Isidro Ferrer, el cartelista de teatro

Nórdica publica ‘El juego en escena’, un libro que recoge su colaboración con el Centro Dramático Nacional

Cartel de la obra 'La loba'.
Cartel de la obra 'La loba'.
Isidro Ferrer.

“Isidro Ferrer y yo hemos sido, sobre todo, cómplices dentro de esta aventura apasionante que es el teatro”, dice Gerardo Vera del gran artesano y artista aragonés, nacido en Madrid en 1963, que ha hecho a lo largo de una década, en siete temporadas, los carteles del Centro Dramático Nacional. Nórdica los recoge en el libro ‘El juego en escena. Carteles para una función’, uno de esos libros que encierran el talento, la imaginación, la manufactura y el arrebato al servicio de las ideas y de la imagen. El libro, además de mostrar los registros de Isidro Ferrer (Premio Especial del Jurado de ‘Artes & Letras’ en su tercera edición, y Premio Nacional de Ilustración y de Diseño), también es un inventario de obras y autores, de montajes y de dramaturgia, y es, ante todo, “el radical compromiso con la realidad de su tiempo” de Isidro Ferrer, como insiste Gerardo Vera, escenógrafo, dramaturgo y cineasta que realiza la presentación del volumen.

Isidro Ferrer, el cartelista de teatro

Un libro así es un compendio de la imaginación de un artista que se desmarca de ese concepto. Prefiere ser un artesano, un amanuense, un fabricante de signos y silencios, de blancos y tipografías, de ideas visuales al servicio de una función. Este hombre de “pocas palabras” se forjó en el teatro casi antes que en el arte, y esa actividad le marcó mucho. Ahora, confiesa, “percibo esta relación como algo esencial en mi forma de afrontar el proyecto gráfico”. En el pórtico del libro, Isidro Ferrer va algo más allá: “Teatro y diseño están hermanados por dos elementos esenciales de la hermenéutica: la interpretación y la representación. Un baile circular entre idea y realidad que da forma al conocimiento”.

Isidro Ferrer es un creador y trabajador con muchos recursos. Sus ‘maletas’ de imágenes están repletas de experiencias, destellos, humor, depuración, excelencia e ironía. Y de la pura fantasía de la invención. Siempre se le enciende la idea, y pasa por épocas donde le obsesionan algunas formas, máscaras, sombras u objetos. Es un fabricante incansable de la poesía de los objetos. Juega con todo y tiene una inclinación al surrealismo, a la audacia y a la sorpresa, y además maneja el contexto, la vida cotidiana, el impacto sociológico y los mundos paralelos. Tiene influjos del cine de animación y de Joaquín Torres García, pero decir eso ya es incurrir en el tópico y quizá en la simplificación. El escritor Ernesto Caballero dice que el arte “del demiurgo Isidro Ferrer” atesora “belleza esencial, elocuencia expresiva, provocación y poesía, como la contenida en otro ilustre referente, el neoyorquino Joseph Cornell”. Los elogios, fundamentados, van que vuelan en el libro. Isidro Ferrer hace historia todos los días y, mes a mes, año a año, en las cicatrices del tiempo.

Isidro Ferrer, el cartelista de teatro

“En el cartel para una obra de teatro se interpretan y representan las distintas voces que forman el cuerpo dramático; la voz del autor del texto, la voz del director de escena, las voces de los actores -escribe en el prólogo-. (…) Mi papel como diseñador es encontrar el registro adecuado para interpretar y representar sobre el papel la esencia de la representación escénica. Dar voz a los otros. Ser el otro”.

Guillermo Heras dirigió en 2015 la pieza ‘Salvator Rosa o el artista’ de Francisco Nieva. El cartel, en forma de ese o de sierpe, le sugiere que su búsqueda “consiste en esencializar en una imagen el contenido de la obra teatral”.

El libro se presentaba el viernes en la librería Anónima de Huesca, donde vive el artista desde principios de los años 90. En octubre, Isidro Ferrer protagonizará una gran exposición con sus carteles en las salas del Paraninfo.

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