MÚSICA

Los "gatos" de Madrid aullan al ritmo del "Gato negro-Dragón rojo" de Amaral

Nunca los madrileños se sintieron tan "gatos" como en el concierto que daba cobijo a la guitarra de Juan Aguirre y envueltos por las llamaradas en forma de música de un dragón llamado Eva, aullaron junto al dúo Amaral en el repaso a una década de canciones.

 

Hacía un mes que el Palacio de los Deportes de Madrid colgaba el cartel de "No hay entradas" y es que, con permiso de los cuatro discos anteriores de Amaral, el público estaba espectante por escuchar en directo los temas del álbum doble 'Gato negro-Dragón Rojo'.


Y así fue. Hasta catorce de las nuevas canciones de los zaragozanos se pudieron escuchar en más de dos horas de concierto -29 temas en total- que arrancaban precisamente con la cantante ocultando su rostro tras un antifaz felino -igual al que portaban los aproximadamente 15.000 asistentes- y el sonido inconfundible de los dos primeros sencillos de su quinto disco, 'Kamikaze' y 'Tarde de domingo rara'.


"Hemos venido a poner toda la carne en el asador", gritaba Eva desde lo alto de unos tacones de vértigo frente al público de una ciudad que, cómo explicaba, es "la patria adoptiva" del dúo zaragozano. Sobre un escenario teñido de rojo con una pasarela que se abría entre el público, Juan y Eva fueron entremezclando canciones de "Gato negro-Dragón rojo" con clásicos como 'El universo sobre mí' -al tiempo que se proyectaban imágenes de los 50 años de televisión en España- y 'Toda la noche en la calle'.


Las letras de 'Biarritz', 'Perdóname', 'Las puertas del infierno', o 'La barrera del sonido', todavía en proceso de sellarse en la memoria de los fans, tuvieron que doblegarse ante la fuerza de 'Moriría por vos', 'Resurrección' o 'Marta, Sebas, Guille y los demás', con la que el propio público reflejado en las pantallas fue el protagonista por unos minutos.


Con el tema 'Concorde' no sólo se dio un nuevo mordisco -el más desgarrado- al último álbum de Amaral sino que permitió a los asistentes escuchar el poco congruente discurso del 'honorable' Juan Aguirre. "La siguiente canción es justo lo contrario de una canción de verano, es una canción de invierno y me gustaría que la escucharais", acertaba a decir el guitarrista.


Se llegaba así al ecuador del concierto y se abría un bloque más íntimo en el que se cerraba el telón y tan sólo Eva y Juan lograban emocionar a más de uno y acabar de ganarse a los más reticentes con "Cómo hablar".


'Hace diez años editamos nuestro primer disco, es nuestro cumpleaños" recordaba Eva antes de interpretar, también en acústico, 'No sé que hacer con mi vida' -tema rescatado de su primer álbum, - y 'Escapar', su versión de "Slipping away", del americano Moby.


'Estrella de mar', 'Alerta', 'Big Bang' y 'El blues de la generación perdida' prepararon el terreno antes de que, rodeados de una iluminación que simulaba un firmamento de estrellas Amaral entonara 'Te necesito'.


Tras un derroche de voz aderezado con la armónica, la guitarra, el triángulo y hasta un theremim -instrumento musical electrónico que se toca sin tocarlo-, Eva parecía decir adiós, pero faltaba el ritual de los bises que abría minutos después Juan Aguirre con el primer tema que canta íntegramente, 'Es sólo una canción'.


Parecía el momento de reivindicar que Amaral era cosa de dos y el ambiente caldeado hacía que el público fuera benevolente, aunque, a tenor de los comentarios, más de uno sólo podía recordar en esos momentos la maestría de Juan a la guitarra -por cierto, cerca de una decena de guitarras diferentes pasaron por sus manos-.


Hubo guiño a The Clash y su 'Spanish Bombs' así como a uno de los primeros éxitos de Xoel López como Deluxe a ritmo de 'Que no' pero el público sabía que en este aniversario no podían faltar 'Revolución', 'Días de verano' o 'Sin ti no soy nada', así como dos de los protagonistas de la noche 'Gato negro' y 'Dragón rojo'.


Y tras agradecer el trabajo a todo el equipo -Eva fue leyendo todos sus nombres anotados en un papel- llegó la sorpresa en forma de voz y piano al servicio de 'Esta madrugada'. Ni la máscara de gato ni la fuerza del dragón tatuado en su espalda fueron suficientes para ocultar las lágrimas emocionadas con las que Amaral cerraba el concierto a ritmo de 'Rock and roll'.