CULTURA

«A veces, da lo mismo ser feliz o no, lo importante es la supervivencia»

Nacido en París en 1960, durante el exilio de sus padres Gregorio López Raimundo, de Tauste, y Teresa Pàmies, publica un libro de relatos, 'La bicicleta estática' (Anagrama), que presentó en Los Portadores de Sueños.

El escritor Sergi Pàmies, en una de sus visitas a Zaragoza.
«A veces, da lo mismo ser feliz o no, lo importante es la supervivencia»
ESTHER CASAS

En el primer cuento del libro el narrador anuncia una cita consigo mismo. ¿Se cita Sergi Pàmies consigo mismo en este libro?

No, solo es una reflexión sobre los riesgos que entraña el aislamiento cibernético y sobre hasta qué punto las nuevas tecnologías y sus tentaciones agravan nuestra tendencia al narcisismo y la egolatría.

¿Cómo nacen sus libros de cuentos?

Intento que los libros respondan a un periodo vital y que todos los cuentos tengan un aire complementario, una lógica interna familiar, aunque sean distintos y aparentemente incompatibles. No son acumulativos en la medida en que elimino todos aquellos que no tienen ese aire de familia y que no están relacionados con el momento que he decidido atrapar.

En el cuento 'Cuatro noches' están muy presentes sus padres. ¿Es ese texto un explícito homenaje a ellos, Teresa Pàmies y Gregorio López Raimundo?

En principio, quería trabajar la ficción a partir de elementos explícitamente biográficos pero, con el tiempo, me doy cuenta de que sí, de que probablemente había cierto homenaje a una educación sentimental en la que intervienen los padres y, por supuesto, el cine.

Su padre -Gregorio López Raimundo- protagoniza un relato impresionante, 'Cien por cien seda natural'. ¿Cuál es su origen?

El relato nace de la necesidad de escribir el clásico cuento de duelo que tantos escritores han practicado. La muerte de mi padre me proporcionó una situación extraordinariamente emotiva y, al mismo tiempo, muy literaria: cuando los empleados de la funeraria te comunican que hay que vestir al difunto. Al tener que elegir la corbata, sentí una ola de recuerdos relacionados con la devoción corbatera de mi padre.

¿Qué ha significado su padre en su vida, en su biografía?

He pasado por distintas etapas. Durante muchos años, mi padre estuvo en la peor situación: la del pedestal del héroe, mitificado hasta la náusea. Eso le perjudicó ya que, como es lógico, llegó el momento, con la adolescencia, de desmitificarlo y apearle del pedestal. Pero tuve la suerte de tratarlo muchísimo en los últimos quince años de su vida y fue entonces cuando descubrí a una persona extraordinaria precisamente por su falta de pretensiones y un sentido de la coherencia muy aleccionador. Además, practicaba un delicioso humor aragonés, muy agradable y sutil.

Es conmovedor el relato 'Acostarse temprano', la historia de ese padre separado que recibe a sus hijos y les deja escribir graffitis en las paredes.

A partir de una situación real (la visita al domicilio de un escritor francés que acababa de separarse y que tenía las paredes llenas de dibujos de sus hijos), intenté imaginar toda la melancolía que estaba viviendo y lo trasladé a una situación muy literaria pero al mismo tiempo verosímil, casi doméstica y con la que cualquiera puede identificarse.

¿'La bicicleta estática' del título podría ser el símbolo de una inmovilidad vertiginosa?

Sí, y también de un esfuerzo inútil acompañado de una escenificación absurda y, en cierto sentido, ridícula.

En 'La mujer de mi vida', dice que no existe diferencia entre la felicidad y la desdicha. ¿Es así?

Digo que, en la pareja del cuento, llega un momento en que da lo mismo ser feliz que no serlo porque lo realmente importante es la supervivencia, salir adelante y atender el universo de lo que denomino "la intendencia" y que, pese a su mala prensa, acaba siendo el auténtico sentido de la vida para muchas parejas.

¿Qué le pide al cuento?

Le pido que sea breve, intenso, emocionante y que permita acceder a la visión del mundo que tiene su autor.

¿Cómo lleva esa condición de parisino con un pie en Cataluña y otro, desde lejos, en Aragón?

Vivo en un triángulo de las Bermudas particular en el que suelo perderme, a veces para siempre. A caballo de tres culturas, intento capear las intestinas enemistades que se crean entre franceses y españoles, catalanes y franceses, catalanes y españolas. E, incluso cuando intento combatir este mortadelismo patriótico, debo admitir que no puedo evitarlo y que, sopesando pros y contras, me gusta que sea así.