La pugna con ERC y la presión del soberanismo radical determinan la decisión de Puigdemont

El expresidente, llave de la gobernabilidad, se debate entre un perfil más pragmático o mantener el pulso.

Carles Puigdemont reaparece en Francia para participar en un acto en homenaje a Pau Casals
Carles Puigdemont, expresidente de Cataluña.
EFE/David Borrat

Carles Puigdemont tiene la llave de la gobernabilidad española. Después de seis años huido en Waterloo, al expresidente de la Generalitat se le ha abierto una oportunidad. De oro. Ha pasado de llamar al bloqueo a estar dispuesto a negociar la investidura de Pedro Sánchez. Incluso el PP se abre a sentarse con Junts, que para los populares ya no es el partido del prófugo y golpista, sino una formación cuya "tradición y legalidad no están en duda". Puigdemont niega haber regresado al redil, pero está jugando una partida en la que deberá valorar si tiene más que ganar o que perder.

Botón electoral

La última resolución judicial europea dejó tocado al expresidente de la Generalitat. Corre el riesgo de ser extraditado y juzgado por los hechos del 1-O. En sus manos está la gobernabilidad española. El independentismo sufrió un serio revés en las elecciones generales, pues solo obtuvo 14 de los 48 diputados catalanes, pero la aritmética ha dado la llave a Puigdemont, que tiene en sus manos decidir si hay o no repetición electoral. Desde la moción de censura de Rajoy en 2018, los de Puigdemont no han podido incidir en la política española. Esta bala es muy valiosa. Como tener el control de la legislatura, con un PSOE obligado a ceder.

Seis años en Waterloo

Puigdemont decidió huir a Bruselas tras declarar la independencia para seguir con la confrontación. Este es un factor determinante. No lleva seis años en el 'exilio' para cerrar una negociación a la baja. Todo acuerdo al que llegue tiene que dar un resultado que le permita decir que Junts sí sabe negociar, a diferencia de ERC, que según el relato juntero invistió a Sánchez a cambio de nada.

Puigdemont insiste en que negocia en clave de país y no busca salidas personales. Si el precio no es alto, dirá que con Madrid no hay nada que hacer y a elecciones, reforzado además con la idea de que no se deja engañar como ERC. Su objetivo último es derrotar a los republicanos en las próximas elecciones catalanas. Los suyos aún le consideran el presidente legítimo y suspiran por un regreso victorioso como Tarradellas.

No se fía de nadie

El 27 de octubre de 2017 marca su carrera política. Carles Puigdemont considera que aquel día fue engañado por ERC, por algunos miembros de su partido y también por el PP, que en ningún momento se comprometió a no aplicar el 155 si renunciaba a la DUI y convocaba elecciones. En aquel momento, siempre mantuvo abierta la vía de diálogo.

Traidor/botifler

El miedo a ser tildado de traidor pesó en octubre de 2017 y también ahora. Todo lo que no sea aproximarse a la amnistía y a la autodeterminación será interpretado por los más radicales como una rendición. La ANC plantea el 11-S para exigir el bloqueo a la investidura. Las movilizaciones de otoño son clave para ver si su parroquia le compra la vía pactista.

Cuarto partido seccionista

Los más radicales, auspiciados por la ANC, se frotan las manos al ver a Junts negociando, pues quieren dar el paso y presentarse a las elecciones catalanas como la cuarta opción nacionalista. Los 700.000 votos perdidos por ERC, Junts y la CUP el 23-J, la alta abstención y la vuelta de los junteros a la vía pactista son un buen acicate para esta nueva formación, que al que más votos robaría sería a Junts.

Paz interna en Junts

Junts mantiene un calculado silencio todo el verano. Pero a nivel interno está fracturado. Puigdemont debe conseguir la cuadratura del círculo con la negociación: contentar por igual a los que son partidarios de regresar a una vía más pragmática y a los unilateralistas. Si las negociaciones avanzan, las diferentes almas del partido pueden entrar en colisión.

Coherencia

Siguiendo la lógica de la coherencia, Junts debería apostar por nuevas elecciones, en las que difícilmente perderá más de lo que ya se ha dejado en las últimas citas. En el último año ha salido del Govern tras divorciarse de Pere Aragonès, ha intentado reventar la mesa de diálogo y ha roto con el PSC en la Diputación de Barcelona. Además, lleva mucho tiempo diciendo que el PSOE y el PP son lo mismo y que no hay nada que negociar.

Amnistía y referéndum

¿Cuál es el precio último que pondrá Puigdemont a los siete escaños de Junts? ERC está centrando el grueso de las reivindicaciones en la amnistía o la desjudicialización por todas las vías legales. Tanto el PSOE como Sumar han entrado en este marco. Pero falta la carpeta de la autodeterminación. Habrá qué ver cuánto aprieta el expresidente en este punto. De momento, Junts ha obtenido un grupo propio en el Congreso, gracias a los socialistas, y avances en el reconocimiento del catalán en las Cortes y está por ver si también en Europa.

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