Rebullida: “Pintar me ha ayudado a vivir”

El pintor zaragozano resume 25 años de trayectoria en la Lonja con ‘Materia y luz’, una muestra en 57 cuadros

Carmelo Rebullida con uno de sus cuadros.
Carmelo Rebullida con uno de sus cuadros.
Raquel Labodía.

Carmelo Ramos Rebullida está radiante: este jueves, en la Lonja de Zaragoza, con la inauguración de su exposición ‘Materia y luz’, cumplía un sueño.

Lleva más de 40 años viviendo de la pintura, desde que expuso en 1978 en la galería Trazos, y resume en 57 obras dos de sus líneas estéticas: sus ‘Aproximaciones a los fósiles’, serie que inició en 1992, donde rinde homenaje a los minerales y al paso del tiempo, y sus ‘Planetas’, una treintena de piezas, realizadas entre 2015 y 2017, en las que refleja su pasión por los cuerpos celestes, las constelaciones, que abren un nuevo camino en su pintura: poético, como siempre, placentero, vitalista y de indagación en el trabajo y en los sueños. "Son planetas imaginarios que tienen algo de paisajes del subconsciente y, por lo tanto, algo extraño. Hay planetas rosas, gaseosos, planetas líquidos como ríos inmensos", dice.

Rebullida: “Pintar me ha ayudado a vivir”

Añade: "Pintar ha sido una terapia para mí. Me ha salvado de muchas cosas y me ha ayudado a vivir. ‘Materia y luz’ es una exposición gozosa, terapéutica, un canto a la alegría de vivir. Yo me considero un clásico moderno. Las armonías del color me salen así, sin afectación, de un modo natural, y reflejan lo que soy. Esta es una muestra lúdica: he disfrutado con cada cuadro". Insiste en que ya no tiene edad para intentar deslumbrar a nadie ni aparentar ser lo que no es, pero tiene clara una cosa: "Siempre he querido hacer cosas nuevas. No acomodarme. Al fin y al cabo el arte contemporáneo es una evolución constante. Se trata de cambiar y cambiar. Yo he aprendido siempre", dice. Rebullida ha hecho muchas obras con una pasta de papel que él mismo fabricaba.

Carmelo Ramos Rebullida es autodidacto absoluto, pero quiere aprender todo el tiempo: le sucedió con un tío suyo, perito mercantil, manco, al que veía pintar con una mano los domingos, y que le acabaría regalando una caja norteamericana de pinturas; le sucedió luego con Eduardo Laborda, con quien compartió una buhardilla; le sucedió en El Prado, en los años 70, donde veía a los copistas de Goya y, años más tarde, en Zúrich, le "deslumbró la pintura de Paul Klee".

Trabajar la luz sin pincel

"No voy de nada –explica–. Ni me creo nada. La pintura me sale así, unas veces con muchas texturas, otras veces con esta ligereza, aguada, sutil. Muchos de los cuadros de estos dos últimos años son como de primera intención, sin retoques. He buscado la frescura y aquí está, pero también el resultado, sobre todo en algunas piezas, creo que es refinado; lo digo sin arrogancia alguna. Hace años que he amansado el ego".

Rebullida: “Pintar me ha ayudado a vivir”

Desde que Rafael Ordóñez Fernández, exjefe de Servicio de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, le confirmó en 2015 que ocuparía la Lonja en la primavera de 2018, no ha parado de trabajar y de acumular, casi a partes iguales, pasión, ansiedad, ambición, deseo de ser como es, más que de agradar exactamente.

"En esta última serie de planetas no utilizo pincel. He trabajado con diversas herramientas, esponjas, escurrideras, con la mano, con la escoba. Pieza a pieza, me siento reflejado y creo que me reconozco. Cuando eres joven quieres ser moderno, audaz y rompedor, ahora solo quiero ser yo mismo".

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