Javier Lostalé: "Escribo para ser joven y alimentar una esperanza radical"

El poeta y la voz de la lírica en RNE presenta en el Museo Pablo Serrano su poemario 'Cielo'

Javier Lostalé, autor de 'Cielo', visita el martes 27 el Museo Pablo Serrano y el escenario de Teatro Tranvía, donde leerá versos con Cristina Yáñez.
Javier Lostalé, autor de 'Cielo', visita el martes 27 el Museo Pablo Serrano y el escenario de Teatro Tranvía, donde leerá versos con Cristina Yáñez.
César Toro.

Javier Lostalé (Madrid, 1942) ha sido, durante muchos, en ‘El ojo crítico’ y en ‘La estación azul’ de RNE, la voz de la lírica en la radio, pero también es un poeta con voz propia, entre neorromántica, mística y carnal, marcada por el amor y el desamor, la memoria y la belleza. El martes 27, a las 19.30, en la sala 00 del IAACC Pablo Serrano, en el teatro de la exposición de Tranvía Teatro, presenta su último poemario: ‘Cielo’ (Fundación Lara: Vandalia), que cierra un ciclo abierto por ‘Tormenta transparente’ y ‘El pulso de las nubes’. El acto cuenta con la colaboración de la librería Los Portadores de Sueños.

¿Cómo nació a la poesía o cómo surgió su pasión por la poesía?

Leí poesía desde muy temprano, pero como creador comencé a escribirla en serio a partir de los veinte años. Fue la lectura de ‘Sombra del paraíso’ de Vicente Aleixandre y su incardinación en mi vida lo que me impulsó a hacer de la escritura poética una forma, como diría mi gran amigo Antonio Colinas, de ser y estar en el mundo.

Empezó siendo un poeta caudaloso, más cerca del barroco que de la contención. ¿Aspiraba a abarcar la plenitud del mundo?

Las primeras tentativas poéticas, todo acto creador es siempre una tentativa, tuvieron un componente biográfico muy grande, como suele suceder, y lo que vas viviendo pasa al poema directamente. Luego, se va produciendo un distanciamiento de la propia biografía, aunque, claro, siempre está latente y un desnudamiento mayor de la expresión. Se produce un proceso de resta más que de suma. Como dice otra gran amiga, también poeta y en la actualidad directora gerente de la Fundación Gerardo Diego, Pureza Canelo, lo que no suma resta. Muchas imágenes gratuitas sobran. Por otro lado en mi proceso de creación tienen mucha importancia los elementos sensoriales, y las imágenes, las metáforas que lo fecundan tienen un gran peso en mi primera etapa. Imágenes que no han desaparecido, pero que se han atenuado o han estado más ligadas a un proceso de reflexión con el paso de los años. Siempre desde luego en todo poema debe haber una transformación del lenguaje, transformación que en la actualidad se dirige a la búsqueda de lo esencial.

Ha sido un poeta incesante, y a la vez de grandes silencios. ¿Cómo se explica eso? A veces me hace pensar en José Hierro...

Creo que el proceso de creación poética es constante, incluso sin escribir se está escribiendo. Otra cosa es pasar muchos años sin publicar, lo que me ocurrió desde 1981 en que publiqué ‘Figura en le paseo marítimo’ hasta 1995 en que resucité a la poesía con ‘La rosa inclinada’. En la escritura muy lenta y en la falta de publicación influyó mucho mi dedicación sin tiempo a la radio. A partir de 1995 ha habido una continuidad, pero siempre entre libro y libro transcurrieron tres o cuatro años. Desde la jubilación esta continuidad ha aumentado.

¿Cabría decir que el amor ha sido la pulsión más constante de su lírica?

El amor, o el desamor que sigue siendo amor de otro modo, es en efecto el núcleo vivificante de mi poesía. Un amor más allá de la figura, en el que el deseo es fundamental y existe cierto grado de sublimación. Amor hasta en su negación.

¿Qué ha significado para usted el romanticismo?¿En qué medida es un neorromántico del siglo XXI?

El romanticismo más como era entendido por los poetas anglosajones que por los españoles me interesa mucho. El romanticismo como un estado de espíritu, como una energía que potencia la transformación de la realidad, fertiliza los sentimientos y crea un grado de idealidad. Entendido así no me importa ser un poeta romántico del siglo XXI.

