Fernando Iwasaki: "Ahora el trabajo te persigue hasta tu casa"

El autor de 'Ajuar funerario' explica las claves de su nuevo libro, 'Las palabras primas', sobre el español de las dos orilas y las nuevas tecnologías

Retrato de Fernando Iwasaki, en su reciente visita a Zaragoza. Ofreció una charla en el IES Buñuel.
Retrato de Fernando Iwasaki, en su reciente visita a Zaragoza. Ofreció una charla en el IES Buñuel.
José Miguel Marco.

«Hay libros que sientes que comienzas a escribirlos hace muchos años y llega un momento en que te dices: ahora voy a unir textos que tienen un nivel de masa crítica como para que el libro exista». Así nació ‘Las palabras primas’ (Páginas de Espuma) de Fernando Iwasaki (Lima, 1961), IX Premio Málaga de Ensayo.

¿De qué trataría el libro?

Es un viaje, un paseo, un diálogo entre dos lenguas maternas, iguales y distintas. Me parecía que yo venía escribiendo desde hacía años acerca del habla andaluza, del lugar que ocupo como un hablante latinoamericano dentro de España y en una periferia, del vínculo del habla de Andalucía y el habla del Perú. También he escrito de los cambios de paradigma en la cultura y de cómo nos relacionamos con la tecnología…

¿Qué le preocupa?

Es tan insensato negarse a la tecnología como vivir solo todo aquello que sea manual. Creo que de eso se ha escrito desde una perspectiva estrictamente de vanguardia y nadie se pone a pensar que, entre los apocalípticos y los integrados de Eco, hay un vasto número de personas al que nos cuesta mucho actualizarnos y estar manejando lo último. El auge de lo tecnológico no va a cambiar nuestra manera de escribir, pero sí afectará a nuestro tiempo de lectura y escritura.

¿En qué medida?

El trabajo nos persigue hasta nuestra casa a cualquier hora. Porque en los artilugios que nos dan nuestras empresas, o que usamos para trabajar, nos persiguen en formas de mensajes, correos, plataformas donde hay que subir un texto o mirar una foto. Y lo mismo pasa entre profesores y alumnos. Lo que antiguamente era el tiempo de ocio creativo, ese tiempo libre en el que tú leías, escribías y te enriquecías ha desaparecido porque se ha convertido en el descanso como sinónimo de desconexión. La gente dice: «No, no, yo los fines de semana desconecto». Esa palabra, ‘desconexión’, ‘desconectar’, es la palabra que me preocupa, y no escribir en una pantalla, en un teclado, en el móvil…

¿Qué riesgos entraña?

Me preocupa la metáfora tecnológica aplicada a tu vida. Porque el hombre contemporáneo y sobre todos los chicos más jóvenes todas las cosas que ambicionan son predicados tecnológicos: «Quiero más memoria, más velocidad de descargas, quiero estar ‘on-line’ todo el tiempo, tener wi-fi, quiero estar con multifunción». Todo eso que hacen las máquinas es lo que ahora el ser humano ‘desea’. Ese es el punto en que la tecnología nos produce unos efectos negativos. Nos esclaviza y empobrece la vida.

Medita sobre los autores extranjeros que escriben en español. ¿Qué aportan a nuestra lengua?

Para que la lengua española crezca y se convierta en universal de verdad, para que dé un salto cualitativo tiene que fichar el talento y el conocimiento de otras lenguas, para que se pasen al español, como se pasaron Max Aub o escritores de origen italiano como Alejandro Rossi, Carlo Frabetti o Fabio Morábito, que escriben en español. Y Elena Poniatowska y Alejo Carpentier. Creo que es muy importante tener esto en cuenta porque finalmente el español es, sobre todo, una extraordinaria lengua de arte, de literatura, de música, pero no pasa eso en la ciencia, en la alta diplomacia, ni en las finanzas internacionales.

¿Cómo lo explica?

Para mí los elementos que te dan prestigio son otros. Se habla muchos de los rankings de las universidades. Entre las 200 primeras universidades del mundo ninguna de ellas pertenece a un país hispanohablante, y eso te deja frío. Sin embargo ocho millones de isralíes tienen dos universidades entre las dos primeras. Hay algo que no hacemos bien.

Toca otro asunto clave: la aportación de Andalucía a España, sobre todo especialmente a través de la poesía.

Parece mentira que tengamos que recordar que, después de Cervantes, el gran autor español que se estudia en todo el mundo es Lorca, y que los dos premios Nobel que tiene la poesía española corresponden a dos poetas andaluces: Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre, cuya casa van a demoler porque nadie hace nada; si Aleixandre fuera un exiliado se hubiese salvado

En estas ‘palabras primas’, ¿qué vínculos hay con Aragón?

Un autor que a mí me encanta siempre citar es al zaragozano Benjamín Jarnés. Jarnés, en su exilio americano, es el autor del libro ‘Ariel disperso’, muy raro, que le publicó la Feria del Libro. En ese libro, Jarnés hace reseñas de autores latinoamericanos que eran desconocidos en esa época, Borges entre ellos. Jarnés es uno de esos autores que sirven de puente entre España y América.

¿Algo más de él?

Hay otro libro de Jarnés, que se llama ‘Cartas al Ebro’. Tiene un texto delicioso donde escribe una carta sin usar ningún ‘que’ y es fastuosa, un ejercicio de estilo brillante, porque se podría decir que Jarnés usó un montón de ‘palabras primas’ y ningún ‘que’.

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