Adiós al 'Bombero Torero'

Zaragoza fue la primera ciudad que impulsó una normativa contra los espectáculos cómico-taurinos protagonizados por personas enanas.

Imagen de una de las últimas actuaciones del 'Bombero Torero'
Imagen de una de las últimas actuaciones del 'Bombero Torero'

El ‘Bombero Torero’ se despide de los ruedos. Almodóvar del Campo (Ciudad Real) acogerá, el próximo 15 de septiembre y con motivo de sus fiestas patronales, la última función de este emblemático grupo cómico. Corría el año 1948 cuando Pablo Celis, cántabro curtido en las capeas que se hizo famoso imitando a Charles Chaplin, apostó por unir el legendario bigote con los enanitos del Circo Price. Un amigo bombero -guardia en el teatro- le sirvió como ejemplo para la indumentaria y, con el paso del tiempo, sus ideas fueron tomando vuelo.

En los inicios, Celis dirigía una banda de la que tomaron parte Eugenio -también vestido de bombero-, Arévalo -Cantinflas- y, por supuesto, los ocho enanitos encabezados por Manolín, quien, con una gran ‘M’ en su camiseta, ejercía de matador. Más tarde, personajes como Don Tancredo o Rafael Dutrús y formaciones como el Chino Torero entraron en escena, consiguiendo llenar las plazas de todo el país.

“Corrida de toros, novillada, rejones... y el ‘Bombero Torero”, rezaban los programas de las grandes ferias, al tiempo que Celis y los suyos se hacían famosos en la década de los 50. Son muchas las empresas que, azotadas por la falta de público, usaron esta original fórmula para colgar el cartel de “no hay billetes”.

Tal fue el éxito del ‘Bombero Torero’ -llegó a firmar 100 contratos anuales-, que Celis traspasó las fronteras de España y presentó el espectáculo en Argelia, China e incluso El Líbano, antes de retirarse en 1961. Sus hijos (Manuel y Eugenio) recogieron el testigo primero; los nietos (Carlos y Rafael) prosiguieron con la tradición después, cuando el declive era ya palpable.

La aparición de otro tipo de festejos populares (concursos de recortadores, principalmente) fue restándole protagonismo progresivamente. Y en su contra también jugaron las críticas vertidas por determinados sectores de la sociedad, que llegaron a derivar en normativas que pretendían evitar las burlas hacia personas con acondroplasia (enanismo).

Zaragoza fue la primera ciudad -después se unieron Oviedo, Gijón, Toledo o Sant Cugat del Vallés (Barcelona)- que se comprometió a no contratar espectáculos cómico-taurinos en los que participasen personas con enanismo. Chunta Aragonesista (CHA) impulsó, allá por noviembre de 2008, una moción que fue respaldada por el resto de grupos parlamentarios (PP, PSOE, PAR e IU), y todos prometieron trabajar por la “integración social y laboral” de las personas enanas.

El por aquel entonces empresario de la plaza de toros, Ignacio Zorita, respondió alegando que las contrataciones del recinto “no son competencia del Ayuntamiento de turno”, y adelantó que, si el público lo demandaba, el ‘Bombero Torero’ se seguiría viendo en la ciudad.

Así, un año después, con la Misericordia bajo la gestión de Taurodelta -empresa liderada por la familia Chopera que remplazó a Zorita-, los protagonistas de este espectáculo volvieron a saltar al albero de la Misericordia. “Tiene una gran demanda y va dirigido al público infantil. Además, las personas con acondroplasia tienen libertad para elegir su forma de actuar”, justificaron los representantes de la casa Chopera.

Ya en el Pilar 2010, el ‘Bombero Torero’ desembarcó por última vez en Zaragoza. Fue un adiós adelantado de este clásico del toreo cómico que se ha diluido en la última década. La pérdida de público, dicen, es irreversible.

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