El fin de una época irrepetible

En enero fue Bowie, y ahora Prince… Ambos de golpe y porrazo, sin aviso previo. Sin duda, un 2016 nefasto para todos los que amamos la música popular del tiempo presente. Porque tanto David como el pequeño genio de Minneapolis eran posiblemente los últimos estandartes de lo que se supone debe ser una auténtica estrella de rock según los cánones clásicos: tipos con enorme carisma y fuerte personalidad, innovadores y provocadores, capaces de dar forma a un lenguaje propio y perfectamente reconocible, y de reinventarse y resurgir de sus cenizas tras los inevitables periodos de sequía creativa o comercial. Artistas mayúsculos, en suma, que nos dejan una huella imborrable.


Todavía en estado de ‘shock’ por la noticia, un servidor recuerda que hace casi 30 años publiqué en las páginas de HERALDO la crítica de aquel monumental doble álbum titulado ‘Sign O’The Times’, calificándolo con las pertinentes cinco estrellas, tras quedar absolutamente abrumado ante tamaña obra maestra. Prueben a volver a escucharla, como hago ahora mismo mientras escribo estas urgentes líneas; descomunal es el epíteto mínimo que se me ocurre.


Prince ya había dado previas muestras de su talento con unos primeros discos en los que él mismo se lo guisaba y se lo comía, tocando prácticamente todos los instrumentos. Tras los pepinazos de ‘1999’ y ‘Purple Rain’, a comienzos de los años 80, ya era una estrella; pero a continuación enlazó tres discos tan rompedores como ‘Around the world in a day’ (1985), ‘Parade’ (1986) y el mencionado ‘Sign O`The Times’ (1987), trilogía magistral que le encumbró a la categoría de dioses del Olimpo musical de la década.


A diferencia de Michael Jackson, Prince se bastaba a sí mismo; para funcionar, Jackson necesitaba un amplio equipo de ‘managers’, productores, compositores y arreglistas, pero Prince era dueño absoluto de sus actos y de sus obras. Ello no impedía meteduras de pata, excentricidades varias y luchas con la industria discográfica, como cuando le dio por lo de El Artista Antes Conocido Como Prince, pero al final resulta que durante todos estos últimos años, aun con sus discos lejos de las listas de éxitos, era uno de los artistas que más pasta ganaba con sus conciertos. Y es que Prince en vivo, damos fe de ello, era tela marinera. Y encima, el pequeñajo se llevaba al huerto a las chicas más hermosas… Hasta pronto, ‘supercrack’.