los manuales, o algo divertido que pienso que puede sacarle una sonrisa al lector. Hay que huir de repetir tópicos o ideas manidas, y procurar que, cuando te lean, te reconozcan. Un ejemplo de esto sería mi artículo sobre Jacobo Morcillo, el negro de Durruti, que luego fue policía y acabó escribiendo ‘Mi vaca lechera’. Yo pensé: «Esto me interesa a mí y le tiene que interesar a mis lectores».

¿En qué medida es un libro de homenaje a los amigos: pienso en Rosendo Tello, Fernando Ferreró, Alfredo Castellón, Ángel Artal o Víctor Juan, por ejemplo?

No es éste un libro de homenaje a mis amigos. Eso no tendría interés para nadie. Pero muchos de mis amigos, como esos que nombra y algunos más, son tan interesantes y especiales que merecen estar en mi personal galería de personajes ilustres que quiero que conozcan y admiren mis lectores. No están en el libro por ser mis amigos, sino por ser gente muy atractiva, cada uno por distintas razones.

José Luis Melero: Soy lo más alejado a eso que llaman una rata de biblioteca

José Luis Melero con su gran amigo el cantante, de jota y zarzuela, Nacho del Río, con el cual dio charlas y recitales de jota. / Francisco Jiménez.

¿Es el poeta y editor Julio Antonio Gómez uno de los seres que más lo conmueven?

Fue, con Miguel Labordeta, el único gran poeta de la generación del Niké a quien no conocí. Por eso, y por toda la leyenda que arrastra, es un mito para muchos de nosotros, mito al que contribuyó su paso por la cárcel por homosexual y su triste final. Fue el mejor editor de poesía de España en su momento (con recordar que editó en Zaragoza a Aleixandre, a Celaya, a Blas de Otero, a Rosales, a Gloria Fuertes…, está dicho todo) y fue un grandísimo poeta. Guardo cartas suyas desgarradoras.

¿Qué le da Zaragoza, cómo la ve?

Me gusta siempre mostrar la Zaragoza menos conocida, la que, como decía antes, a mí me gustaría que me enseñaran: dónde vivió Clarín en nuestra ciudad, dónde se guardan los muebles de Ricardo Sasera que se hizo fabricar con madera de la Torre Nueva, dónde estaba Gráficas Minerva, en la que se imprimieron todas las revistas de vanguardia durante la República, dónde ver el sol que había en la Puerta del Sol o las inscripciones de la Puerta de Valencia, dónde vivió y murió don Juan Bruil, cómo se conserva la biblioteca de Manuel de Roda... Zaragoza es una ciudad bimilenaria, con un enorme pasado y con un presente de gran riqueza cultural.

José Luis Melero: Soy lo más alejado a eso que llaman una rata de biblioteca

José Luis Melero recibe el premio Búho de 2016 de la mano del director general de Cultura y poeta Nacho Escuín. / Guillermo Mestre.

¿Quién fue Nicomedes Méndez?

Nicomedes Méndez fue uno de los más conocidos verdugos españoles del siglo XIX. Era el verdugo de Barcelona y amenazaba con quitarle el récord de ejecuciones al verdugo de Zaragoza José González Irigoyen, quien, siendo ya muy mayor, se negó «por prurito profesional» a que viniera a ayudarle a ejecutar a unos reos. La España negra aparece algunas veces en mis artículos, porque, como le pasaba a Solana, es muy difícil sustraerse a su embrujo.

¿Cuáles son los personajes que más lo atrapan?

Siempre los perdedores, los escritores suburbiales y arrabaleros. Los consagrados ya tienen quienes los defiendan y promocionen, pero de ‘mis’ raros y olvidados no se acuerda nadie. Yo prefiero escribir, para entendernos, de Gil Comín Gargallo o de Amparo Poch, antes que de Gabriel Miró o de doña Emilia Pardo Bazán.

Es casi un cazador de dedicatorias. ¿Qué valor les da, qué le estimula de ellas?

