La verdad sobre Sánchez

Pedro Sánchez deja ocho meses de Gobierno infructuoso y un PSOE que está hoy mucho más a la izquierda de lo que históricamente le corresponde. El origen del mal estuvo en la resistencia, una resistencia que no era de manual.

Han sido ocho meses de pelea contra molinos de viento.
Han sido ocho meses de pelea contra molinos de viento.
Krisis'19

La afición del presidente Sánchez por la escritura -propia o ajena- y su final de recorrido me han recordado estos días el título de la novela ficticia escrita por el personaje Harry Quebert: ‘El Origen del Mal’. Quebert es el protagonista de la novela de Joël Dicker ‘La verdad sobre el caso de Harry Quebert’. Por si aún no han leído la novela o visto la serie no haré ‘spoiler’, que es como los ‘millennials’ llaman a chafar el final o destripar una trama.

El presidente Sánchez presentó una moción de censura contra el presidente Rajoy a las veinticuatro horas de publicarse la sentencia de la Gürtel. En esas horas iniciales de desconcierto, Sánchez no solo tomó la decisión de cómo desbancar del poder al PP sino que eligió para sí mismo la forma de llegar al poder. He aquí el primero y más original de los males sufridos en estos ocho meses, no por la moción de censura en sí, sino porque incumplió su palabra de convocar elecciones casi de inmediato. Sánchez se vedó a sí mismo la posibilidad de acceder a la presidencia ganando unas elecciones. La moción de censura como forma de acceder al poder está dotada de toda la legitimidad democrática, pero es innegable que goza de muy mala prensa y moviliza a los adversarios.

Nunca sabremos el origen de la decisión presidencial de no convocar las elecciones cuando llegó. Hay quien opina que pronto sufrió de mal de altura en el Falcon y que no las convocó por perpetuar el goce y disfrute que experimentaba con el ejercicio del poder y sus cosas de jugar. Hay quien se aleja de esa imagen de frivolidad y cree que los empeños de Pedro Sánchez por gobernar fueron sinceros, pura resistencia de manual. En cualquier caso, tomemos por cierta la teoría de la frivolidad o hagamos buena la tesis de la resistencia, la negativa a ir a las urnas hasta hoy ha marcado estos ocho meses de principio a fin por una única razón: los apoyos que necesitaba para gobernar. La verdad sobre el caso Pedro Sánchez es que para gobernar bajo respiración asistida necesitaba a un buen puñado de los mejores enemigos del orden legal y constitucional, entendiéndose por enemigos declarados a aquellos que están dispuestos a casi cualquier cosa para destruirlo.

En el origen del mal está la razón por la cual los barones y alcaldes del PSOE no querían ni oír hablar de un superdomingo el 26 de mayo. Saben que estos ocho meses de pelea contra molinos de viento llevando como infiel escudero a Rufián no han merecido la pena. Y que pasarán factura. Sin embargo, durante estos ocho meses de estrategia suicida muchos de ellos no solo no han dado un paso al frente, sino que de una u otra manera han coadyuvado a trasladar a la opinión pública un relato de los hechos que les perjudica seriamente. De entre todos, sin duda, el más pernicioso, por falaz y suicida, es el de ‘las tres derechas’, es decir, el de meter en el mismo saco al PP, a Ciudadanos y a Vox como si el conservadurismo constitucional, el liberalismo constitucional y el populismo de extrema derecha fueran lo mismo.

Pedro Sánchez ha basado su táctica de resistencia en irse a la izquierda abrazado a Podemos, más aún que en pactar con quien hiciera falta del bloque separatista. Lo primero, irse más a la izquierda, es categórico. Lo segundo, pactar con quien sea sin importar su lealtad constitucional, se supone que era circunstancial.

No se escucha decir a ningún dirigente socialista que escorarse tan a la izquierda y negar la posibilidad de espacios comunes con Ciudadanos sea un error. Y el que lo ha hecho lo ha hecho porque "la izquierda no suma", por puro cálculo electoral pero sin reproche ideológico alguno. Nadie alerta hoy en el PSOE de la deriva ideológica iniciada por las necesidades vitales de Sánchez. Deja ocho meses de Gobierno infructuoso y continuamente expuesto y un PSOE que está hoy mucho más a la izquierda de lo que históricamente le corresponde. El origen del mal estuvo en la resistencia, una resistencia que no era de manual.