Monika Zgustova: “A Gala se le culpa de todos los excesos surrealistas de Dalí”

La escritora publica ‘La intrusa’ (Galaxia Gutenberg), una biografía desmitificadora de la mujer y musa del pintor

Galas y Dalí se casaron en 1934 y vivieron juntos más de medio siglo.
Galas y Dalí se casaron en 1934 y vivieron juntos más de medio siglo.
Archivo Gala/Dalí.

Monika Zgustova, Premio Cálamo de 2018 por ‘Vestidas para un baile en la nieve’ (2017), firma ejemplares el martes 5 de junio, por la tarde, en Cálamo de su nuevo libro: ‘La intrusa. Retrato íntimo de Gala Dalí’ (Galaxia Gutenberg), que intenta equilibrar el retrato de esta mujer nacida en 1894 y fallecida en 1982, que fue capital en la vida de Salvador Dalí.

¿Por qué Gala y no la Duquesa de Alba, como había previsto? ¿Qué la condujo hacia ella?

Sigo trabajando en la Duquesa de Alba pero es un tema complejo, una historia más alejada en el tiempo y no quiero precipitarme. Gala siempre me ha parecido un personaje fascinante y después de una visita, hace unos siete años, al castillo de Púbol, donde ella pasó una decena de veranos sola sin Dalí, rodeada de su propia música y sus libros, con su icono de la Virgen negra de Kazan por toda compañía, me puse a investigar sobre ella. Y cuanto más indagaba más interesante me parecía la mujer que era Gala.

Monika Zgustova: “A Gala se le culpa de todos los excesos surrealistas de Dalí”

¿Ha querido corregir algunos aspectos de la vida de Gala, lugares comunes que funcionan como estereotipos? Parece un enigma constante y alguien que sabe bien lo que quiere.

He intentado plasmar mi visión de esta mujer a la que incluso Dalí describió como un misterio imposible de descubrir.

El libro arranca casi con una amistad no muy conocida: la que tuvo con la gran poeta Marina Tsvetáieva. ¿Qué significó esa amistad, y la de sus hermana Asia, en su vida?

Marina Tsvetáieva tuvo un papel muy relevante en la vida de Gala: Marina, dos años mayor, leía sus versos a la jovencita Gala para la que la poesía, y la cultura y el arte en general, se convirtió en lo más importante de su vida. Gala fue una mujer muy culta y una lectora voraz, siempre que podía leía un libro al día. También Asia, la hermana de Marina era una gran lectora y llegó a ser escritora. Las tres chicas hablaban a menudo de sus lecturas, y de los viajes, de los sueños.

También analiza el vínculo con su padre adoptivo. ¿Cómo le influyó?

El padre adoptivo leía por las noches a la familia en voz alta obras de los clásicos rusos y europeos. Además veneraba a Gala, que por eso desde pequeña se acostumbró a la admiración masculina. También el hermano mayor de Gala, Vadim, estaba enamorado de su hermana. Esto pudo provocar en Gala el gusto por los amores prohibidos.

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La historia con Paul Éluard empieza siendo fascinante. ¿Cómo ve esta pasión, su viaje a París para verlo, esa afición por leer poesía de noche o de día?

Fue Gala quien dio el impulso creador a Paul Éluard. Sin ella es poco probable que Paul hubiera llegado a ser uno de los grandes poetas europeos del siglo XX. Cuando estaba alejada de él, ella en Rusia, él en el frente bélico, Gala tomó en 1916 la decisión de reunirse con él, superó todos los obstáculos de una Europa en guerra y se plantó en París para poder estar cerca de su enamorado.

Más allá de lo humano, ¿diría que la I Guerra Mundial la marcó de alguna manera decisiva?

Gala sufrió por Paul, estaba muy preocupada porque como soldado podía morir en cualquier momento. Lo que le influyó mucho era ver el ambiente que precedía la revolución en Rusia. Más tarde en su vida supo reconocer la atmósfera prebélica y huir a tiempo. Lo hizo antes de la guerra civil española, huyendo a París, y antes de la Segunda Guerra Mundial cuando tomó la correcta y difícil decisión de refugiarse con Dalí en Estados Unidos.

Gala era una gran seductora. Amó a Max Ernst, de manera apasionada, y también a Giorgio de Chirico y a la vez enloquecía a Paul Éluard, con quien se casó en 1917. ¿Que halló en esas pasiones, por qué arriesgó tanto?

Gala necesitaba amar y ser amada, entregarse al máximo, siempre a un solo hombre. Era una mujer-Afrodita. En el amor se dejaba guiar por su instinto. Nunca fue desleal porque no hacía nada a escondidas, a pesar de ser una persona muy privada.

Monika Zgustova: “A Gala se le culpa de todos los excesos surrealistas de Dalí”

¿Fue Gala la que rompió el triángulo Buñuel, Lorca y Dalí o no?

Se puede decir que sí, aunque no creo que lo hiciera a propósito o conscientemente.

Buñuel la odiaba y Lorca la veneraba. ¿Cómo lo ve usted?

Buñuel la odiaba porque era un hombre posesivo y a causa de ella había perdido a Dalí como amigo incondicional y colaborador genial. Con Lorca se cayeron muy bien, seguramente tenían muchas cosas en común.

¿Qué significó Gala para Dalí? ¿Fue algo más que una musa, una enfermera, una amante, casi una directora espiritual?

Gala fue todo eso y más. Desde el principio entendió que algo la ataba a aquel jovencito cuando en Cadaqués dijo, poco después de haberlo conocido: “Mi pequeño, tú y yo no nos separaremos nunca.” Gala comprendía profundamente a Dalí, ambos se convirtieron en inseparables.

¿Por qué no acababa de caer bien nunca?

Porque es un enigma y la gente prefiere las cosas claras. Por eso no cayó bien a los surrealistas ni a la familia de Dalí. Muchos la consideraban una intrusa y ella también se sentía así en muchos ambientes.

Hay muchas sombras, pero quizá la mayor sea el abandono de su hija Cécile…

Cuando Gala se fue con Dalí, dejó a Cécile con el padre, Paul Éluard. Muchos hombres hacen esto con sus hijos –al separarse los dejan al cuidado de la madre– y a nadie le extraña. Gala era una mujer libre, rompedora, transgresora. Esta, la de dejar a su hija con su esposo, fue una de sus mayores transgresiones. Amaba entregándose y no podía entregarse a dos personas a la vez. Era una persona que siempre buscaba lo máximo, lo inalcanzable; al fin y al cabo era rusa.

¿Qué no hemos entendido bien de Gala, que nos lleva a verla como una bruja, como incluso se dice en un determinado momento en su libro?

A Gala se la ha tratado con una gran dosis de misoginia y machismo. No se la quiere entender. Se le echa la culpa de todos los excesos surrealistas que cometía Dalí.

¿Iba, de verdad, Gala siempre hacia adelante?

Sí. Gala no miraba hacia atrás, o solo un poco: toda la vida mantuvo correspondencia con su padre adoptivo, con su madre, con su hija Cécile. Pero no se detenía en algo que era el pasado. Siempre miraba hacia el futuro.

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