"Las azafatas lo vemos todo, incluso cuando haces el amor a oscuras"

"¿En chandal y tirantes? Así nunca te pasarán a Business...". Dos azafatas aragonesas nos revelan cómo vestir y comportarse en un avión para quedar siempre bien. Incluso si estamos en una sala vip.

Viajar en un avión. Cómo comportarse. Ocho consejos de azafatas
Viajar en un avión. Cómo comportarse. Ocho consejos de azafatas
HERALDO

Montar en avión o esperar en un aeropuerto también tiene normas de etiqueta. Dos azafatas aragonesas cuentan qué errores evitar y cómo parecer siempre clientes de primera clase. Llevan muchas horas de vuelo y nos cuentan aquí qué irrita sobremanera el pasaje, cuándo detectan que la persona es una maleducada y cómo resuelven situaciones delicadas. "Sobre todo, no te comportes como un crío, porque no tenemos que estar para resolver riñas. Si te molesta el señor de delante, dile tú mismo que levante el asiento", comentan, más que hartas. "Y no te olvides que lo vemos todo, aunque esté oscuro. Si quieres hacer el amor..., quizá has de esperar a llegar al hotel".

1.  No lleves chándal ni vayas descalzo

Para viajar, hay que ir cómodo. Pero eso no significa que podamos ponernos cualquier cosa. Las camisetas de tirantes son un error para él y para ella:el de al lado no tiene por qué aguantar el olor a sudor de ir corriendo por el aeropuerto, pero además, aunque vengas del Caribe, vas a estar con aire acondicionado diez horas y te vas a pasmar», aconseja Silvia Martínez, veterana azafata de British Airways. Navarra de nacimiento, se formó en Zaragoza y asegura «haber visto de todo durante tantos años. Desde gente que por no ir al baño se lo hace encima hasta pasajeros que se desnudan como si estuvieran en casa».

En su opinión, «ir en chándal es un error porque jamás te pasarán a ‘business’ si vistes de esa manera. Tras viajar tantas horas en un avión puedo decir que son otro error los pantalones pitillo (cortan la circulación de las piernas) y la licra (favorece el sudor). Tampoco es buena idea viajar en tacones. Lo mejor es llevar pantalones anchos y cómodos y camiseta de algodón. Y tener siempre a mano una chaqueta y una pashmina o palestino. El aire acondicionado puede llegar a agobiar si es un viaje largo». Y nunca, nunca, hay que descalzarse. «De verdad, es antihigiénico y un horror», considera.

2. No te comas todo si pasas a ‘business’

Los peores clientes son los que están viajando en ‘business’ por primera vez, gracias a que en turista hay ‘overbooking’, y tienen miedo de no volver a pisar esa clase nunca más. Se inflan a comer hasta que no pueden más, se pasan con la bebida...», nos cuenta la cordobesa Carla Goya, también formada en Zaragoza. Trabaja en una aerolínea árabe de lujo y no puede dar su verdadero nombre, «pero puedes ponerme ese apellido, porque es el premio que me merezco cada vez que sonrío a determinados pasajeros».

Y lo mismo puede aplicarse a las salas de espera VIP o de primera clase, en las que quizá tengamos la suerte de estar si nos pasan a ‘business’ o si hacemos un viaje de negocios. «Lo mejor es actuar con discreción y evitar hacer fotos. Más que nada porque otros pasajeros quizá no quieran salir en tus fotografías –continúa Carla–. Aunque suene elitista, hay que evitar también entablar conversación con otros pasajeros de esa clase:si han pagado un billete más caro no solo es por el confort, también por el ambiente discreto». Y Carla insiste, «más bien suplico, que recuerden que el personal de cabina no es un camarero ni estamos para satisfacer cada deseo aunque estén en una clase superior. Tenemos que atender a todos los viajeros y no hay tiempo para tonterías».

