Elecciones al cuadrado

Hoy hace ochenta años que moría en el exilio Antonio Machado. Adalid de la tolerancia, ante la doble cita electoral que tenemos por delante, deberíamos inspirarnos en su espíritu.

La doble cita electoral debería cursar con menos bronca y más diálogo.
La doble cita electoral debería cursar con menos bronca y más diálogo.

Con dos citas electorales en un mes, España se ha zambullido en campaña electoral a tiempo completo, en un escenario cada vez más fragmentado y enconado. La visión en túnel hija de las redes sociales se materializa y cada uno vive en su barrio ideológico. Todos son caras de España y tienen sus votantes, como se constatará el 28 de abril y, con retardo, en el de momento opacado 26 de mayo.

Pese a que a muchos nos repela, Vox existe porque hay personas en nuestra sociedad por las que no ha pasado el siglo XX y no soportan cambios como, por ejemplo, el avance de las mujeres. También, porque, sin haberse repuesto de la crisis, no encuentran en las otras fuerzas políticas respuestas a las incertidumbres que vienen. Por eso su aparición ha puesto de los nervios a otras organizaciones, con las que se disputa el terreno de los enfadados con todo.

En este contexto brota la espiral de calificativos de Pablo Casado para hacerse oír. Y eso que, más allá de las coordenadas clásicas del PP, acierta en su ámbito con una de las ideas fuerza de su campaña: la rebaja de impuestos, una apuesta segura para muchos votantes como los autónomos, los pequeños empresarios o las clases medias ahorradoras, que se sienten injustamente tratados y faltos de compensación a sus desvelos.

También contextualiza, pero es difícil de entender, el nuevo Rubicón de Ciudadanos. Tras hacer de la transversalidad su lema, en un afán por capitalizar el no al independentismo, han dejado cuajados a muchos de sus potenciales seguidores con ese anuncio de que no van a pactar ni con Sánchez ni con el PSOE. Bien es verdad que lo mismo dijeron respecto a Rajoy y, llegado el momento, facilitaron su Gobierno... Un abandono del centro, en el que tan confortablemente han progresado, que puede hacerles perder por un lado y no ganar por otro.

El que avanza en las encuestas es Pedro Sánchez. Si bien es cierto que las elecciones se las han precipitado, ha exprimido al máximo estos ocho meses de Gobierno. Ha tomado varias medidas de calado social y presentará en campaña las que no ha podido culminar. Si el PP tiene su público afecto en lo económico, el PSOE sale dispuesto a atender a ese otro gran sector de la ciudadanía, víctima de la desigualdad o la inestabilidad laboral, que necesita el amparo y la protección del Estado.

Donde sufren es en Podemos, que a estas alturas todavía no se sabe si va a ser uno o trino, tras una exhibición de enciclopedia de la capacidad para autodestruirse de la izquierda. En solo cinco años, han pasado de asaltar los cielos a torpedearse internamente sin compasión. Y han dado muestras de cómo la ética de la convicción puede valer para desenvolverse con éxito en los círculos pero ser estéril para resolver problemas de verdad. Lo acabamos de ver con su desmarque del pacto para la reforma de las pensiones. Un purismo que les lleva constantemente a rechazar mejorías posibles frente a ideales inalcanzables.

Ante esa fragmentación que viene, nuestros candidatos deberían volver a leer a Max Weber en ‘La política como vocación’, donde explica cómo, frente a esa ética de la convicción, que lleva a mantener los principios cueste lo que cueste, el político debería aplicar la ética de la responsabilidad. O sea, ser responsable de lo actuado y ser capaz de hallar las mejores respuestas para un mayor número de personas.

Son las piezas del puzle que habrá que encajar el 29 de abril. Para construirlas, habrá que abandonar maximalismos y buscar zonas de encuentro. Sin trincheras. Con la ética de la responsabilidad… y más tolerancia.

Hoy hace 80 años que moría Antonio Machado en la localidad francesa de Colliure, donde pasó sus últimos y tristísimos días, muy poco después de salir al exilio. El gran hispanista Ian Gibson presentaba el martes allí su libro ‘Los últimos caminos de Antonio Machado’ y, tras reivindicar la memoria de nuestro gran poeta, explicaba que "le apenaría vernos insultándonos; él soñaba una España fraterna y dialogante".

Ante las dobles elecciones, los candidatos nos harían un gran favor a todos gritándose menos y trayendo al presente ese espíritu machadiano. En pleno siglo XXI, ninguna de las dos Españas debería helarnos el corazón.