'2001: una odisea del espacio' cumple 50 años

La película de Stanley Kubrick supuso un avance para la evolución del cine y abordó temas infrecuentes como la inteligencia artificial y la vida extraterrestre

Una secuencia de la película '2001: una odisea del espacio' (1968), de Stanley Kubrick.
'2001: una odisea del espacio' cumple 50 años
Archivo Heraldo.

Stanley Kubrick (1928-1999) es uno de los grandes cineastas del siglo XX. Por su personalidad e imaginación, por su versatilidad, por su audacia y por la cantidad de títulos, diferentes pero valiosos e importantes, que llegó a realizar: desde ‘El beso del asesino’ y ‘Atraco perfecto’ a su testamento, ‘Eyes Wide Shut’; en medio quedan películas como ‘Senderos de gloria’, ‘La naranja mecánica’, ‘Barry Lyndon’ y ‘2001: una odisea del espacio’, que quizá sea su película más extraña y más poética, una visión científica, enigmática y futurista del mundo que abordó temas infrecuentes en 1968 (se estrenó el 3 de abril, hace ahora medio siglo) como la evolución del hombre, la tecnología, la inteligencia artificial, la existencia extraterrestre, los viajes a la Luna y al espacio, y una filosofía compleja, que exige hermeneutas.

Fotógrafo de la revista ‘Look’ desde los 17 años, Kubrick era un maniático de la perfección y poseía una imaginación visual deslumbrante. Fue un innovador absoluto. Esta película nació de un cuento de Arthur C. Clarke, ‘El centinela’. El escritor se vinculó de inmediato al proceso de producción e intervino en el guión con el propio Kubrick. Curiosamente, la novela propiamente, ‘2001: una odisea del espacio’, la redactó durante el rodaje.

2001: una odisea del espacio cumple 50 años

La película arranca con el origen del ser humano, con el despertar del hombre, y con esa imagen en la que los simios descubren un monolito negro, que les conduce a la revelación del conocimiento y la muerte, aunque no se sabe muy bien qué es esa pieza y qué representa. Ese monolito parece susceptible de manejar o gobernar a los hombres. Y a la vez, en un tránsito muy medido por la historia de la evolución y con la famosa danza de las naves espaciales, cuenta cómo eminentes científicos viajan a la luna porque se ha descubierto un monolito negro; lo acarician, como habían hecho antes los simios, y lo fotografían. En ese instante se produce algo inquietante; podría ser un indicio de la existencia de inteligencia extraterrestre muy cerca.

Película de sugerentes elipsis, algún tiempo después la nave espacial ‘Discovery’, con cinco personas en su interior, emprende una misión que ni siquiera ellos conocen. Tres pasajeros están en hibernación y dos despiertos, David Bowman y Frank Poole, que saldrán de exploración en una de las naves esféricas. ‘Discovery’ está controlada por el que quizá sea el gran personaje de la película: el ordenador HAL 9000, que debe su nombre al Algoritmo Heurístico y que se puede calificar de perfecto. La inteligencia artificial toma sus propias decisiones y el HAL matará a los hombres hibernados. En un instante se oye este diálogo: “HAL se comporta como si tuviera sensibilidad, pero está programado de esa manera para que a la tripulación le sea más fácil comunicarse con él”. El ordenador acabará revelándose frente a sus creadores. La inteligencia artificial toma sus propias decisiones y HAL matará a los hombres hibernados. La dirección de fotografía es de Geoffrey Unsworth. En el reparto intervienen Gary Lockwood, William Sylvester, Daniel Richter y Leonard Rossiter.

La película es compleja en su argumentos, en sus acciones y en su significado. Y en cierto modo es una película cíclica. De entrada, es como un gran poema visual, de variados paisajes, de interiores suntuosos y de constelaciones y cráteres apabullantes. El monolito negro quizá sea un símbolo de la creación, de la sabiduría, de la presencia de una inteligencia superior. Stanley Kubrick utiliza una música espectacular como ‘Así habló Zaratustra’ de Richard Strauss, piezas de Johan Strauss Jr., Aram Khachaturian y de Ligety; usó ‘Réquiem’, ‘Lux Aeterna’, ‘Atmosphères’ y ‘Aventures’, a quien no le habían advertido, y aunque admiraba la película denunció al realizador.

La película sedujo a miles de seguidores pero también irritó a muchos otros. El compositor y cantante John Lennon dijo que ‘2001: una odisea del espacio’ debía proyectarse en una catedral y no en un cine. Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la Luna, observó: “Es una producción con una excepcional y acertada descripción de las condiciones de vuelo espacial”. Desde la Unión Soviética, el cosmonauta Alexei Leonov, protagonista de la primera caminata espacial, exclamó tras una proyección: “Ahora siento como si hubiera estado en el espacio dos veces”.

2001: una odisea del espacio cumple 50 años

La película animó a mucha a realizar estudios de astronáutica y astrología, y multiplicó el interés por la informática y la cibernética. Sus efectos especiales recibieron el Óscar en 1968 y sus avances tecnológicos y visuales enriquecieron las propuestas del cine y de la narrativa de ciencia ficción. Aunque se han detectado algunos errores, por lo regular ha sido muy respetuosa con la ciencia. Y, guste o no, nadie le puede negar algo básico: ha sido un revulsivo para la progresión del cine y para películas como ‘La guerra de las galaxias’, ‘Blade Runner’ o ‘Encuentros en la III fase’, por citar algunos títulos.

Estos días, el canal TCM rinde un homenaje a esta película ya mítica. El martes, 3 de abril, emitirá a las 20.25 la película checoslovaca ‘Ikarie XB-1’ (1963), dirigida por Jindrich Polák, que inspiró a Kubrick. Se trata de un film basado en la novela ‘La nube de Magallanes’ del escritor polaco Stanislaw Lem. A las 22.00 se proyecta la obra de Kubrick. Y, por otra parte, TCM ha producido el documental ‘2001. Destellos en la oscuridad’ de Pedro González Bermúdez, que glosa la entrevista con Kubrick que la revista 'Playboy' publicó en su número de septiembre de 1968.

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