Jorge Usán:"El artista debe aspirar a domar la Naturaleza"

El creador zaragozano muestra en la galería Jorge Alcolea de Madrid una selección de su obra reciente

La muestra, en la galería Jorge Alcolea, puede visitarse hasta el día 8
La muestra, en la galería Jorge Alcolea, puede visitarse hasta el día 8

El título de la última exposición del aragonés Jorge Usán (galería Jorge Alcolea de Madrid, hasta el 8 de noviembre) es una suerte de jeroglífico: 17 barras verticales, una por cada pieza que presenta al público. Son, en total, 14 obras pictóricas, una serie de grabados y una edición escultórica en cerámica. Todas las ha realizado en los últimos 10 meses en su estudio de Menorca, donde ha encontrado la tranquilidad después de viajar por todo el mundo.

Y es que Usán (Zaragoza, 1979), está actualmente a caballo entre España, México y Hong Kong, después de haber vivido más de una década en Pekín. "A China llegue atraído por la tinta y el papel, con muchas ganas de investigar sobre cómo trabajan allí los artistas con estos materiales. Fui pensando estar unas semanas y al final viví allí once años. Había una gran efervescencia cultural. Pero luego llegó un momento en que ví que tenía que cambiar".

Se trasladó a México, donde ha vivido durante cinco años, antes de refugiarse en Menorca. «La mía es una carrera de muchos giros –señala–, en la que cada obra abre las puertas a la siguiente. Tengo el sentimiento permanente de querer hacer cosas nuevas y, en ese sentido, cada obra en la que trabajo me va guiando. Pero también tengo la sensación de que algo permanece inmutable. Mi obra es como un tronco varado en la playa al que, con el tiempo, se le han ido adhiriendo cosas».

Jorge Usán:El artista debe aspirar a domar la Naturaleza

En 2012 ganó la prestigiosa beca Kresner-Pollock de Nueva York, y en la Gran Manzana encontró grandes apoyos aunque no el lugar donde instalarse. "Me gusta recluirme en mí mismo, necesito hacer vida de taller, no la vorágine de una gran ciudad. En Nueva York al final no trabajas todo lo que quieres porque estás un poco obligado a ser tu propio representante. Estuve cuatro meses, y muy bien, pero al final sentí que había demasiadas luces de neón". Ahora, desde Menorca, está desarrollando un proyecto de arte electrónico en colaboración con la universidad japonesa de Nagoya.

Las piezas ‘pictóricas’ que presenta en Madrid sorprenden, ya desde el primer golpe de vista, por los materiales empleados. El soporte es de madera tallada, a la que se ha superpuesto fieltro y ha dejado todo un tiempo a la intemperie. «Luego, en el estudio, lo que intento hacer, mi aspiración, es domar lo que ha hecho la Naturaleza. En los últimos años he ido tendiendo a trabajar cada vez más con microelementos, y ahora mi idea es hacerlo con las texturas de los materiales».

¿Cuándo da por terminada, pues, una de sus obras? «Creo que una obra se acaba cuando pasa a otras manos, cuando sale del estudio para siempre, cuando hay alguien que le interesa y se la lleva a su casa. Ya no son tus ojos los que la contemplan, sino los suyos. Me gusta que mis obras, además, sean lo suficientemente abiertas como para que el espectador encuentre en ellas aquello que está buscando. Yo doy el primer paso y el espectador es el que lo acaba. Yo te asfalto el camino y tú, como observador, eres el que lo tiene que andar».

Pese a esa forma de trabajar, Usán no duda en calificarse como «un pintor tradicional». Al menos, en el sentido de no necesitar grandes infraestructuras para crear. «He cambiado varias veces de estudio, a menudo de un país, o de un continente a otro, y lo he hecho sin mayor problema porque me da igual trabajar en un estudio de 1.000 metros cuadrados que en una habitación de hotel. Tengo el estudio dentro de mí».

Regresa habitualmente a Aragón (su última exposición, ‘Exalatitte’, se celebró en 2013 en el Museo Pablo Serrano), aunque detecta y lamenta la pérdida de vigor del arte contemporáneo. «El problema es que ya apenas quedan galerías de arte en Zaragoza. Si a eso le unes que no hay mercado, a la mayoría de los artistas lo que les queda es emigrar. Y, si te vas, luego es difícil volver. La verdad es que la ciudad tiene grandes posibilidades y para mí es un verdadero gustazo volver de cuando en cuando a casa, pero ofrece pocos atractivos al artista contemporáneo».

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