Luis Sorando López: "El rodaje de una gran serie es un caos muy organizado"

Las productoras españolas cada vez cuidan más el rigor histórico en sus series. En ‘La catedral del mar’ ha habido tres asesores. Es insólito.-No lo es. En ella hemos trabajado Mónica Calderón, Mabel Villagra y yo, cada uno especializado en distintos aspectos de la época. Pero ya en ‘Isabel’ estábamos los tres. Esto es lo que se hace en productoras como Diagonal TV.

¿Y en qué consiste su trabajo en una serie así?-En responder a todas las preguntas que te hacen los distintos departamentos de la serie, desde detalles de costumbres o de armamento hasta cómo era una boda en la época en la que está ambientada la serie. La mayoría de las preguntas son en fase de preproducción, en el guion. En el rodaje de una serie de este nivel también surgen dudas; son menos, pero hay que resolverlas casi de inmediato. A veces lo hago a bote pronto y a veces tengo que pedir 15 minutos para hacer una llamada, porque las preguntas son muy variadas y yo no soy una enciclopedia con piernas. El rodaje de una serie puede parecer desde fuera un caos, porque en un mismo día puedes rodar escenas del primer capítulo y del último. Pero es un caos muy organizado.

¿Ha pedido muchas veces que se elimine del guión la expresión ‘Corona catalanoaragonesa’?-Aparecía bastantes veces en el primer guión, y el que se haya corregido lo considero una victoria personal.

Bueno, pero es que eso no existió.-Ya, pero hay que tener en cuenta que una cosa es un libro de historia y otra una serie de ficción. En una serie de televisión el asesor histórico hace propuestas, pero el que tiene la última palabra es el director. Tiene que ser así. Y el director prima lo visual porque, al fin y al cabo, una serie de televisión es una obra visual. Aquí la trama principal gira en torno a la vida de un señor que nunca existió, es ficción. Una serie no es un documental y entran en juego muchos factores. Pero aquí todo está muy cuidado. El trabajo en el vestuario, por ejemplo, es impecable.

Usted ha asesorado mucho sobre las armas.-El 90% de las que se ven en la serie son nuevas, construidas para la serie. Me empeñé en que no se emplearan las de otras producciones. Si quieres que el material sea correcto históricamente, muchas veces hay que fabricar las cosas ex profeso. A un barco del siglo XIV le puedes poner un ancla moderna y el espectador va a identificar el objeto al primer golpe de vista, pero no es lo correcto. El problema es que hablamos de miles de euros.

La ballesta del protagonista es muy especial...-Es un arma real, realizada por un recreador, Carlos Álvarez, que es especialista en este tipo de piezas. Para hacerla se ha basado en modelos de museo: dispara, pero a una velocidad menor que la que ofrecían en su época.

Llama la atención.-Porque habitualmente se piensa más en el arco y las flechas. Pero el arco se empleaba en la caza, o lo usaban los musulmanes en combate, pero el arma por excelencia en aquella época en España era la ballesta. Ese detallito parece nimio, pero es importante. También hemos tenido que fabricar 50 escudos. A veces el problema del rigor histórico no es solo cuestión de presupuesto, también lo es de tiempo. Para pintar esos escudos se contrató a un equipo de cinco personas, y se tardó una semana en completar la tarea. Llevan diseños heráldicos del siglo XIV.

¿Cómo fue el rodaje en tierras aragonesas?-Muy bien. En Sos ya habido varias producciones importantes y la gente se entrega y es encantadora. Nos pilló un temporal de lluvia que duró dos días, eso sí.

La moda de las series históricas, ¿pasará pronto?-Desde ‘Águila Roja’ a hoy ha habido una especie de ‘boom’, sí, y el formato puede llegar a morir de éxito. Pero en ‘La catedral del mar’ contábamos con la ventaja de partir de un ‘best seller’ mundial. Y, como adaptación, está magistralmente llevada. Se han asumido riesgos económicos, porque hay escenas en las que intervienen hasta 700 extras. Pero era una apuesta segura.