José María Albalad: "Estamos en la política del picoteo, en todo y en nada a la vez"

Nacido en Zaragoza en 1989, publica ‘Periodismo slow’ (Editorial Fragua) donde analiza tres proyectos de periodismo digital marcados por el rigor.

José María Albalad defiende el oficio y la lentitud.
José María Albalad defiende el oficio y la lentitud.
José Miguel Marco

¿Cuál ha sido su idea de partida, qué quería averiguar o probar?

En la corta historia de internet, la información de los medios digitales se ha asociado con cantidad más que con calidad. Una tendencia que ha llevado a vincular el mundo ‘online’ con textos breves, apresurados y, en definitiva, poco cuidados. Sin embargo, pese a la existencia de lo que podríamos llamar un ‘McDonald’s de la información’, también hay sitio para proyectos prémium en los que no caben las informaciones elaboradas para ser consumidas como la comida chatarra.

¿Cuál ha sido su interés?

El libro se centra, precisamente, en mostrar la existencia de un revitalizado periodismo de producciones lentas y consumo reposado, que contrarresta la fugacidad de la última hora y demuestra falsa la ecuación que equiparaba periodismo en internet con instantaneidad. Frente a la dictadura del clic y la actualización compulsiva, encontramos medios –poco ruidosos pero sensatos– que luchan por llevar a las autopistas digitales el mejor periodismo de siempre.

¿Qué proyectos ha estudiado?

El libro ahonda en los modelos editoriales y de negocio de tres medios nativos digitales: el español ‘FronteraD’, el argentino ‘Anfibia’ y el norteamericano ‘Narratively’. La selección encarna, pues, diferentes prácticas culturales, lingüísticas y periodísticas, al tiempo que facilita un diálogo entre tradiciones.

¿Qué sería el periodismo lento?

Se trata de una nueva etiqueta que designa una vieja práctica: la del periodismo que investiga en profundidad y narra con intencionalidad estilística. El ‘slow journalism’ invita a repensar los tiempos necesarios para producir y consumir una información rigurosa, creativa y de calidad.

¿En qué ha cambiado el oficio con internet y la edición digital?

En qué no ha cambiado, podríamos decir, ja, ja. Hoy, el lector-usuario ya no es un sujeto pasivo, sino un actor de primer orden con capacidad de influir en el discurso público desde el rincón más inhóspito del mundo.

¿Es la crónica la panacea, la forma de llegar antes al lector?

La crónica no es la panacea de nada, sino un género más que sufre una profunda inflación. Yo defiendo sus múltiples posibilidades, sobre todo narrativas, pero, tras este estudio, me veo obligado a denunciar esa especie de vanidad que se está imponiendo en torno al género, tanto en el ámbito profesional como académico.

¿Vamos con estas prisas hacia la muerte del periodismo?

El periodismo es más necesario que nunca. El auge de las ‘fake news’ pone de manifiesto la necesidad de marcas periodísticas solventes. Cabeceras marcadas por su credibilidad y buen hacer. La libre publicación que permite la Red es una oportunidad para el oficio. Si un zaragozano recibe por Whatsapp una imagen del puente de Piedra partido en dos, acude a la versión digital de HERALDO para conocer la última hora. Si no encuentra la noticia, no se la cree.

¿No genera angustia el exceso de información?

Mucha gente se siente ahogada en el océano digital, lleno de ruido y contaminación. Pienso que el drama para la profesión es caer en las lógicas de cualquier usuario analfabeto.

¿Será el nuevo periodista un hombre multitarea?¿Corremos hacia el estrés desmesurado?

No creo en el periodista orquesta ni en el trabajador multitarea. Pese a la moda de estos sintagmas, varios estudios neurocientíficos advierten que el también conocido como ‘multitasking’ compromete la eficiencia y la creatividad. Sin concentración, con fugas constantes de energía, perdemos eficiencia cognitiva.

¿Existe un lector lento que sostenga un periodismo lento?

La vida moderna es rápida por naturaleza, a veces por inercia y por miedo al silencio. Hay tanta oferta que se ha instaurado la política del picoteo. Estamos en todo y en nada a la vez.

¿Entonces?

Quizá sea necesaria una nueva alfabetización mediática que permita a cada uno hallar un equilibrio en su dieta informativa.

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