Dice Ismael Serrano (Madrid, 1974) que estos últimos 20 años se han pasado en un suspiro. Y que, al mismo tiempo, han estado llenos de tantos sueños, realidades y canciones que a veces incluso parecen más. En estos 20 años desde la publicación de su primer disco, ‘Atrapado en azul’, y aquel primer éxito, ‘Papá, cuéntame otra vez’, ha podido recorrer España y América Latina, compartir escenario con Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat, publicar 14 discos, conocer a su mujer, Jimena Ruiz, y ser padre de una niña. Y que es la pequeña Lila, de 4 años, la que le ha hecho querer parar ese tiempo, para que no pase. Tarea que, reconoce, es imposible.

¿Veinte años son poco, mucho o demasiado para un cantautor?

En la música, son muchos, muchísimos. La permanencia de un cantante es tan precaria que cada disco es una prueba. Cada trabajo publicado puede ser el último. Y si a eso añades que los cantantes somos gente más bien frágil, que somos como niños chicos en busca de atención y cariño, aún resulta más llamativo superar las dos décadas de carrera.

¿Todavía quedan cosas que decir después de dos décadas?

Sí. De hecho, la canción de autor tiene ahora más vigencia que nunca, porque genera espacios de encuentro, para responder preguntas y describir una realidad con matices. Hoy en día parece imposible añadir un matiz, todo ha de ser blanco o negro, siempre un extremo u otro. Y el cantautor, ya sea desde el punto de vista político o amoroso, se define por dar ese matiz poético.

Se ha embarcado en una larga gira para celebrar el aniversario, resumido en el disco ‘20 años. Hoy es siempre’. ¿Es una gira nostálgica?

Todo músico se deja llevar por la nostalgia porque es un terreno fértil para las ideas. Pero hay que saber resistirse, ya que bucear demasiado en el pasado puede resultar reaccionario. Es bonito como ejercicio literario, porque la memoria es el andamio de la restauración de la identidad.

¿Le gustaría volver a aquellos años 90 de su primer disco?

No, porque esa visión que yo pueda tener, o que otros pueden tener de su propio pasado, está idealizada. El pasado es tramposo, reflejo de una idea. Muchas veces, creemos que los tiempos pasados fueron mejores, cuando en realidad lo que echamos de menos es cómo éramos nosotros en aquel entonces.

El 17 de octubre compartirá escenario con un buen grupo de amigos para celebrar un concierto especial en Madrid.

Sí, será en el Wizink Center, con Víctor Manuel, Miguel Ríos, Rozalén, Silvia Pérez Cruz, Pedro Guerra, Marwan...

Una buena mezcla generacional.

Sí. Víctor Manuel y Miguel Ríos forman parte de la generación de mis padres, pero Pedro Guerra es de la mía, y Rozalén o Silvia son más jóvenes.

¿Cómo se gestó la idea de hacer ese concierto?

Aunque no lo parezca, soy muy tímido. Yo quería hacer un concierto especial, y de alguna manera estos últimos 20 años los temas de esos artistas han estado presentes en mi vida, ya sea porque los interpretaba en vivo, o porque los escuchaba. Y me decidí a mandar algún mensaje, siempre con la idea de que estarían muy ocupados, que tendrían otras cosas que hacer...

Pero usted no es un recién llegado, ¿por qué creía que iba a molestar?

Me cuesta acercarme a la gente a la que admiro, siempre pienso que voy a molestar. Desde siempre he tenido la sensación de que me he colado en esta fiesta. Cuando me nominaron al Goya (como Mejor Canción Original por el tema ‘KM. 0’, en el año 2000), pensé en la ceremonia, «pero yo qué hago aquí con esta gente tan importante». Incluso me pasa en los eventos, cuando hay que posar ante los fotógrafos en el ‘photocall’, siempre creo que alguno va a gritar, «¿y este quién es?».

Como Martin Scorsese, que decía que temía en los rodajes que alguien se acercara y le dijera, «por favor, márchese, sabemos que es un impostor».

Eso es. De hecho, se conoce esa sensación como ‘síndrome del impostor’. Aute, por ejemplo, reconoce que se siente todavía como un ‘amateur’. A veces puede ser bueno, de hecho, es positivo sentir que estás empezando y que tienes mucho que aprender.

Comenta que el cantautor es necesario, pero parece hoy en día ausente en las emisoras de radio.

El principal cambio ha sido que el cantautor ha prescindido de la mirada del nosotros. Ahora hace una mirada individual, reflejo de la sociedad actual, tan individualista. Son canciones entre dos personas, se ha dejado de cantar al nosotros, al paisaje compartido. El otro día pusieron en un bar el disco ‘Mediterráneo’ de Serrat y sonó ‘Pueblo blanco’, que habla del abandono rural, y pensé «ya no hacemos canciones así, se han quedado por el camino muchas historias que nadie cuenta». Y es verdad, aunque se hicieran, no sonarían en la radio.

Quizá porque los creadores han encontrado otros canales, a lo mejor ya no dependen de la radio, o de la música...

Sí, es verdad. Ahora se escucha música de manera diferente, y las formas de expresión han cambiado. Ya desde hace años, porque en los 90 ocurría que el cantautor que intentaba expresarse sobre política era rechazado, y, sin embargo, en esos años abundaba la crítica política, con acampadas por el 0’7%, en solidaridad con Chiapas...

Prepara un nuevo lanzamiento, un disco acústico con temas propios y versiones.

Se publicará en octubre. Lo grabamos hace unos meses en Argentina, en una casa preciosa. Es mi forma de cerrar este ciclo de aniversarios. Con guitarra y voz, porque así fue cómo empecé.

Y después, ¿seguirá de gira?

Siempre. Pero también otros proyectos, como una colaboración con mi mujer, Jimena Ruiz. Ya hemos publicado un disco infantil (‘5 canciones para dormir y 1 para despertar’) y quiero seguir escribiendo más historias para niños, hay cuentos por crear y otros por publicar.