Qué pasa si Pedro Sánchez dimite y quién le sustituiría

Sánchez podría dejar la presidencia del Gobierno el lunes, según anunció este miércoles mediante una carta

Pedro Sánchez en una imagen de archivo en el Congreso de los Diputados
Pedro Sánchez en una imagen de archivo en el Congreso de los Diputados
HA

Si Pedro Sánchez dimitiese el próximo lunes como presidente del Gobierno, como ha dado a entender en su carta que podría ocurrir, su decisión afectaría a todo el Gabinete: el Gobierno en pleno cesaría, según lo dispuesto en el artículo 101.1 de la Constitución que establece que la dimisión del presidente es una de las causas por las que cesa un gobierno. Sin embargo, para evitar un impensable vacío de poder, el mismo artículo dispone que “el Gobierno cesante continuará en funciones hasta la toma de posesión del nuevo Gobierno”. El Gobierno ‘en funciones’ como se sabe tiene muy limitadas sus competencias y no podría, por ejemplo, disolver las Cortes Generales para convocar nuevas elecciones. Por lo tanto todos los ministros continuarían en sus cargos, pero en situación de “en funciones” y los poderes de presidente en funciones serían asumidos por la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, que es también ministra de Hacienda.

A partir de ese momento se pondría en marcha un proceso de investidura para nombrar a un nuevo presidente del Gobierno. El Rey tendría que abrir una ronda de consultas con los líderes de los grupos parlamentarios para designar a un nuevo candidato, que tendría que conseguir la investidura mediante el voto del Congreso de los Diputados, bien por mayoría absoluta en primera votación bien por mayoría simple en segunda votación. Habría que ver si todos los partidos que apoyaron la investidura de Sánchez mantendrían o no su respaldo a un nuevo candidato socialista, que en todo caso no se sabe quién sería: debería ser el propio partido, o su grupo parlamentario, quien propusiese al Rey un nombre. 

También cabría la posibilidad de un nuevo intento de Alberto Núñez Feijóo, pero lo más probable sería que volviese a fracasar. Y también sería posible, aunque nunca ha ocurrido, que el Rey, si comprobase en la ronda de consultas que ninguno de los nombres propuestos por los partidos tiene posibilidades de ser aceptado por el Congreso, designase como candidato a una personalidad digamos neutral, confiando en que los principales partidos la apoyasen para dirigir el Gobierno durante un periodo de transición.

En todo caso, si después de la primera votación transcurriesen dos meses sin que hubiese sido investido un nuevo presidente del Gobierno se convocarían automáticamente elecciones generales. Entre tanto, el Gobierno, bajo la presidencia de María Jesús Montero, continuaría ‘en funciones’, un periodo de interinidad que podría alargarse durante muchos meses, dependiendo de si las nuevas elecciones daban lugar o no a una mayoría clara den el Congreso de los Diputados.

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V.M./HA
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