Las manos del 'corte Beatle'

El peluquero Leslie Cavendish se hizo con la confianza del grupo hasta montar el salón en el dormitorio de Paul McCartney.

Los Beatles jugaron constantemente con la melodía y el arreglo.
Famosa portada del disco 'Abbey Road' de The Beatles.

El peluquero Leslie Cavendish entró en la vida de Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr de una manera peculiar. En el libro que acaba de publicar en homenaje también a aquellos locos años sesenta, Cavendish era entonces un hincha de un equipo de fútbol de tercera que se había formado en uno de los salones más lujosos de Londres, Vidal Sassoon, centro neurálgico para conocer a las estrellas de la época, actrices y nombres como Grace Coddington, futura directora creativa de la edición estadounidense de Vogue. Un torpe adolescente que se fue haciendo un nombre con la supervisión de Sassoon, al que le llegó la mejor oportunidad de su vida en el peor momento posible: los Queens Park Ranger (QPR), su equipo favorito, se enfrentaban al Swinton Town. Él contó los minutos para poder ir corriendo a disfrutar del partido hasta que Jane Asher, nada menos que la novia de McCartney por aquel entonces, entró en el salón.

Acabó en las manos de Cavendish porque su estilista habitual estaba ocupado. Sólo quería lavar y secar. Cavendish decidió igualarle las puntas y la clienta debió quedar satisfecha porque propuso al joven peluquero un reto mayor: atender a un tipo apellidado McCartney esa misma tarde. Justo cuando jugaban los QPR. Vio el partido y, al acabar, se fue pitando a la cita con el 'beatle'. Tuvo el honor de tocar la melena de McCartney, seña de identidad que le hacía reconocible en todo el mundo.

Ya entonces un grupo de fans llamado 'Apple Scruffs' montaba guardia permanente a la puerta de su domicilio y los periodistas acechaban en cualquier esquina. Como el mítico cantante y bajista no podía salir de casa, el peluquero improvisó su salón en el dormitorio de Paul. Estrecharon amistad y el músico dejó que el estilista le cortara su característico pelo hasta dejarle casi con la cabeza rapada. Irreconocible para sus seguidores, pudo pasar desapercibido e irse tranquilamente de vacaciones a África, donde encontró inspiración para ir componiendo lo que luego sería 'Sgt. Pepper's'.

Cavendish conoció al resto de los Beatles en su primera visita a los estudios de grabación, donde el humo de los cigarrillos mentolados del ingeniero de sonido Geoff Emerick le dieron la bienvenida. Acudió a cobrar su sueldo y lo hizo honradamente, desechando el habitual zarpazo de bolsillo que sufría el grupo por doquier.

De los 'cuatro fantásticos', el peluquero prefería la frondosa melena de Harrison. Lo más incómodo era cortar el pelo a Lennon, que no paraba de moverse o de atender visitas como las de Yoko Ono.

El peluquero estaba intrigado por ella y se convirtió en una sombra a la cabeza de Lennon. Le gustaba además escuchar las conversaciones sobre arte que mantenía la pareja. Al que apenas metió la tijera fue a Ringo Starr por la sencilla razón de que su mujer era también peluquera.

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