Carmen Pérez-Ramírez: "Estoy abducida por Goya"

La pintora rinde homenaje al pintor de Fuendetodos con una colección de dibujos y de pinturas, en el palacio de Sástago

La pintora Carmen Pérez-Ramírez, ante sus obras, en la galería de arquillos del palacio de Sástago.
La pintora Carmen Pérez-Ramírez, ante sus obras, en la galería de arquillos del palacio de Sástago.
Oliver Duch.

A Carmen Pérez-Ramírez (Zaragoza, 1955) siempre le había interesado Goya, y la interpretación de su mundo que han hecho artistas como Picasso, Dalí, o los aragoneses Víctor Mira, Natalio Bayo o Carrera Blecua. Un día vio un catálogo de ‘Las mujeres de Goya’, y le llamó mucho la atención. Pérez-Ramírez, esencialmente una pintora de color desde la abstracción, tenía la sensación de que estaba un poco varada, que le faltaba ilusión.

Contactó con el especialista Arturo Ansón, y poco después inició un trabajo, claramente de género, sobre el universo femenino en el pintor de Fuendetodos. Se fijó en algunos ‘Caprichos’ y ‘Disparates’, e hizo algo más que un ejercicio de estilo. "No quería nunca alejarme de la obra de Goya. No quería que se perdiese su esencia, el punto de partida de sus grabados, y me puse a trabajar. Dibujé mucho, empleé el collage, y así fueron saliendo varias de las piezas de ‘L’esprit d’elles en la obra de Goya’. Hay juego, homenaje, búsqueda".

Añade:"Para mí ha sido muy importante acercame a la percepción de Goya: cómo ve a las mujeres de la burguesía y la aristocracia, y a las mujeres del pueblo". Así nació una parte capital de esa muestra que puede verse en la galería de arquillos del palacio de Sástago.

Dice Carmen que Goya emplea el sarcasmo, la crítica, el humor, la ironía, "todo ello me interesa mucho, y creo que está en mis dibujos. He utilizado varias técnicas, siempre sin alejarme de algo que me interesa mucho: la geometría".

La muestra tiene algo más: la pintora, en uno de sus viajes a Madrid, impregnada ya del espíritu goyesco, visitó los frescos de San Antonio de la Florida. "Son espectaculares. No quería quedarme solo en el dibujo. Tenía nostalgia del pincel. Deseaba pintar, zambullirme en el color, y en esos frescos hallé que lo que andaba buscando". Carmen, sin renunciar a su estilo, a sus fragmentos geométricos y a su cromatismo ocre, ha pintado diversas mujeres, las Virtudes aladas y también ángelas, con todo el misterio que les otorga Goya.

"Además de retratos de mujeres, voladoras o no, féminas aladas, querubines, ese universo religioso de Goya tan evocador y poderoso, también he creado una suerte de mural con cuadros de varios formatos. Estoy abducida por Goya, es cierto", dice.

Y apunta algo más: en la obra del pintor aragonés se percibía la gente que quería y la que odiaba. "A las mujeres poderosas, parecía acusarlas o maltratarlas; a las más humildes o desgraciadas las miraba con ternura". Carmen ama a sus criaturas ciegamente.

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