Toser

Estas Navidades, todo eran toses: en las tiendas, en los cines... No hemos dejado de saludarnos por eso, aunque en otros países eviten en contacto por riesgo al contagio. A lo mejor el cariño es el mejor antídoto.

La gente saluda con la misma mano con la que acaba de taparse la boca al toser.
La gente saluda con la misma mano con la que acaba de taparse la boca al toser.
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Uno de los recuerdos que me quedan de estas Navidades es oír a la gente toser. En las tiendas todo eran toses, lo mismo que en el cine. También en casa les ha dado por toser mucho. La tos es un incordio y, sin embargo, tiene algo de prodigio: al parecer, cuando tosemos el aire sale de nuestros pulmones a 160 kilómetros por ahora, que es más o menos la velocidad que consigue Rafa Nadal con sus saques. Deberían inventar algún tipo de dinamo para la tos. Otra buena noticia: por si no lo sabían, se ve que la tos remite un poco comiendo chocolate negro. Igual es todo palabrería, pero al menos uno se da el gustazo de atiborrarse de chocolate negro y tan feliz.

Estos días algunas personas me han tendido la mano después de taparse la boca con ella para esconder la tos, incluso una amiga me felicitaba las fiestas dándome dos besos mientras tosía. No es ninguna falta de consideración. Al contrario, es aprecio. En otros países si están enfriados no te saludan, aunque parezca descortés. Pero entre nosotros puede más el cariño que la voluntad de preservar la salud de los demás. Vale la pena querernos mucho. Yo, por el momento, no toso. Y me he llevado un buen montón de abrazos estas fiestas. A ver si va a resultar que el afecto también es salud, e inmuniza. Mientras alguien lo averigua, cada día ha empezado a ser un paso de gallina hacia el verano. Entonces ya se habrá pasado la tos.

Javier Sebastián es escritor.