ENTREVISTA

Albert Boadella: "Mientras me llamen fascista por la calle no volveré a actuar en Cataluña'

El polémico director y su compañía, 'Els Joglars', regresan a los escenarios aragoneses con 'La cena,' una sátira medioambiental.

El director de la compañía teatral Els Joglars, Albert Boadella, ayer en Zaragoza.
Albert Boadella: "Mientras me llamen fascista por la calle no volveré a actuar en Cataluña'
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Hoy representa en Huesca 'La cena', una sátira centrada en el medio ambiente y el cambio climático, que ya pudo verse el año pasado en la Expo. ¿No le parece políticamente incorrecto criticar esta cuestión cuando todo el mundo se declara ecologista?

Esa es la razón por la que elegimos esta sátira, porque nos hemos dado cuenta de que en la sociedad hay temas como este que se toman con un cariz seudoreligioso. Se convierten en cosas indiscutibles, que están por encima de la propia voluntad humana, y en esto tiene un paralelismo muy notable con las religiones. Yo, en materia de religiones, prefiero las conocidas, con sus defectos y sus ventajas.

¿Su obra es la sátira de una sociedad que recicla las pilas pero luego no sabe qué se hace con ellas y cuánto cuesta ese reciclaje?

Así es. Vivimos en una sociedad que induce constantemente al consumo, porque si no sería la ruina total. Pero, al mismo tiempo, muestra una cara medioambiental, lo que es una contradicción enorme. Y es que hay que tener muy claro que, si existen problemas de cambio climático, no vienen precisamente de África. Si realmente existe la seguridad de que somos los hombres los que estamos destruyendo el planeta hay que cambiar todo el sistema y apostar por otro modelo económico y social.

El pasado miércoles, en el Congreso, Gobierno y oposición debatieron sobre la crisis actual sin llegar a ningún consenso. ¿Serviría esta situación como argumento de alguna de sus obras?

Desde hace años, en España he dejado de hacer cosas directamente sobre los políticos por una razón fundamental, porque me parece que los ciudadanos tienen muy claro que la política ha entrado en un terreno de máxima degradación. Aunque, me parece trágico que los ciudadanos tengan una sensación tan negativa y exceptiva sobre los que nos gobierna.

Usted habla de una dinámica de degradación de la clase política, ¿qué consecuencias tendría?

Pueden ocurrir dos cosas, que se siga un camino para apuntalar la libertad y el sentido democrático de las personas o que se produzca una vuelta de tuerca en sentido contrario. Es decir, en una idea tiránica del poder, aunque por fuera el escaparate parezca otra cosa.

¿Podemos hablar de una política tiránica en España?

Yo creo que ni eso. Es una política donde los políticos solo miran su propio privilegio y donde los valores como el patriotismo, y lo que implica de trabajar por los demás, no existen actualmente.

Este planteamiento, según algunas partes, podría chocar con algunas de las reclamaciones del Estatuto de Autonomía catalán. ¿Qué le parece la disparidad de exigencias entre comunidades que se está produciendo?

Cuando un Estado pierde su fuerza y la reparte por todos los rincones del territorio hay una situación de gravedad. Yo creo que el Estado de las Autonomías desde el punto de vista folclórico era una necesidad, pero desde el punto de vista político es un gran fracaso porque se han montado auténticos reinos de taifas y para respetar una lengua o costumbre no es necesario montar tantas administraciones ni crear tantos puestos de funcionario.

Hace tiempo decidió que 'Els Joglars' no volvería a actuar en Cataluña. ¿No le da pena que la gente de su tierra tenga que ir a otros lugares para verle?

Yo no soy masoquista y para mí no es la situación más agradable. Pero, para un artista, la patria es el mundo, no hay nada tan excepcional como el hecho de que los ciudadanos de Tokio disfruten de Mozart igual que lo hacen los de Salzburgo, donde nació. Además, mientras me sigan llamando fascista por la calle, no volveré a actuar en Cataluña. Es más, dudo muchísimo que en lo que me queda de vida vuelva a hacerlo.

En Madrid se siente mejor. Es director de los Teatros del Canal, la nueva sede de las artes escénicas. ¿Es mejor su relación con Esperanza Aguirre que con los políticos catalanes?

No hay ninguna duda. Ella es una mujer que ha tenido la confianza de darme esta responsabilidad sabiendo que no pertenezco a su partido y que, a lo mejor, no comparto alguna de sus cosas.

Si algún día la situación cambia, ¿qué hará?

Cuando no pueda ser leal, me marcharé, no quiero hacer como San Pedro con el canto del gallo. Yo con Aguirre tengo muy buena relación y una absoluta lealtad a un proyecto que tiene como objetivo conjugar dos cosas que son complicadas en el mundo de los espectáculos: un contenido profundo y una cultura popular.

Según sus teorías, en la España húmeda (zona norte) el público es más frío con las obras de 'Els Joglars' que en la España seca. Hoy actúan en Huesca, una zona muy verde, tenemos los Pirineos. ¿Será esta ciudad la excepción a su regla?

(Sonríe). Yo tengo media familia que era de Huesca y supongo que reconocerán parte de los genes.

En diciembre acaba la gira de 'La cena' y empezarán los ensayos de su nueva obra. ¿Si tuviera que elegir un tema para su nueva sátira cuál elegiría?

Hay un gran abanico donde elegir, pero un tema que me preocupa mucho, porque me afecta directamente, es la vejez. Hay una cierta indignidad en lo que son los ancianos actualmente y eso es muy grave porque antes eran ellos los que marcaban las pautas de las sociedades a través de la experiencia, la síntesis de las cosas. Esa vejez que quiere imitar a la juventud y que da esos espectáculos tan patéticos me parece algo gravísimo.