El antes y después de la última nevera de Balay

Concluye en Fuendetodos la restauración de un edificio tradicional dedicado a la fabricación de hielo

La nevera, antes de su restauración
La nevera, antes de su restauración
José Luis Ona

En Fuendetodos la empiezan a conocer como la 'nevera Balay', aunque siempre ha sido la 'nevera del Calvario'. La 'última' nevera de Balay no tiene complejos circuitos electrónicos ni un diseño vanguardista. Es una construcción popular, de unos tres siglos de historia, que acaba de ser restaurada gracias a un acuerdo firmado hace meses por la empresa zaragozana y la Fundación Fuendetodos. Con la recuperación de este 'frigorífico' antiguo, para cuyas obras la empresa zaragozana ha aportado 21.000 euros, son dos las neveras recuperadas en la localidad natal de Goya. Pocas, para las que hubo.

"Fuendetodos fue hace más de 200 años, junto a Sierra Espuña en Murcia, el principal centro de neveras de España y, quizá, de todo el Mediterráneo occidental -señala el arqueólogo José Luis Ona-. Llegó a haber más de una veintena de neveras, que abastecían principalmente a la ciudad de Zaragoza y a varias localidades del Bajo Aragón.

Construidas principalmente a finales del siglo XVI y principios del XVII, con las primeras nevadas empezaban a llenarse estas construcciones, habitualmente de seis metros de diámetro, seis metros de profundidad y seis de altura. La nieve se apisonaba para convertirla en hielo, utilizando capas de paja como aislante, y, cuando llegaba el buen tiempo, se llevaba a vender a Zaragoza.

"El transporte era siempre en carro y aprovechando la noche -señala Ona-. Hay que tener en cuenta que los 'panes de hielo'  de Fuendetodos se podían colocar en una sola noche en las neverías de Zaragoza, aprovechando además las facilidades del Camino Real, y eso hizo que sustituyeran, como suministro, a los que venían del Moncayo, que se producían mucho más alejados".

Las neveras pertenecían a las familias más pudientes de Fuendetodos, y el hielo que producían lo vendían al arrendador de la nieve de Zaragoza, que había ganado la subasta de un servicio que entonces era municipal. Antes de cada transporte se firmaban acuerdos y escrituras en los que se establecían premios y multas en función de la cantidad de hielo que finalmente llegaba. El arrendador guardaba los 'panes de hielo' en las neverías que tenía distribuidas por toda la ciudad. Ese hielo tenía usos médicos y culinarios. "A los enfermos se les servía prácticamente gratis, y el nevero estaba obligado incluso a venderlos en mitad de la noche si había algún enfermo con fiebre alta que así lo requería". También se empleaba en la elaboración de alimentos y bebidas refrescantes. Estas construcciones empezaron a dejar de ser rentables a finales del siglo XIX, y se abandonaron. Muchas de ellas se utilizaron como basureros y escombreras mientras la parte elevada se iba arruinando. La del Calvario fue la última en llenarse y pagar impuestos, y lo hizo en 1938.

Hace 25 años, un particular, Gonzalo Torres, restauró la primera de las neveras de Fuendetodos, la de la Culroya. Posteriormente se limpiaron y consolidaron los restos de otras tres. El arquitecto municipal de Fuendetodos, Jesús Heredia, redactó el proyecto de restauración de la del Calvario, y el alcalde, Enrique Salueña, propuso a Balay costear su recuperación. Las obras ya están concluidas y, según aseguraba hace unos meses José Longás, director general de BSH Electrodomésticos, "Balay organizará en su interior una exposición sobre la conservación de los alimentos y los empleados de BSH y sus familias podrán acceder a los museos, talleres de grabado y diferentes actividades culturales del pueblo en condiciones ventajosas".

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