El pícnic moderno

Varillas de metal para sujetar las copas y la botella de vino.
El pícnic moderno
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Siempre se ha comido al aire libre, pero, sublimada con el ceremonial que popularizaron los ingleses, es una costumbre bastante reciente. Empezó a extenderse tras la fundación de la Picnic Society en Londres a principios del siglo XIX. Sus miembros se reunían en Oxford Street semanalmente y cada uno traía su aportación (no solo alimenticia, también de vajillas, cubiertos, otros utensilios, hasta elementos decorativos) para celebrar el pícnic. Desde entonces este ha mantenido sus esencias, pero el comercio por internet también ha traído novedades a este campo.

Estos artículos intentan sortear los típicos incordios que conlleva –o conllevaba– el pícnic, como la posibilidad muy real de que se acabe derramando la bebida. Para ello se han desarrollado, por ejemplo, unas varillas de metal que pueden clavarse en el césped y que sujetan las copas y la botella.

Si además se intenta evitar tener que limpiar más tarde, la empresa estadounidense Drink Stack prepara su vino en unos pequeños recipientes de plástico sellados, que imitan a un vaso, y que pueden ser desechados tras el uso.

También hay soluciones para trasladar costumbres de nuestro tiempo a esta actividad de orígenes decimonónicos, como, por ejemplo, escuchar música desde el teléfono móvil. En Amazon se pueden encontrar mantas –sobre las que tenderse durante el picnic– que incorporan un altavoz al que puede acoplarse nuestro teléfono.

Los posibles aditamentos son innumerables: varillas de plástico luminosas si la comida va a ser nocturna o un amplio sofá hinchable, de dos metros y medio, para los que buscan la máxima comodidad.

Plegable y eficaz

Ayer y ahora, una de las funcionalidades que más buscan los aficionados es que todo sea fácil de transportar. Lo que lleve la etiqueta de ‘plegable’ puede triunfar. Es el caso del mobiliario, que va desde la sencillez de un banco de plástico de colores vivos para los niños, hasta la complejidad de una mesa capaz de adaptar su longitud para mayor o menor número de comensales, inclinarse en los terrenos abruptos e, incluso, albergar una barbacoa en su interior y que la parrilla quede situada en el centro.

Se busca en estos artículos también la eficiencia, que puedan albergar el mayor número de funciones en el menor espacio. Aquí triunfan las mochilas, que, con sus numerosas cremalleras y varios compartimentos, permiten transportar la comida a la temperatura deseada y el resto de utensilios sin olvidar ninguno ni que ocupen más de lo necesario.

Pero hay otro factor que también es importante en estos artículos: el buen diseño. Esto explica la gran variedad que se puede encontrar: desde las típicas cestas de mimbre con tarros de cristal hasta enormes contenedores desplegables.

Infinitos escenarios

Aragón, un territorio lleno de paisajes diversos, ofrece infinitos escenarios para extender el mantel y sentarse al aire libre a compartir comida y bebida. Y no es imprescindible salir de excursión. En la capital, por ejemplo, con la recuperación de las riberas del Ebro para la Exposición Internacional de 2008, la oferta se multiplicó.

Aunque el mejor rincón siempre es aquel que uno conoce bien, a veces las cosas vienen facilitadas por instalaciones de obra como las existentes en el Parque del Agua, donde hay hasta siete puntos diferentes con mesas donde sentarnos a comer al aire libre, tanto en la ribera del río Ebro como en el interior del parque. Las barbacoas también están disponibles para su alquiler en la zona de los huertos urbanos. Además, cuenta con varios espacios con césped donde extender esa manta con altavoz y clavar las varillas para que no se derrame el vino de un pícnic moderno.

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