Educación de rebajas

La educación en España es como una tubería estropeada por la que se escapa el agua.

El problema es que los alumnos no estudian lo suficiente.
El problema es que los alumnos no estudian lo suficiente.

Uno podía esperar que las cosas no fueran del todo bien cuando la ministra nos llamó «profes». Después vinieron los trileros de la pedagogía minimizando la importancia del conocimiento. Y terminamos, como no podía ser de otro modo, con bachilleratos de rebajas. Años defendiendo que se devuelvan las competencias en educación al Gobierno central para acabar hoy parapetado detrás de la mínima cordura que le queda a nuestra región: por lo menos nuestros libros no mienten. Se llenan la boca con las competencias digitales y yo me bajo ‘mods’ del ‘Pro Cycling Manager’ más rápido que mis alumnos; se habla de eliminar los itinerarios cuando ha sido el menos malo de los sistemas que buscaban la excelencia; nadie analiza los datos en el medio rural de manera cualitativa y siguen obligándonos a poner un uno a los que abandonan las asignaturas. El problema, señora ministra, es muy sencillo: los alumnos no estudian lo suficiente y cuando gente como Alberto Royo, desde dentro del sistema, denuncia la necesidad de un mayor esfuerzo académico le colocan enfrente fantoches que no han cogido una tiza en su vida.

La educación en España es una tubería con las juntas estropeadas por la que se escapa el agua. Unos bombean de más y otros cierran el grifo pero nadie arregla la tubería. Y los fontaneros están más cerca de lo que parece: maestros y profesores, gente con experiencia, que cree en lo que hace, ajenos a dogmatismos, sectarismos y poltronas. Los hay, se lo prometo, ministra, los hay porque los veo cada mañana.

Octavio Gómez Milián es profesor y escritor