3. Cuidado a quién criticas en español

Carla Goya recuerda esa vez en que un pasajero español habló muy rudamente respecto a una azafata rumana que iba en su vuelo. «Resultaba que mi amiga Rada es adicta a las telenovelas y se sabe enteros los monólogos de Soraya Montenegro. Creo que es de las cosas más cutres que puedo ver en un avión:pasajeros que creen que solamente ellos hablan español y hacen comentarios xenófobos o racistas sobre otros pasajeros o sobre la tripulación. Pues quizá resulta que esa pasajera asiática que ves ahí tiene un novio gallego y habla español perfectamente».

También sucede con otros idiomas, «aunque sean minoritarios. Ya no digo catalán o gallego, sino búlgaro, serbio... Nunca sabes quién puede entender lo que estás diciendo». Y recuerda otra anécdota divertida con Rada. «Dos mujeres rumanas viajaban en nuestro avión y creían ser las únicas que hablaban el idioma. Empezaron a contar una serie de cotilleos sobre otras amigas y Rada nos los fue traduciendo al resto de personal de cabina. Fue un vuelo de lo más interesante. Afortunadamente para ambas, Rada no les hizo ver que hablaba rumano, incluso disimuló un poco su acento al dirigirse a ellas en inglés. No quiso hacerles pasar vergüenza».

4. Aunque esté oscuro, se ve lo que haces

En sus más de 20 años que lleva en la profesión, Silvia Martínez ha hecho infinidad de vuelos con British Airways, muchos de ellos nocturnos. «Es curioso pero hay pasajeros que creen que porque está oscuro no sabemos lo que está ocurriendo. Parecen olvidar que nuestro trabajo es, precisamente, controlar en todo momento qué sucede en el avión, incluso en esas horas en las que todos parecen estar dormidos». Y se refiere a momentos íntimos de una pareja, por ejemplo, así como otras situaciones que el pasajero debería resolver en privado. Pero también las visitas al cuarto de baño del avión pueden convertirse en una pesadilla para la sufrida tripulación de cabina. Silvia Martínez no se explica «cómo todavía hay gente incapaz de tirar de la cadena tras utilizar el inodoro. Y los papeles de secarse las manos o sonarse los mocos son para echar en la papelera, aunque hay pasajeros que los vuelven a meter donde están los kleenex limpios».

Silvia ha sido personal de cabina en muchos vuelos con destino a la India, «y hemos llevado pasajeros que han sentido vergüenza de preguntar dónde está el baño y horas después se lo han hecho encima. Suelen ser personas mayores, e intentamos que no se sientan incómodas. Comprendemos por qué ha ocurrido».

5. No te eches todas las colonias posibles

A veces las esperas en los aeropuertos pueden ser eternas y visitar las perfumerías es un buen entretenimiento. «Puedes incluso maquillarte gratis si disimulas bien. El truco está en poner cara de sorpresa y comentar con una amiga lo que te gusta el producto y ya te puedes poner la muestra y salir divina», avanza Carla Goya, que reconoce pintarse en esas tiendas en muchas ocasiones. «Además, siempre finjo que es la primera vez que veo un mi ‘eau de parfum’ favorita (de 120 euros) y cuando voy hacia el avión me echo un poco de la muestra del ‘duty free’».

Eso sí, Silvia Martínez aconseja limitarse un poco en lo que concierne a los perfumes, «porque una cosa es probar una muestra o refrescarse un poco y otra echarse tanto que abruma o incluso marea a los de alrededor. Cuando viajamos tenemos que pensar que estamos compartiendo un espacio limitado con otras personas y nuestro perfume puede incomodar». Aunque todavía peor sería el mal olor corporal, reconocen ambas. «Al viajar se suda mucho y es importante refrescarse. No tiene que dar ninguna vergüenza entrar en el baño y asearse un poco. Es mucho mejor que descuidarse y que nuestro olor corporal trascienda», aconsejan. Las toallitas húmedas pueden ser grandes aliadas en los vuelos largos.

