La domótica se extiende en los hogares: “El futuro pasa por dotarlos de auténtica inteligencia”

La inteligencia artificial se ha expandido y ya está presente en las casas de miles de españoles.

Tesa Entr. Permite abrir la puerta con solo pulsar un botón, con el móvil o mediante un sensor de huellas (no incluido). Puede crear invitaciones de duración limitada para no tener que levantarse a abrir.
Tesa Entr. Permite abrir la puerta con solo pulsar un botón, con el móvil o mediante un sensor de huellas (no incluido). Puede crear invitaciones de duración limitada para no tener que levantarse a abrir.

La inteligencia artificial ya es parte de nuestro día a día. Esta tecnología de última generación no está presente solo en los grandes laboratorios, empresas internacionales o patentes futuristas. Está en nuestras neveras, en nuestros hornos, en nuestros lavavajillas, en nuestro sistema de luces… En nuestras casas.

Se hacen llamar ‘asistente personal’ y cumplen todas las órdenes que su programación les permita. Todo comenzó con Siri, de Apple, una voz robótica de señorita que realizaba las tareas que le solicitaban por voz para que su usuario no tuviera que molestarse siquiera en mover un poco los dedos. Te daba el tiempo, llamaba a tu madre, te buscaba palabras aleatorias en Wikipedia o hablaba contigo para pasar el rato. Fue una auténtica revolución. A Siri le siguieron el asistente de Google, Alexa, Cortana… Hasta la Universidad de Zaragoza ha creado su propio programa asistente con inteligencia artificial: Pilar.

Cada vez son más los aparatos domésticos que incluyen esta tecnología, lo que ha convertido las casas españolas en hogares inteligentes. Se promocionan como una comodidad añadida, ya que simplifican las funciones de estos dispositivos y los vuelven más independientes, además de facilitar el acceso a la información. También como medida de seguridad, pues es más difícil que fallen. El ahorro es otro factor que juega un papel importante, en estos tiempos de crisis, todo programa eco que consuma menos resulta atractivo a los ojos del cliente. Y tampoco hay que dejar de lado la comunicación entre dispositivos, la conexión entre los aparatos ayuda a identificar los problemas y a transmitir las tareas a realizar. Desde SPC, empresa especializada en esta tecnología, también resaltan la gamificación, la sensación de diversión de muchos jóvenes (y no tan jóvenes) cuando ven que las luces se encienden a su paso o que la cafetera empieza a funcionar mientras se levantan.

Hay a quien todavía le suena a tecnología del siglo XXII, pero está pasando ahora. La domótica, nombre por el que se conoce a esta IA orientada a la comodidad en el hogar, suma adeptos cada día. De acuerdo al informe Decoding Digital Home 2022, un 22% de los hogares españoles ya cuentan con un asistente virtual doméstico y un 24% tienen un servicio de altavoces inteligentes. Les siguen las funciones del timbre inteligente con vídeo y la aspiradora inteligente, ambas con un 15%. Los españoles no han tardado en aceptar estas innovaciones tecnológicas, que apenas empezaron a mencionarse de forma pasiva allá por el 2015. Según SPC, las estimaciones señalan que en 2030 ya habrá alrededor de 20 dispositivos de este estilo de media por casa.

Silvia Corredor es una de las muchas ciudadanas que utilizan Alexa para prácticamente todo: “Ponemos música, preguntamos el tiempo, tenemos lista de la compra sincronizada en todos los dispositivos, ponemos temporizadores para cocinar, pedimos que nos recuerde citas médicas, que ponga alarmas…” Sus hijas y su madre también lo emplean con regularidad, se ha convertido en un elemento indispensable del hogar. “Cada vez que sale un dispositivo nuevo con Alexa lo probamos”, cuenta.

No obstante, también reconoce la necesidad de conocer los posibles inconvenientes. Entre ellos, los que más han afectado a Corredor han sido la mala comunicación entre los botones de la luz y el sistema de iluminación por voz y la posibilidad de comprar servicios por voz. “Nos pasó que el peque contrató Amazon Music, pero luego aprendimos como bloquearlo”, explica. Asimismo, asegura que tiene bloqueadas todas las cámaras.

Luis Sanz coincide en resaltar su utilidad, aunque afirma que es cuestión de saber usarlas: “Las habilidades básicas que vienen de fábrica son reducidas, pero, si te tomas un tiempo en establecer otro tipo de comando, pueden tener un uso muchísimo más grande”. Asegura que le gustaría vivir en una casa completamente domotizada, pero ve el dinero como su principal impedimento.

El caso de Pablo Navarro es algo diferente. No cuenta con Alexa, aunque afirma que le gustaría, sino con una televisión y otros dispositivos (ordenador, portátil, consola, móvil, tableta...) inteligentes. “El ‘chromecast’ es muy útil para suplir las limitaciones de los dispositivos portátiles y la televisión”, asegura. Para él, su mayor enemigo es la obsolescencia programada: “A los tantos años de salir al mercado, el dispositivo deja de poder recibir actualizaciones”.

En SPC, aseguran que no existe ningún tipo de peligro, siempre y cuando se compren los productos oficiales que habrán sido encriptados y fortalecidos como es debido. Asimismo, inciden en una especial vigilancia a la conexión de red, que puede ser insegura y permitir filtraciones. “Los dispositivos como tal no son un peligro, ni lo van a ser”, declaran a Heraldo.es.

La empresa considera que este es el momento para dar un paso adelante en IA y cambiar de los hogares conectados a los que nos hemos acostumbrado a hogares con auténtica inteligencia artificial, es decir, que tomen decisiones por ellos mismos sin requerir intervención humana. “Estamos desarrollando un proyecto que nutre estos dispositivos de ‘big data’ y la versión más avanzada de la inteligencia artificial, el aprendizaje por refuerzo”, explican. Esto les permitiría operar de forma autónoma.

Aunque a muchos les suena demasiado parecido a la rebelión de las máquinas, desde SPC están convencidos de que es cuestión de tiempo. “El futuro pasa por dotar de auténtica inteligencia a estos hogares”, afirman. Tal vez nuestras casas lleguen al siglo XXIII antes de lo que esperamos.

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