Vogue, más allá de la pose

A veces, hacer posturas es huir del postureo. Este baile, popularizado por Madonna en los 90, regresa con un mensaje liberador en el que huir de la realidad significa ser lo que uno quiera.

De pie, de izquierda a derecha, Claudia Conte, Myrian Colás, Inés Mostalac y Julia Romero. Agachados, Óscar Navarro, Sara Colás y Jorgito Sanz, haciendo poses de vogue.
De pie, de izquierda a derecha, Claudia Conte, Myrian Colás, Inés Mostalac y Julia Romero. Agachados, Óscar Navarro, Sara Colás y Jorgito Sanz, haciendo poses de vogue.
Oliver Duch

La palabra ‘vogue’ remite de manera casi irremisible a la famosa canción de Madonna en los 90 o a la no menos conocida revista de moda. No es ir desencaminado. Pero el vogue es mucho más. Y Zaragoza, en 2018, representa un buen y pionero ejemplo en España.

Vogue engloba un movimiento cultural y social internacional, con origen en Estados Unidos, que hunde sus raíces a finales del siglo XIX, aunque es en los 80 del XX cuando toma la forma actual. Su principal escaparate para el gran público es su expresión bailada, la que popularizó Madonna en 1990 cuando puso al mundo a hacer posturitas al grito de ‘strike a pose’ (haz una pose). Ahora, el vogue regresa con fuerza al primer plano (aunque en realidad nunca se ha ido). Lo hace mucho más de abajo a arriba, más pegado a las circunstancias sociales que lo alentaron, a la llamada cultura ‘ballroom’, íntimamente ligada a la reafirmación de la diversidad sexual. El vogue nace de la necesidad de escapar de una realidad nada cómoda –cuando no agresiva– para el colectivo homosexual y transgénero. Por extensión, hoy en día difunde entre todo tipo de públicos un mensaje liberador y de superación personal.

El ‘boom’ de grupos de baile vogue (llamados ‘houses’), el exitoso estreno televisivo de una serie sobre este tema, titulada ‘Pose’, y el último vídeo del triunfito Agoney, con coreografía ‘voguing’, dan cuenta del momento dulce de esta escena, que tiene un activo hijuelo a orillas del Ebro.

Fenómeno creciente

Myrian y Sara Colás, Óscar Navarro, Jorgito Sanz, Julia Romero, Daniel Martínez, Claudia Conte e Inés Mostalac (autora de un trabajo de fin de grado sobre el vogue) son la Kikihouse of Delicious, el primer grupo específico de este baile creado en Zaragoza en 2016 y también el primero de España. Actualmente, hay otros en Alicante, Málaga o Madrid, en un fenómeno creciente, tanto en bailarines como en público asistente a las fiestas conocidas como ‘house balls’ (con cientos de participantes a nivel internacional) y ‘kiki balls’ (de más pequeño formato). Cada bailarín ensaya en su ‘kiki’, pero puede pertenecer a una ‘house’ internacional. Para ello, debe ser ‘seleccionado’.

Harlem, siglo XIX

Pero empecemos por el principio, un viaje que nos lleva al Harlem de las postrimerías del XIX. En aquella época, con la homosexualidad proscrita, en el barrio neoyorquino, principalmente ocupado por negros y latinos, se organizaban ‘bailes de máscaras’ en los que podían relacionarse personas del mismo sexo sin ser reconocidas. Es la semilla de lo que muchos años después daría lugar a los ‘drag balls’ y, con ellos, a las ‘drag queens’. El nombre podría derivar de que ‘drag’ significa en inglés arrastrar, ni más ni menos que la violenta manera en la que los participantes en estas fiestas eran sacados de las salas por la policía. Otras versiones sostienen que el término viene del acrónimo de ‘dress as a girl’ (viste como una chica). Más tarde, en estos ambientes surgiría un estilo conocido inicialmente como ‘possing’, que trataba de imitar las posturas de las modelos de la revista ‘Vogue’, y que, finalmente, tomaría el nombre de la propia publicación.

El vogue, dicen los bailarines zaragozanos, "no es un movimiento reivindicativo". "Es más bien algo relacionado con escapar de la realidad, con la necesidad de ser lo que uno quiera, por lo menos durante unas horas". Una aspiración que hoy seduce a todo tipo de personas.

Volvemos a Harlem. Ahora ya en los 70 y 80. Muchos jóvenes gays vagaban por las calles. La pobreza inherente al barrio y la incomprensión de sus familias los dejaba huérfanos en la práctica. Minoría entre las minorías, marginados entre los marginados, los clubes de ambiente se convirtieron en un lugar de acogida. En su nueva familia.

De ahí que los grupos de baile se conozcan como ‘houses’ (casa en inglés) y sus líderes tengan la consideración de ‘padre’ o ‘madre’. Los primigenios bailes de máscaras, luego ‘drag balls’, acabaron convertidos en ‘house balls’ a medida que también en la sociedad iban cayendo las máscaras en cuanto a la homosexualidad. Hasta hoy, el vogue ha mantenido su vocación de burbuja paralela a la realidad.

Pura fantasía

Un ‘house ball’ consiste básicamente en una batalla de bailes con música house. Los contendientes se miden ante un jurado en tres categorías de baile. Paralelamente, también hay una serie de pruebas, igualmente categorizadas, en las que los participantes han de vestirse de acuerdo a una temática general. Guiados por la pura fantasía, deben meterse en la piel de otra persona, en otro mundo completamente ajeno al suyo. Este juego se llama, curiosamente, ‘realness’ (realidad), porque se trata de encarnar lo más verosímilmente la situación propuesta. Paradójicamente, cuanto más real es el disfraz más escapa el que lo lleva de la realidad. "Por eso, en los inicios muchos participantes en los bailes se vestían de colegiales, porque en su vida real no podían ir al colegio; o de ejecutivos blancos", explican en Kikihouse of Delicious.

En un ‘house ball’ son cruciales la música y el baile, pero no menos las vestimentas, casi siempre realizadas artesanalmente por los bailarines, lo más llamativamente posible. Un ‘house ball’ es, por tanto, un espectáculo total de música, moda y baile, que cuenta además con un ‘comentator’, animador "imprescindible", que marca el ritmo y caldea el ambiente. Hay también unos jueces, que eliminan (con un gesto de cortar el cuello, ‘chop’) a los participantes (no sin las protestas del público) en un sistema de ‘solo puede quedar uno’.

En noviembre en Zaragoza se prepara un ‘kiki ball’. House of Delicious concretará lugar, fecha y hora a través de su cuenta de Instagram. Hasta entonces, mantengan la postura.

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