Jesús Sanz expone sus creaciones más íntimas en la galería de arte Pilar Ginés

‘Anima et materia’ reúne una selección de sus últimos trabajos, tanto en escultura como en pintura.

El artista zaragozano Jesús Sanz, el pasado jueves, en la galería Pilar Ginés.
El artista zaragozano Jesús Sanz, el pasado jueves, en la galería Pilar Ginés.
Raquel Labodía

"La escultura es mágica. El poder crear formas a partir de distintas materias es casi como convertirse en una deidad. Pero la verdadera magia es poder vivir del arte. Eso, por suerte, puedo decir que lo he conseguido". El artista plástico Jesús Sanz inauguró el pasado jueves en la galería de arte Pilar Ginés, de Zaragoza, la muestra ‘Anima et materia’, que expone sus últimas creaciones, tanto en el campo de la pintura como en el de la escultura. Permanecerá abierta hasta el próximo 15 de junio.

Jesús Sanz expone lo que considera una reflexión acerca de sus creaciones. "Modelo la materia en la búsqueda de la expresión de una idea –explica–, de un concepto o emoción. Lo que busco es dotar de alma a las figuras, darles una identidad. Esto es algo que siempre he procurado, pero, en esta ocasión, lo he hecho de forma más consciente".

La escultura de Sanz propone temas clásicos, como la comunicación, la maternidad, el tiempo o el amor. "Son ideas eternas, pero necesitan de la materia para coger forma", apunta. Todo lo contrario que su obra pictórica, que parte de esquemas figurativos en busca de una abstracción, sin razones ni conceptos.

Autor y espectador a la vez

La importancia del color ha ido ‘in crescendo’ en sus creaciones, puesto que es un rasgo que le maravilla. "Lo que aporta es una vivencia directa: eres autor al tiempo que eres espectador. Te pones delante de un lienzo, te dejas llevar. El cuadro nace entonces delante de ti, estás en el acto mismo de la creación".

El tiempo ha llevado a Sanz a centrarse en la "búsqueda de la esencialidad de la obra", a suprimir lo que él denomina "accesorios superficiales" para quedarse con "el esqueleto, lo más sencillo". Al mismo tiempo, se ha producido una estilización de las figuras. Han desaparecido los rasgos concretos. Y esto se ha reflejado en "las caras, que se han ido transformando en puntos de luz,  en algo meramente simbólico".

Las referencias a lo clásico son una constante en esta última colección de obras. "He decidido titular la exposición en latín por su alusión al estudio, a la reflexión, a una lengua poco utilizada que es de interés minoritario, como lo son los temas artísticos".

Navegando entre dos aguas

La obra de Sanz navega entre dos aguas: la escultura y la pintura. "De alguna manera –dice–, son dos disciplinas complementarias. A veces pinto las esculturas en un boceto para después buscar las tres dimensiones. Otras, el proceso es a la inversa. Y lo que busco es crear una atmósfera pictórica para la figura".

El artista ha alcanzado su "madurez". Y ahora, ganarse la vida o forjar un estilo propio han pasado a "segunda fila". Lejos quedan sus comienzos con la cerámica, con sus series de personajes satíricos o visiones caricaturescas de la realidad. "Sentí entonces una necesidad de belleza estética, que estuviese más acorde con lo que estaba viviendo, con esa demanda interior". Nació entonces el escultor. Y, poco después, el pintor.

"Mi proceso creativo ya no busca ningún acierto comercial, ni ningún otro tipo de interés –insiste Sanz–. En la actualidad es una conversación íntima en mi taller con la materia y la idea, emotiva o conceptual, que pretendo plasmar. El autor va desapareciendo, simplemente queda reflejado en la obra. Y algunas veces esta nace de un proceso tan solitario, tan personal, que puede convertirse en universal".

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