El fetichismo de las dedicatorias es muy fácil de entender. Si tú tienes en las manos un libro dedicado por Antonio Machado o por Juan Ramón Jiménez, sabes que ese mismo libro también estuvo en las suyas, por lo que se crea un vínculo muy especial entre autor y lector. Decía Juan Ramón que los libros en ediciones diferentes dicen cosas distintas. Y en viejas ediciones dedicadas, añado yo, mucho más.

¿Qué sucede cuando, por lo que sea, deja escapar un libro? ¿Se arrepiente, lo persigue, se obsesiona con él?

Uno siempre se arrepiente de lo que no ha comprado y, en cambio, suele olvidar pronto lo que sí ha adquirido. Años y años después, aún tiene uno pesadillas por no haber comprado un libro determinado (porque entonces nos pareció muy caro, porque se nos adelantaron en un lance en el Rastro, o porque llegamos tarde cuando llamamos por teléfono al librero nada más leer el catálogo), y en cambio los libros que compramos, los leemos una vez -si hay tiempo y suerte-, los dejamos en un estante y, a lo peor, nunca más volvemos a acordarnos de ellos. Por eso, hay que tratar de comprar siempre todo lo que nos vaya a hacer felices, pues en caso contrario lo lamentaremos toda la vida (como yo lamento cada día no haberme quedado con esa primera edición de 'Orillas de la luz', de José María Hinojosa, con una gran dedicatoria del autor y una preciosa encuadernación, que no compré porque me pareció cara). Esta es la teoría, pero luego, claro, no se puede llevar a la práctica, pues “pequeños inconvenientes” -sobre todo los que tienen que ver con el dinero y el espacio de que disponemos- la hacen imposible.

José Luis Melero: Soy lo más alejado a eso que llaman una rata de biblioteca

José Luis Melero dialoga con el escritor y jefe de opinión de HERALDO José Javier Rueda. Con ellos, el profesor José María Serrano. / Aránzazu Navarro.

EL DESEO DE NO ABURRIR NUNCA

José Luis Melero Rivas (Zaragoza, 1956) se ha convertido, como Luis Alegre o Miguel Mena, en una figura imprescindible de la vida cultural y social de Zaragoza. Es bibliófilo, escritor, experto en jota, historia de Aragón y poesía, y sufre la misteriosa enfermedad del zaragocismo. Su lema podría ser: «Todo por y para Aragón». Es Hijo Predilecto de Zaragoza Medalla de Isabel de Portugal , y es académico de Bellas Artes de San Luis.

Libros. «Mis bibliografías (de libros de la guerra, de diarios…), mis memorias de bibliófilo o mis ensayos sobre libros los he escrito con mucha menos presión que los artículos. Es un gran esfuerzo escribir todas las semanas, y lo hago en ‘Artes Letras’ de HERALDO, algo que pueda ser interesante y novedoso. Y hacerlo desde hace 13 o 14 años, sin faltar una sola semana, aún más. Pero he ganado muchos lectores y amigos, y estoy feliz con el resultado», dice. Recibe un sinfín de felicitaciones.

El articulista. «Primera máxima, no aburrir nunca. Segunda, no ser solemne. Y después, tratar de “enseñar deleitando”, como los clásicos. Mis lectores me dicen que aprenden algunas cosas con mis artículos y que hasta se divierten con ellos. No se puede aspirar a más», afirma.

Pasión por Lorca. «Lorca quiso ser el artista total: escribía, tocaba el piano, hacía teatro, dibujaba… y, siendo un burgués y un hombre moderado, pagó la vesania que vivió España durante la guerra y acabó frente a un pelotón de fusilamiento, él que hubiera sido incapaz de matar a una mosca. Una vez pude comprar un libro suyo dedicado. No lo hice y me he arrepentido siempre», concluye.

José Luis Melero: Soy lo más alejado a eso que llaman una rata de biblioteca

LA FICHA

El lector incorregible. José Luis Melero Rivas. Xordica. Zaragoza. 2018. [El libro se presenta el lunes 12, a las 19.30 en el Paraninfo. El escritor dialogará con la periodista Genoveva Crespo y con el escritor Rodolfo Notivol.]

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