6. Bebidas gratis no significa botellón

Suele ser habitual en muchos vuelos que algún pasajero beba más de la cuenta. Sobre todo en las aerolíneas de alto coste, como es en la que trabaja Carla Goya. «En las aerolíneas donde las bebidas están incluidas (en la mía lo están en cualquiera de las tres clases: turista, business y primera clase) es muy común que la gente se emborrache. Hay que tener cuidado de no pasarse bebiendo, porque, si te pones demasiado borde o violento, pueden llegar a ponerte en una lista negra y quedar vetado en los vuelos de esa aerolínea». Y destaca que «en una sala VIP sería incluso peor beber más de la cuenta. Si llegas al avión borracho porque te has bebido todo el alcohol que tenían allí y la tripulación informa al capitán durante el embarque, este te puede echar y te quedas sin vuelo».

Además, Carla Goya añade otra advertencia:«Si vas a comprar alcohol en el aeropuerto, ten en cuenta cuánta es la cantidad que se permite importar en el país de destino, si es que está permitido en absoluto. Muchas parejas van a las Maldivas para celebrar su luna de miel, y lo primero que tienen que dejar en el aeropuerto es una botella de 70 euros que compraron en el aeropuerto, porque su importación no se permite en las islas. Antes de comprar, conviene informarse».

7. Esto es lo que más odian las azafatas

Son muchas las cosas que el personal de cabina de vuelo encuentra molesto de algunos pasajeros:que vayan al baño cuando todavía han de estar sentados, que no pidan disculpas ni saluden, que flirteen con ellos... Silvia Martínez encuentra especialmente irritante que el pasajero pida un boli para rellenar las tarjetas de inmigración. «Cada uno llevamos el nuestro y no tenemos más. No somos una papelería y cuando les decimos que no tenemos nos ponen cara de perro. Se indignan y nos dicen que cómo es posible. También odiamos que nos miren mientras comemos. Algunos se sorprenden que descansemos ese rato, quizá piensan que somos robots o que no tenemos hambre...».

Carla Goya añade que «si pides a la tripulación favores que tú mismo puedes hacer, te van a odiar. Por ejemplo, pedirle a la azafata que le diga al pasajero de delante que no recline su asiento porque te molesta. O decirnos que el señor de atrás está dando patadas a su asiento. Como si fueran niños pequeños que no van a hablar entre ellos y nosotros sus profesores. Sucede todos los días varias veces, y nosotros flipamos. Señores de 50 años pasan a parecer niños. Tenemos montones de cosas que hacer durante el vuelo, no queremos sumar las que los pasajeros pueden hacer por sí mismos».

8. Cómo descansar sin molestar

Hay vuelos largos, otros son nocturnos... Otras veces llegamos agotados y queremos dormir. Pero no se puede hacer de cualquier manera, «hay que tener en cuenta que otros a nuestro alrededor también quieren descansar –señala Carla Goya–. Está prohibido dormir en el suelo o cerca de una salida de emergencia, por motivos de seguridad. Ni siquiera los niños. Lo esencial es llevar un antifaz para dormir y tapones para los oídos (los ruidos del avión, especialmente los bebés llorando, pueden molestar más que la luz), aunque en muchas compañías los ofrecemos gratuitamente. En los aviones hace bastante frío, así que si piensas hacer el viaje en sandalias y ‘shorts’, intenta llevar algo con lo que cubrirte cuando vayas a dormir».

Silvia Martínez añade que «se debe tener un poco de respeto a los pasajeros y evitar reclinar el asiento a tope. Si lo quieres hacer, avisa al que está a tu espalda y pide permiso. Por otro lado, si tienes el pelo largo no estés continuamente echándolo para atrás dejando que caiga encima de la pantalla del pasajero de atrás. Es algo muy de mala educación». Finalmente, Silvia aconseja llevar una almohadilla para el cuello. «Odio que se me caiga la cabeza si me duermo y sé que a otros pasajeros les pasará lo mismo».

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