El traje de Ansó a lo largo de 35 años

El artista Carmelo Esteban resume en 36 fotos su pasión por la ropa y la cultura popular de la localidad altoaragonesa

Un retrato clásico que lo dice todo de la belleza, el porte y la elegancia del vestuario ansotano.
Un retrato clásico que lo dice todo de la belleza, el porte y la elegancia del vestuario ansotano.
Carmelo Esteban.

A Carmelo Esteban (Zaragoza, 1956) le atraía la montaña desde niño. Primero viajó con su padre, luego solo, hasta donde le dejaban el bus y el tren, o sencillamente a dedo, con la mochila y la cámara, una Yashica 6x6, al hombro. Un día de 1982, cansado, llegó a Ansó (Huesca) y se sentó en un banco de piedra. Al cabo de un instante, un anciano, vestido de manera peculiar, acudió a su lado. Le preguntó algunas cosas, del tipo "¿de dónde vienes, mocé?", y, además, le contó que los franceses le tomaban muchas fotos, pero que nunca le mandaban ninguna.

El traje de Ansó a lo largo de 35 años

"Aquello me dolió. Me atreví a decirle que si me dejaba hacerle algunas a mí, vendría a dárselas en mano. Lo hice. Así empezó una de las aventuras y obsesiones más estimulantes de mi vida de fotógrafo. Desde entonces, solo he faltado tres veces", dice. Aquel anciano era Antonio Mediara Navarro, pastor. Y su retrato es uno de los 36, de 50x70, que componen la muestra ‘Recorrido’, que se inauguraba ayer en La Torreta de Ansó. Otro clásico de allí es Jorge Puyó (1898-1991), al que Carmelo Esteban retrató en varias ocasiones y define como "un hombre muy culto, entrañable, un sabio". Fue pastor, ganadero, escritor, todo un estandarte de la localidad y vistió desde la niñez el traje ansotano.

El traje de Ansó a lo largo de 35 años

La fuerza del blanco y negro

"Tras hablar con Antonio Mendiara me enteré de que existía una jornada específica del traje de Ansó, aunque aquella era la ropa que él llevaba a diario. El traje ansotano, estudiado por especialistas como Elena Gusano y Antonio Jesús Gorría, entre otros, es muy variado, de tejidos rudos y recios. El vestuario de Hecho es rico, sin duda, pero el de Ansó lo es más. Más variado. Aquí hubo telares", dice. Y recuerda que las mujeres llevan traje de faena y de novia, "y éste puede pesar entre 28 y 30 kilos. No exagero. Para llevar el traje de Ansó se necesita porte, elegancia, una cierta corpulencia o reciedumbre, majeza. Necesita porte para ser lucido en todo su esplendor. En un cuerpo enjuto no encaja bien esa vestimenta", señala.

El traje de Ansó a lo largo de 35 años

Dice que la fiesta del traje ansotano le exige superarse, año tras año, con el encuadre, con la luz, con la textura, en la captación de la gallardía de sus personajes, y que siempre «es una fiesta atractiva, colorista, envolvente. En el fondo tengo la sensación de que nunca me repito. Ha habido años en que ninguna foto de los 12, 13 o 14 carretes que he tirado me servían de nada», confiesa.

Algunas prendas son de la familia, guardadas en armarios y baúles, "tan peculiares, tan llenos de sorpresas", los manuscritos de tela del tiempo, y otras proceden del ropero municipal. Los niños tienen trajes de bautizo, de primera comunión, de confirmación, etc.; para los mozos hay prendas de misa y de después de misa. Añade que él apenas hace color: ha realizado alrededor de 12.000 fotos y ha revelado muchas, muchísimas, en su propio laboratorio. "Creo en la fuerza y en el misterio del blanco y negro. En la muestra solo hay dos piezas en color, que son como incisiones o rupturas del discurso visual. Así veo yo este mundo tan atractivo y novedoso".

El traje de Ansó a lo largo de 35 años

En esos 36 retratos hay de todo: gente mayor, de mediana edad y niños. Intuye que será una muestra emocionante: es el documento de una forma de vida, pero también de algunas ausencias, una defensa de la belleza y la tradición. Algunas de las personas, de diversas edades, han desaparecido. «He hecho una selección equilibrada y coherente, llena de plasticidad. La muestra dialoga con los trabajos de Ortiz de Echagüe y Ricardo Compairé, entre otros, son fotógrafos que me han marcado. Aprendo de ellos, los admiro, los tengo en la cabeza, pero yo sigo mi propia senda».

La obra estará en La Torreta, una torre en Ansó, hasta el 30 de agosto, pero entre octubre y noviembre se instalará en el palacio de Villahermosa de Huesca, y más tarde se expondrá en Zaragoza, Calatayud y Calamocha. «Esta es la obra de un sueño». La de un fotógrafo andariego, la de una forma de vivir y vestir, la de una época que remonta los poros del tiempo y de la montaña.

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