Un panorama inestable

El panorama político para 2019 no favorece una colaboración constructiva de los partidos.

La cita electoral de mayo exacerbará los enfrentamientos políticos.
La cita electoral de mayo exacerbará los enfrentamientos políticos.

En la política aragonesa, como en la española, los primeros meses de 2019 estarán marcados por la cita electoral de mayo, por la interinidad del Gobierno de la nación y por el empecinamiento del desafío separatista. Este panorama augura que, como ha ocurrido en 2018, serán casi imposibles los acuerdos entre los partidos, que más bien tenderán a exacerbar sus diferencia y enfrentamientos. Una inestabilidad política que no es buena para el interés general.

La proximidad de las elecciones europeas, autonómicas y municipales de mayo, como es habitual, agriará aún más los roces entre los partidos, deseosos de marcar sus posiciones ante el electorado. Sin que, por otro lado, y dada la creciente dispersión del voto, existan garantías de que después de los comicios vayan a formarse gobiernos con sólidos apoyos parlamentarios y capaces de sacar adelante un programa coherente. Las dificultades en este terreno pueden ser aún mayores en Aragón, donde la fragmentación de las fuerzas políticas es mayor que en otras comunidades. Ante ello, los partidos deberían tener en cuenta que la mayoría de la sociedad, tanto la aragonesa como la española, está a favor del entendimiento y de los acuerdos, y se mueve en una centralidad política alejada de radicalismos. La machacona insistencia de los separatistas catalanes en situarse al margen de la legalidad gravitará sin duda sobre la política española, condicionando también las posiciones de los partidos. Y entre tanto, el Gobierno de Pedro Sánchez se mantendrá en su impotencia hasta que el presidente decida despejar la incógnita de una convocatoria electoral que no debería retrasar. Con estos mimbres, es difícil pensar que el nuevo año, al menos en sus primeros compases, vaya a aportar ninguna evolución positiva para la política española, que continuará sin hacer frente a los problemas de fondo que es necesario abordar. Una perspectiva que no cabe contemplar con optimismo.