Daroca regresa al pasado en un viaje por la música antigua

Nuria Llopis y Cristina Miatello interpretan 'Canzonetta spirituale alla nanna'.
Nuria Llopis y Cristina Miatello interpretan 'Canzonetta spirituale alla nanna'.
Aránzazu Navarro

Cristina Miatello es una de las intérpretes más solicitadas del repertorio barroco en todo el mundo. Ha actuado en Italia, Alemania, Francia o Japón. Ha recibido diversos premios internacionales y tiene en su haber más de 30 grabaciones discográficas. Pero hay un destino recurrente en sus giras: Daroca.

El pasado lunes, Miatello, junto a Nuria Llopis con el arpa de dos órdenes, Juan Carlos de Mulder con el laúd y José Luis González Uriol con el órgano y el clavicordio, se hizo cargo de interpretar 13 composiciones pertenecientes al ámbito de la música antigua en la iglesia de Santo Domingo, en un concierto que rozó la hora y media de duración. Las sillas desplegadas por toda la nave central no fueron suficientes para los cientos de personas que se acercaron a la localidad para disfrutar con el concierto, que llevó por nombre ‘Voces y cuerdas aunadas’.

El suelo, e incluso el borde de algunos retablos de las paredes laterales, sirvió de asiento para los miembros del público, que se afanaron en grabar el concierto y hacer fotografías con sus teléfonos móviles, lo que creó un contraste temporal con la iglesia –una construcción mudéjar del siglo XIV–, y con la propia música –cuyo compositor más reciente fue el bilbilitano José de Nebra (1702-1768), al que se le viene rindiendo homenaje durante todo el festival–.

Entre cada una de las obras que se interpretaron, los aplausos del público fueron incrementándose paulatinamente –alguien entusiasmado aplaudió, incluso, antes de tiempo, provocando algunas risas–, hasta culminar con el aplauso final tras la pieza ‘L’ausencia’, de Giovanni Stefani, que aunó el canto de Miatello, el arpa de Llopis y el laúd de de Mulder en una potente composición que reverberó por todas las paredes del templo darocense.

En este concierto se dieron encuentro todo tipo de asistentes, a los que les unía su amor por este género musical. Algunos eran darocenses, como Charo que, aunque normalmente reside en Zaragoza, pasa los veranos en su Daroca natal y disfruta con el festival. "Me encanta, es fantástico", afirmaba. Además, cada año convence a su amiga Lourdes para asistir al evento. "Vendría igual para ver a mi amiga, pero vengo en estas fechas aprovechando que está el festival", confesaba Lourdes.

Otros vienen desde Zaragoza en un autobús desplegado por el ayuntamiento que incluye, además, una visita guiada al Museo de Arte e Historia de Daroca y una consumición en algunos de los bares del municipio. Fue el caso de Teresa, que se declara amante de la música "pero de la clásica, no del ruido de ahora". Teresa reconoce que no sabía qué se iba a encontrar en el concierto del lunes, pero también que no le importaba demasiado porque «solo podía venir este día, e iba a venir de todas formas». No es la primera vez que acude a este festival y su caso no es el único, ya que son varios los que suelen peregrinar a Daroca año tras año para asistir a este encuentro. "Mucha gente repite y el impacto del festival se nota económicamente. Son más de 100 alumnos y 20 profesores pasando una semana aquí", dice Asunción Sancho, de la oficina de turismo de la ciudad.

Un encuentro prestigioso

Pero muchos de los asistentes al concierto también eran alumnos del Curso Internacional de Música Antigua de Daroca que, paralelamente al festival, atrae estudiantes de todo el mundo para aprender los secretos de las composiciones de un tiempo pasado.

Es el caso de Dario, que ha venido desde Italia conduciendo con su coche para asistir a las clases de cuerda pulsada. En Daroca ha conocido a otros dos alumnos: Héctor, que ha volado desde Canarias atraído por el prestigio del festival, y Pedro, que estudia canto y se autodeclara "siervo de la polifonía" mientras se ríe con sus nuevos compañeros. La mayoría de los alumnos se hospeda en el albergue de la ciudad, que tiene ocupadas todas sus plazas durante estos días.

Los propios intérpretes son los profesores de estos alumnos en diferentes seminarios, que se realizan en diferentes lugares y a todas horas –en ocasiones, incluso pasada la medianoche–. De esta forma, este festival llena de música la ciudad, lo cual no parece molestar a sus vecinos, que más bien se dejan llevar por este viaje musical en el tiempo.

La agenda

Miércoles, 8. ‘De padres a hijos: Una celebración de la transmisión del saber musical.’ Obras de Antonio Correa, Michel Corette y Domenico Scarlatti, entre otros. Jan Willem Jansen, órgano. Basílica colegial de Santa María.

Jueves, 9. ‘Luna que reluces: concierto homenaje a Pedro Calahorra.’ Obras de Pedro Rimonte y Jan Pieterszoon. Lucía Martín-Cantón, soprano. Ministriles de Marsias. Iglesia de San Miguel.

Viernes, 10. ‘Homenaje a José de Nebra.’ Luis Antonio González, clave y dirección. Los Músicos de su Alteza. Iglesia de San Miguel.

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