A contra reloj: seis horas para pintar un cuadro

Las nubes de tormenta no acobardaron a los artistas participantes en el concurso de pintura rápida, que llenó ayer de caballetes el centro de Zaragoza.

Alejandro Silván, durante la elaboración de su obra en los soportales de Independencia.
A contra reloj: seis horas para pintar un cuadro
Guillermo Mestre

El centro de Zaragoza mostró ayer su aspecto más artístico, con decenas de pintores que ocuparon esquinas y plazas para mostrar su talento. La Junta Municipal Centro había convocado su XIV Concurso de Pintura Rápida e invitado a artistas de toda España a plasmar jardines, paseos, calles y plazas en apenas unas horas, desde las 11.00 y hasta las 17.00. "Pero sobre todo es la oportunidad de mostrar el arte, de promocionar iniciativas que inviten a la gente a crear y ocupar espacios públicos con proyectos creativos", destacaba Natalia Conde, que había venido desde Madrid para participar en el concurso.

Pintura rápida significa bosquejar o incluso acabar una obra en el menor tiempo posible. En el concurso zaragozano, la técnica era libre, pero el soporte debía ser rígido, ir en blanco sin ninguna otra preparación y tener un tamaño de entre 46 y 100 centímetros. Conde eligió plasmar los soportales y algunos de los bellos edificios del paseo de la Independencia, "porque me ha gustado su colorido, su aspecto. No los conocía y me parece un conjunto muy hermoso", destacaba. No era fácil para ella concentrarse, pues su rincón elegido era de los más transitados y tenía que dar explicaciones a curiosos cada pocos minutos. "Algunos son también pintores, que se interesan por el estilo, los materiales, que me cuentan de sus propias obras... No me distraen para nada, creo que esta conversación forma parte del objetivo de un certamen como este. Compartir ideas, aficiones...".

Para Alejandro Silván, los curiosos tampoco eran problema, con la excepción de los que querían echarle monedas. Sentado bajo los soportales del paseo de la Independencia, tuvo al final que poner un cartel explicando que no pedía dinero, "simplemente, estoy pintando", recordaba a los que le preguntaban. Silván es arquitecto y eligió el lápiz y rotulador para su trabajo. "Quería pasar una mañana distinta y disfrutar del dibujo. Soy arquitecto y la parte que más me gusta de mi profesión es la del lápiz y el boceto", explicaba, sin apartar la vista del arco y su luminaria. "Me gusta el blanco y negro, no me va el color ni el óleo. Y pintar lo mínimo para que se distinga el concepto".

El certamen, que se llevó a cabo con la colaboración de la Asociación de Artistas Figurativos Aragoneses y la Agrupación Artística Aragonesa, incluye como premio tres cheques-regalo por valor de 1.200 euros, 600 euros y 300 euros. El jurado, formado por artistas, profesores y críticos de arte, dará su valoración final mañana, a las 20.00, cuando se inaugure una exposición con una selección de las obras. La muestra podrá visitarse en la sala de exposiciones de la Agrupación Artística Aragonesa (calle de Lagasca, 23) hasta el 2 de junio.

Para Carmen Luengo, otra pintora, el premio supone solo un pequeño aliciente, "el placer está en pintar, en rodearse de gente y disfrutar de los pinceles", resumía. Su caballete estaba en la concurrida plaza de Aragón. Y la bulliciosa congregación de cristianos adventistas que allí cantaban sus himnos no parecía importarle lo más mínimo. "He sido ?17 años y estoy acostumbrada a la gente y al ruido", comentaba. Zaragozana de 51 años, solo lleva pintando seis meses, "esta era mi asignatura pendiente y, finalmente, llegó su momento".

La lluvia amenazó toda la mañana y cayó luego con fuerza, pero ningún artista se acobardó. Y en el caso de Carmen, no era problema. "Pintaría bajo una tormenta. No pienso mover el caballete hasta terminar el cuadro".

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