Los nuevos partidos

Hoy es más fácil crear nuevas partidos políticos, lo difícil es conseguir que sobrevivan.

En los partidos, debe haber normas comunes que regulen la competencia por el espacio interno.
En los partidos, debe haber normas comunes que regulen la competencia por el espacio interno.

Hace algunos días Íñigo Errejón escribía en un suplemento cultural sobre un libro recién aparecido y muy recomendable. Se trataba de ‘El príncipe moderno. Democracia, política y poder’, del politólogo Pablo Simón, una obra donde con mirada panorámica se describe el territorio de la política desde la perspectiva actual. Capítulo a capítulo se van desgranando en tono de buena divulgación científica los complejos mecanismos que articulan la maquinaria de lo político. Bien nutrido de lecturas de ciencia política, cifras ilustrativas de procesos electorales y datos demoscópicos que aspiran a desentrañar las tendencias de voto de los ciudadanos, el autor va mostrando las certezas y las incertidumbres que operan en cualquier dinámica política.

Llegados al capítulo donde se aborda la cuestión de la creación de nuevos partidos, Pablo Simón defiende la idea de que en la actualidad es más fácil que en el pasado alumbrar una nueva formación política. La dificultad estriba en conseguir que estos nuevos partidos sobrevivan en el tiempo. Para conseguir la cohesión suficiente, afirma el politólogo, resulta crucial que existan reglas del juego aceptadas por todos que permitan la competición por el espacio interno sin que la diversidad de planteamientos tenga como consecuencia la salida del partido de las corrientes críticas o minoritarias. Esta será su ruina. Lo sucedido estos últimos días en Podemos ha puesto de manifiesto que conocer la teoría no siempre es garantía de saberla llevar a la práctica.

Pedro Rújula es profesor de Historia Contemporánea (Unizar)