La Zaragoza imposible del arqueólogo Juan Cabré

Juan Carlos Lozano descubre las fichas de su proyecto interrumpido del ‘Catálogo Monumental’ de la provincia, que redactó entre 1918 y 1922

Juan Cabré, en un retrato de 1909 del gran pintor Franciso Marín Bagüés.
Juan Cabré, en un retrato de 1909 del gran pintor Franciso Marín Bagüés.
Archivo Museo Juan Cabré.

“Juan Cabré es un personaje fascinante. Fue arqueólogo autodidacto que excavó en muchos lugares de España, redactó catálogos monumentales de Teruel y Soria, y su gran espaldarazo le llegó con el descubrimiento de las pinturas rupestres de la Roca de los Moros, en Calapatá (Cretas, Teruel) y además, entre otros empeños, fue fotógrafo”. Así define el historiador del arte Juan Carlos Lozano al sabio turolense, un trabajador infatigable. Lozano, profesor de la Universidad de Zaragoza, acaba de leer su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Luis con el título de ‘El Catálogo Monumental de la provincia de Zaragoza de Juan Cabré Aguiló, un proyecto inacabado’, que ha dado lugar a una exhaustiva investigación y a una publicación.

La Zaragoza imposible del arqueólogo Juan Cabré

Juan Cabré (Calaceite, Teruel, 1882- Madrid, 1947) se formó en la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza y luego se trasladó a Madrid, a la Academia de San Fernando, donde coincidió con el pintor Francisco Marín Bagüés, “que le hizo un retrato, que se conserva en el Museo Juan Cabré de Calaceite”, dice Juan Carlos Lozano, que ha reparado en el Instituto del Patrimonio Cultural de España, en Madrid, en la existencia de un legajo de Cabré, que corresponde a sus trabajos, fechados entre 1918 y 1922, destinados a la elaboración del ‘Catálogo Monumental de la provincia de Zaragoza’. Lozano lo ha estudiado y lo ha dado a conocer.

Explica el historiador que el Ministerio de Instrucción Pública decidió realizar un trabajo exhaustivo de conservación y prevención del Patrimonio a través de la redacción un ‘Catálogo Monumental de España’, provincia a provincia. Juan Cabré, que era un hombre versátil y muy laborioso, tenía un valedor o protector en el Marqués de Cerralbo. Y este le encargó primero el catálogo de Teruel, que realizó entre 1909 y 1911, y el de Soria, entre 1911 y 1917. “Los concluyó pero no llegaron a publicarse", señala. Merced a su protector, el director general de Bellas Artes, el escultor Mariano Benlliure, le encargó el catálogo sobre Zaragoza.

La Zaragoza imposible del arqueólogo Juan Cabré

“Empezó la labor, que era muy meticulosa. El plan era entregarlo en nueve meses. Cabré se retrasó por exceso de trabajo y llegó a efectuar once entregas entre 1918 y 1922. Solía cobrar algo más de cinco euros (800 pesetas de entonces), por entrega. Cabré tenía muchos frentes abiertos, pero además desde el Ministerio se pagaba tarde. Además, los catálogos de Teruel y Soria no se habían publicado, y en 1922 murió el Marqués de Cerralbo”. Ya sin su amparo, Cabré dejó la labor a medio hacer; entre otras cosas fue el responsable de organizar el Museo Cerralbo.

La Zaragoza imposible del arqueólogo de Juan Cabré

“Juan Cabré dejó 110 fichas que contienen información textual manuscrita e información gráfica, con fotos realizadas por él o por otros fotógrafos como Juan Mora, Juan Roig, Mariano Navarro, etc., pero también dibujos. Cabré era un buen dibujante, y hacía mapas y croquis”, dice Lozano. Y agrega que el arqueólogo trabajó especialmente sobre Daroca y Zaragoza, “en mayor medida”, Cariñena y Calatayud. “Con Daroca es muy exhaustivo. Le interesaba todo, tanto la arquitectura religiosa, civil, militar o conventual, como el arte y los objetos: pintura, escultura, tapices, ornamentación, orfebrería. Algunas cosas han desparecido. Pienso, por ejemplo, en el monasterio de Altabas: allí recogió dos bustos del Ecce Homo y la Dolorosa, de inspiración andaluza, ambos alucinantes, que han desparecido”.

Algunos años después, sería Francisco Abbad Ríos (Zartoza, 1910-Madrid, 1972) quien culminaría el catálogo. Lo entregó en 1947 y se publicó en 1957. “Me ha parecido una bella historia: Juan Cabré trabajó de manera intermitente en el proyecto”. Y ahora, con profusión de datos y de anécdotas, Juan Carlos Lozano ha explicado la fortuna histórica e historiográfica del legado como si fuera una novela de una Zaragoza imposible.

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