Ha sido, y es, claro, un gran rapsoda en las ondas. Emotivo, intenso, creaba climas y aún lo hace en 'El Ojo crítico' o en 'La estación azul'. ¿Cómo ha sentido la poesía y cómo ha querido decirla?

La poesía se siente interiormente y, por tanto, al decirla no debe recitarse sino leerse de dentro hacia fuera. Y sin música de fondo que distorsione el propio ritmo del poema que tanto contribuye a su significado.

¿Cómo funciona el binomio poesía y radio?

Creo que funciona muy bien porque en la radio, como en la poesía, son fundamentales la palabra, la música y la imaginación. Es un medio excelente para la transmisión de la poesía.

¿Qué han significado en su vida Rilke, San Juan de la Cruz y Aleixandre? ¿Serían ellos sus grandes maestros?

Son tres poetas medulares pra mí. Rilke logra llegar siempre, como afirma el poeta ucraniano Adam Zagajewski, al límite de lo expresable. San Juan de la Cruz representa la más alta espiritualidad y entrega a lo divino, pero de un modo profundamente también carnal. En cuanto a Vicente Aleixandre es el gran poeta amoroso del siglo XX, tanto en su dimensión cósmica como metafísica, en el que lo auroral y solidario tienen una gran presencia, y el cuerpo es alma.

Vicente Aleixandre es casi un mito en su vida. ¿Por qué?

Más que un mito fue para mí un auténtico padre que me enseñó a entender que el único pecado es el de no respetar la libertad de los demás. Durante mis visitas a Velintonia prolongadas durante varios años comprendí también el profundo latido de la amistad.

Es un poeta místico. Y quizá no exista mayor voluptuosidad que la de los místicos. ¿Qué ha heredado de ellos?

De los poetas místicos he heredado eso: la voluptuosidad. La entrega a la persona amada hasta desparecer en ella, hasta llegar a decirle como reza el título de una película “llámame por tu nombre”.

Javier Lostalé: Escribo para ser joven y alimentar una esperanza radical

'Cielo' (Fundación José Manuel Lara: Colección Vandalia) cierra una trilogía. Recuérdenos el espíritu de los dos tomos anteriores...

‘Cielo’ dialoga desde su propio ser con los dos libros anteriores, ‘Tormenta transparente’ y ‘El pulso de las nubes’ . En los tres, siempre avanzando en la depuración, lo invisible, el acto de borrar y la consumación son elementos esenciales, y lo atmosférico contribuye a esta esencialidad buscada.

¿Sería 'Cielo' un canto de amor y desamor, tamizado por la memoria y la depuración estilística?

Sí, es un canto de amor y desamor. Un acto de consumación en lo perdido, incluso en lo no existente, pero con la serenidad de la transparencia o del cielo.

¿Cabría decir que es el final de un ciclo o un nuevo camino?

A partir de ahora quizá se abra un camino nuevo, aunque sin abandonar la esencialidad. Quizá a pertir de ahora estén más presentes los demás y se desdibuje el yo.

¿Cuánto hay de dolor o desgarro en el libro, y cuánto de serenidad?

‘Cielo’ es un libro en el que, pienso, predominan la aceptación y la serenidad sobre el dolor. Este existe, pero se asume como consumación en su sentido más positivo. La muerte también está presente, pero no de un modo trágico.

Uno de los poemas más conmovedores es el primero: 'Regresas'. ¿A dónde vuelve Javier Lostalé?

Regreso a lo vivido a través del amor. Hago del olvido el más profundo recuerdo, y del sueño la más honda realidad.

Javier Lostalé: Escribo para ser joven y alimentar una esperanza radical

Aleixandre tiene un poema que se titula ‘Para quien escribo’. ¿Para quién escribe Javier Lostalé?

Escribo, como reza uno de mis textos, ‘Confesión’, porque hay un llanto íntimo que me purifica desde que comienzo a hacer signos en el papel, porque poseo las cosas desde su respiración humana y puedo habitar aquello de lo que fui desterrado. Escribo para ser joven y alimentar una esperanza radical, para tener lo que no tengo y escuchar lo que nunca me dijeron. Escribo porque nunca fue más bello el engaño.

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