Podemos y Sumar, el último círculo de las amistades rotas

El cisma entre Iglesias y Díaz es el último divorcio en un proyecto en el que la camaradería y la política han derivado en toxicidad

Imagen de archivo de Yolanda Díaz y Pablo Iglesias
Imagen de archivo de Yolanda Díaz y Pablo Iglesias
Efe

En los días de vino, rosas y círculos morados de amistad y política, Íñigo Errejón teorizaba con Pablo Iglesias sobre los posibles ejercicios de 'blitzkrieg', la 'guerra relámpago' acuñada en la segunda gran contienda mundial, sobre la España del bipartidismo sacudida en aquellos años por la irrupción de los debutantes. Errejón, el universitario que había enternecido a Iglesias cuando se lo encontró comiendo pan con azúcar en la Complutense, perdió su pulso por el poder interno de Podemos en Vistalegre II, se marchó a fundar Más País y aguardó el momento de pasar factura: la foto con Yolanda Díaz el pasado marzo, en un acto compartido sobre precariedad laboral y salud mental, que ilustraba por sí misma el paulatino arrinconamiento de Ione Belarra e Irene Montero ante el avance de la vicepresidenta al frente de Sumar.

Pero la 'guerra relámpago' siempre casó más con la personalidad política que Iglesias sigue irradiando entre los suyos aunque sean menos. Este martes, víspera del puente festivo más largo y del Día de la Constitución, Belarra y los otros cuatro diputados morados consumaron su 'blitzkrieg' sobre la coalición de Díaz, y por extensión sobre el PSOE de Sánchez, yéndose al Grupo Mixto.

El jaque sin mate, al menos por ahora -la exministra de Derechos Sociales trasladó a Félix Bolaños esa misma tarde que ella y los suyos tienen intención de hacer valer su peso pero no de reventar la legislatura-, ha terminado por quebrar el último círculo de complicidades sobre las que creó y construyó sus airosas expectativas un Podemos que cumplirá este enero su décimo aniversario. La sintonía personal y política -también el interés- que llevó a Iglesias a ungir a Díaz como su sucesora, sin anticipárselo y sin someterlo a la evaluación de las bases, se ha transformado en veneno. Aceite de ricino cruzado que destila toxicidad.

Cuentan que el 'alma mater' de Podemos va diciendo a quien quiere escucharle -y no necesariamente solo a la izquierda- que su desconfianza hacia Díaz es irreparable. Basta con atender su hiperactividad en las redes sociales y en su fortín televisivo para dar por atestiguado que Iglesias interpreta la determinación de la heredera que él eligió por volar libre como una traición a las lealtades internas -algo indisoluble del orillamiento en el Gobierno y en las listas de Sumar de Irene Montero, su pareja de viaje político y vital- y a la autenticidad del proyecto de Podemos.

Todavía se recuerda aquel vídeo del 15 de marzo de 2021 en el que el entonces líder de los morados renunciaba a la vicepresidencia del Ejecutivo para frenar como candidato -fue un espejismo- el ascenso de Isabel Díaz Ayuso en Madrid y en el que auguraba a Díaz un futuro tan bruñido como el de poder convertirse en "la primera presidenta de España".

"Insultos ese mismo día"

Un inciso no menor: en aquellas autonómicas precipitadas por el intento de Sánchez de apoyarse en Ciudadanos como alternativa a sus pactos, Mónica García se zafó del abrazo del oso de concurrir con una candidatura conjunta como pretendía Podemos. García, correligionaria de Errejón, es hoy ministra de Sanidad abrazada a la plataforma de Díaz, cuyo entorno se revuelve contra la versión de la ruptura que la presenta como una arribista que va a transformar el espacio a la izquierda del PSOE en una mera 'marca blanca' del socialismo de Sánchez. Se le señaló con el dedo sucesor sin contar con ella y "ese mismo día comenzaron los insultos", es la objeción que pudo escucharse, sin ir más lejos, en los salones del Congreso el Día de la Constitución, horas después de que Belarra y sus otros cuatro diputados se pasaran al Grupo Mixto.

Es elocuente que Díaz haya congregado en torno a Sumar a quienes se han ido sintiendo agraviados por Iglesias, parte de ellos antiguos amigos como Errejón. Los lazos afectivos que anudaron el primer Podemos, el que iba a romper "el candado del 78" y ve cómo son los independentistas los que tienen ahora la sartén por el mango, comenzaron a desatarse con las salidas del hoy líder de Más País, Carolina Bescansa y Luis Alegre del núcleo inspirador de Podemos. La anticapitalista andaluza Teresa Rodríguez también acabó mal con Iglesias, aunque ella declinó cobijarse bajo el paraguas de Díaz para no enzarzarse en más disputas intestinas.

Los tiempos en los que Díaz frecuentaba a Iglesias y a Montero amarillean ya en el álbum de la confusión entre la amistad, la enemistad y el compañerismo de partido. "Ella es gallega y yo soy navarra", describió un día Belarra la evidente pérdida de camaradería con una Díaz que privó de portavocías a Podemos en el Congreso y de presencia en la ejecutiva provisional de Sumar y que ultimaba un régimen disciplinario. Otra gallega, Ángela Rodríguez 'Pam', la polémica mano derecha de Montero en el Ministerio de Igualdad, asoma como posible cabeza de lista para las autonómicas en aquella comunidad que, como las candidaturas para las vascas, calibrarán el casi imposible maridaje de los viejos matrimonios y los nuevos divorcios.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión