Subdirectora de Desarrollo Digital

El fango envuelve a Nerón, Pedro Sánchez y Ricky Martin

Pedro Sánchez, interviene en un acto de campaña del candidato del Partido Socialista Catalán, Salvador Illa, en Sant Boi (Barcelona)
Pedro Sánchez.
Albert Gea

Siempre ha habido una estructura para esparcir el lodo. Quizá porque ese material es inherente al poder. Y a esas máquinas les debemos ‘episodios fake’ como que Nerón incendió la antigua Roma, libelos antisemitas que decían que los judíos bebían la sangre de niños cristianos, que España hundió el acorazado Maine, ‘La guerra de los mundos’ de Orson Welles o el episodio de la mermelada...

Pero desde que Pedro Sánchez desempolvó la ‘máquina del fango’ de Umberto Eco no podemos salir del barrizal. El lodo lo impregna todo. Esta sociedad nuestra se bebe las máximas con avidez y se abandona a ellas sin oponer resistencia.

Cada vez nos resulta más difícil enfrentar nuestras ideas a otras. Falta de costumbre será. Las redes solo nos ofrecen lo que saben que nos gusta, nos reafirma y nos convence de lo que ya estábamos convencidos. No asoma nada que nos pueda cuestionar. Al parecer preferimos vivir instalados en la mentira que alimenta nuestros prejuicios que arriesgarnos a ver más.

El lodo ha penetrado y unos y otros se apropian de esta materia viscosa para arrojársela a la cara. Hay bulos, fakes e intenciones torticeras en la prensa, en la política y en los juzgados... Y, según el PP, desde hoy, también en Naciones Unidas.

En esta recuperación del barrizal, fango es también todo lo que no gusta, lo que no conviene al discurso, al maldito relato que viste la realidad y nos indica lo que está bien pensar o decir. Porque, amigo, si te sales del relato estás perdido: o caes en la fachosfera o te conviertes en perroflauta.

No se puede cuestionar a los jueces, los periodistas y los políticos porque Pedro Sánchez haya tenido una revelación en sus cinco días de retiro. Ese fango que tanto le preocupa ahora lo ha manejado él como un auténtico maestro. Y lo sigue esparciendo mientras hace pucheros y señala a los demás.

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